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BIBLIOTECA: LOS MEJORES RELATOS DE TERROR LLEVADOS AL CINE

El miedo es esa sensación que todos en alguna situación de nuestra vida hemos sentido, ya sea por un asunto pendiente con alguien, por un examen importante, en la casa de terror del parque de atracciones, minutos antes de una operación o viendo una película de terror. De esta sensación que algunos evitan y que otros aman y buscan por la adrenalina que les da es de lo que vamos a hablar en esta reseña. El escritor, periodista, crítico, guionista, dibujante, guionista, promotor cultural y locutor conocido por ser guionista de relatos de terror y fantasía radiofónicos en Radio Nacional de España, el ya fallecido Juan José Plans, plasmó a través de esta antología y la ayuda de la editorial Santillana y distribuidora la Serie Roja de Alfaguara este libro que se publicó en 2012, bajo el título de Los mejores relatos de terror llevados al cine.

Una antología compuesta por algunos de los mejores y más conocidos relatos de autores del género literario de diferentes siglos (XIX y XX) que se han llevado al séptimo arte: Robert Louis Stevenson, Edgar Allan Poe, Alexéi Konstantinovich Tolstoi, Ray Bradbury, Daphne du Maurier y George Langelaan. Seis autores muy diferentes con diversos miedos pero, al fin y al cabo, con el miedo como elemento común.

Un muy buen libro para tener en nuestra biblioteca personal y con el que poder adentrarse en las pequeñas historias de terror, dirigido a amantes del género o también para aquellos que les apasione la lectura. 221 páginas marcadas por la base del miedo y sus diferentes tipos: el miedo a lo sobrenatural, como muestran Stevenson, Poe y Tolstoi con sus relatos de Los ladrones de cadáveres, El gato negro y La familia del vurdalak, o el horror a nosotros mismos, como bien exponen Bradbury, du Maurier y Langelaan en La sirena de la niebla, Los pájaros y La mosca, respectivamente.

Una reflexión que nos enamora desde su prólogo es la que escribió el poeta Paul Éluard y que Plans recoge en sus primeras páginas: “Hay otros mundos, pero están en este”. Es decir, el hombre vive tres veces: una cuando está despierto; la otra cuando duerme, que es la que puede ser desembocada en sueños o, por el contrario, pesadillas; o la interrelación entre las dos anteriores junto a nuestra imaginación. Tres vidas en las que existe el miedo, en las primeras de forma más o menos voluntaria y, en la tercera, más controlado.

El lector empatizará con unos relatos más que con otros en función de sus gustos, y es que hay para todos: profanación de cadáveres como profesión en el ingenioso relato de Stevenson Los ladrones de cadáveres; poder llegar a sentir escalofríos por un gato o su dueño, en el orden que queráis, con la poesía de Edgar Allan Poe en su fantástica historia El gato negro; temer a los vampiros con Tolstoi y La familia del Vurdalak; llegar a sentir pánico por la bandada «inofensiva» (o no) de Los pájaros de Maurier; las posibles monstruosidades del océano con Bradbury y La sirena de la niebla; o, por último, la mutación del hombre en otra «cosa», con La mosca de George Langelaan. Relatos de los cuales no vamos a dar más detalles para que con vuestra lectura los podáis descubrir (junto a las referencias bibliográficas de los autores en las dos últimas páginas del libro) si todavía no lo habéis hecho.

Como veis, todos son relatos que han marcado la historia del terror, y, como todos sabréis ya, son parte de la historia del cine de este género que han llevado a la gran pantalla directores tan estupendos como Albert S. Rogell con El gato negro en 1941, Mario Bava en 1963 con Las tres caras del miedo, Robert Wise en 1945 con El ladrón de cuerpos, Eugène Lourié en 1953 con El monstruo de tiempos remotos, el rey del suspense Alfred Hitchcock con Los pájaros en 1963, o David Cronenberg con La mosca en 1986 (entre otras de sus versiones). Todas ellas son películas que recomendamos a todos los que leáis la presente reseña tras haber leído los relatos que incluye el libro. Este aspecto se trata al final del libro en el apartado Comentarios a los relatos (que nos hubiese gustado que fuese más largo), en el que podemos conocer más información de estos libros, explicaciones más extensas para aquellos que no hayan entendido del todo las pequeñas historias, referencias a sus adaptaciones a cine (las fichas del equipo especificadas de estas películas) y donde también se nombran curiosidades, como por ejemplo datos de vampiros que en realidad existieron (la condesa Nádasky, Erzsébet Báthory y Gilles de Rais), aquellos que inspiraron a Bram Stoker para su Drácula (Vlad Tepes), la poca fidelidad del escrito de Poe en el cine (en España bajo el título de Satanás, en 1934), los diferentes finales que pensó Hitchcock para su mítica película, cómo se inventó Ray Harryhausen, el especialista en efectos especiales, al Rhedosaurus en El monstruo de tiempos remotos para asustar más al público, o el análisis de las diferentes versiones cinematográficas de La mosca (Kart Neumann, Edward l. Bernds, David Cronenberg).

Porque esto es un libro de emociones creadas por el autor para mostrar sus temores más recónditos al lector, porque como decía Hitchcock: «La emoción es un ingrediente necesario del suspense. Un miedo que depende de la intensidad con la cual el público se identifica con la persona que se encuentra en peligro. Y vosotros, ¿de qué tenéis miedo?

María Páez

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Periodista que considera que para ser una verdadera cinéfila tienes que ser una 007, con licencia para devorar todo el cine. Eso sí, prefiero quedarme atrapada en una cueva con Michael Myers, el payaso de It, Chucky, y la niña de El exorcista que en un palacio con princesas de cuento.