BERLINALE 2017: DÍA 3
Una de las mejores cosas de ir a un festival de cine es la oportunidad de ver arte muy lejos de nuestros principios fílmicos y de nuestra apreciación de lo que es este medio. Además, hay películas que incluso cuestionan nuestro sistema de valores. El tema de las cintas de hoy es la aceptación de una verdad incómoda. Algunas de ellas sería difícil que las hubiéramos visto en casa, ya sea por la pequeña difusión que reciben o por nuestra cobardía a la hora de salir de nuestra burbuja. Cinco cintas y cuatro continentes (Oceanía, Asia, Europa y América) visitamos ayer domingo y todo sin levantarnos de la butaca. ¡La magia del cine! Empecemos el repaso.
One Thousand Ropes
Antes de empezar el visionado, el director Tusi Tamaesese nos prometió tristeza y entretenimiento. De lo primero, mucho; de lo segundo, poco. También nos confesó que concibió la cinta en un momento duro de su vida. Es imprescindible conocer esta información para apreciar One Thousand Ropes. Este dolor y angustia que sentía quedan perfectamente plasmados en pantalla gracias a la estupenda fotografía (estos planos vacíos que incomodan y fascinan a la vez) y a los actores. También penetra en nuestros oídos por culpa de una banda sonora desasosegante.
Es un filme de punto de vista, es decir, que todo gira alrededor del personaje central. Por esa razón el director recurre al fuera de campo de forma magnífica: solo vivimos lo que él vive. Las escenas no están contextualizadas y en ocasiones la cámara se fija en pequeños detalles para provocar este viaje sensorial hacia el protagonista. Dentro de su experiencia también hay elementos sobrenaturales, fantasmas del pasado que lo persiguen. Estos están bien integrados en la narración, de manera que no hay problemas de credibilidad por parte de la audiencia.
Finalmente, nos gustaría resaltar un pequeño detalle de la dirección de actores que prueba el virtuosismo del realizador. El estado anímico de los personajes determina sus acciones. Por ejemplo, moldear la masa de una pasta de pastelería implica relajamiento; picar un coco y exprimir un limón, ira, y abrir la ventana, libertad.
Pieles
Hablar sobre Pieles, dirigida por Eduardo Casanova, supone todo un reto, y es difícil encontrar términos para caracterizarla. Empecemos considerando que está producida por Álex de la Iglesia. Por lo tanto, es divisiva: a algunos les parecerá una maravilla (en unos años será de culto) y, a otros, una payasada. Es la carga que acarrea el filme por el hecho de ser tan radical, tanto en forma como en contenido. Este punto puede ser visto como virtud o como defecto. No hay estructura, ni puesta en escena de la que enseñan en las universidades de cine. Es faena de cada uno determinar si la obra funciona o no. Eso sí, genera debate (hay un buen cultivo de ideas) como pocas.
Pokot
Agnieszka Holland, quien tiene muchos fans aquí en Berlín, es una gran cineasta. Sabe captar la belleza inherente de la naturaleza sin manipulaciones ni trucos baratos. Sus filmes tienen una energía y una honestidad realmente admirables. Pokot es una nueva prueba de ello. Travellings laterales, zoom in, montajes de imágenes… Todo fluye en el pequeño universo donde se desarrolla la acción. Su talento le permite juntar un thriller atmosférico e inquietante (acompañado por una poderosa banda sonora a base de percusión) con una comedia de enredos, con momentos más esotéricos, sin perder nunca al espectador.
Pokot es una oda de amor a los animales y una contundente denuncia a la violencia a la que son sometidos por parte de los humanos. Un tema pendiente en las sociedades «civilizadas» que tarde o temprano tendremos que afrontar. No somos expertos, pero tiene el consenso suficiente para ganar el Oso de Oro.
Viceroy’s House
Ayer hablábamos a raíz de Final Portrait del academicismo como característica negativa. No obstante, también puede ser una virtud: en Viceroy’s House, Gurinder Chadha pone todas estas convenciones más clásicas al servicio de la historia. Deja en segundo término su lado más desenfrenado (véase aquellos vibrantes movimientos de cámara en el campo de fútbol en la generacional Quiero ser como Beckham) para no eclipsar la narración, que en este caso es fundamental para ella, ya que tiene un vínculo emocional con estos hechos. Los acontecimientos están muy bien contados, puedes entenderla sin conocer del tema. A diferencia de otras crónicas históricas en la pantalla, se permite usar la ironía y la parodia para quitar la máscara a los que son considerados héroes pero no tienen ni un atisbo de valentía.
Este detallismo por la historia real no implica que la obra sea impersonal. Todas las constantes de Chadha están presentes: amores imposibles, tradición frente a modernidad, imperialismo, triángulos amorosos, números musicales, plasticidad y texturas, resolución del conflicto en el último segundo…
Para acabar, también queremos destacar la transformación física de Gillian Anderson.
Una mujer fantástica
Hace pocos años Sebastián Lelio llevó a Paulina García, la protagonista de Gloria, al Oso de Oro a la Mejor actriz. Todo parece indicar (el público lo ha constatado aplaudiéndola efusivamente) que hará lo mismo con Daniela Vega. ¿Cómo consigue sacar interpretaciones tan imponentes de sus actrices?
En primer lugar, les ofrece papeles llenos de aristas donde el personaje pasa por muchos estadios anímicos y se nos muestran todas sus caras, haciendo posible enriquecer la actuación.
En segundo, envuelve este trabajo de manera elegante, glamourosa y muy precisa. Siempre encuentra el contexto visual adecuado para expresar lo que siente la protagonista (hablamos de escenas como la del viento en contra, la discoteca y el limpiador de coches). Así se refuerza la idea de que la actriz está inmersa completamente en la situación.
Tercer punto y el más importante: contrata a actrices excelentes.
Una mujer fantástica, coproducida por el emergente Pablo Larraín (El club) y la directora de moda Maren Ade (Toni Erdmann), es la consolidación de una visión cinematográfica única, un talento que le permite mostrarnos elementos vistos en mil películas de una forma totalmente nueva. Por ejemplo, el coche en marcha vacío o la discusión tensa delante de una máquina tragaperras encendida.
En cuanto a visibilidad del colectivo trans, marginados en el cine mainstream que entrega los papeles de personas trans en el cine a personas cisgénero (La chica danesa), Una mujer fantástica también es un acierto. Pocas cintas han reflexionado tan lúcidamente y con tanta contundencia sobre las agresiones, más o menos sutiles, que reciben a diario por parte de nosotros y la pesadilla burocrática que viven.
Finalmente, en un tono más anecdótico, en este filme la protagonista también canta en el coche, como en aquellas míticas escenas de Gloria.
Concluimos una tercera jornada con cintas tan interesantes como las anteriores y con ganas, por supuesto, de ver qué nos depara este lunes en tierras alemanas.
Pau Jané