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CRÍTICA: LA CHICA DANESA

 

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De vez en cuando, y cuando ya parecía imposible dar un nuevo punto de vista a lo que se ha repetido tantas veces que más de uno se ha cansado de comprar entradas de cine, aparece una de esas cintas que nos recuerda que insistir en lo ya visto tampoco es realmente el fin del mundo y que, pase lo que pase, el cine al final es reiteración. O eso es lo que parece que quieren hacernos creer constantemente. Precisamente donde reside la insistencia puede incluirse a LA CHICA DANESA, obra pero no milagro de TOM HOOPER, que viene a demostrar que la manía de elevar las expectativas hasta niveles estratosféricos no hace más que avecinar una decepción, bien por la mala costumbre del espectador a crear imágenes que solo un buen tráiler puede vender, o bien porque aquello que tanto se empeñaron en convertir en una revelación finalmente se queda en un experimento en el que se rebaja la importancia de lo que trata en favor de una historia maquillada de declaración de intenciones. Es, sin duda, un ejemplo de que innovar parece algo que no volverá a verse, por mucho intento que haya en disfrazarlo de aquello que no es.

LA CHICA DANESA es una de esas cintas que pueden parecer necesarias, que realmente deberían convertirse en un antes y un después a fin de mostrar aquello que muchos, a estas alturas y de forma tan cuestionable como absurda, consideran un tema que no debería ser tratado en el cine y que debería pasarse por alto. Bien, llegan ustedes (muy) tarde. LAS AVENTURAS DE PRISCILLA, LA REINA DEL DESIERTO (STEPHAN ELLIOTT, 1994), BOYS DON’T CRY (KIMBERLY PEIRCE, 1999) o TODO SOBRE MI MADRE (PEDRO ALMODÓVAR, 1999) son tan solo algunos de los pocos ejemplos de cómo debe ser tratada la transexualidad en el cine sin caer en el error en el que otros tantos cayeron de convertirla en algo banal.

 

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LA CHICA DANESA, pues, no tropieza con la piedra de la vulgaridad como algunos lo hicieron al llevar a la gran pantalla lo que en el pasado se convertía en un juego de tolerancia. TOM HOOPER, en este sentido, no es el culpable directo de que esta historia carezca de la fuerza necesaria para resaltar. Es la longeva costumbre del abuso del biopic la que hace que, una vez más, se obligue a pasar al espectador por el filtro de adaptación de la vida real de alguien, tenga o no el interés necesario para que su historia deba ser trascendental. En este caso, la vida de Lili Elbe sí merece ser contada y, por supuesto, sí es altamente relevante; de hecho, la valentía con la que afrontó su condición y la época en la que le tocó vivir son dos contrapuntos que no hacen más que hacer grande lo que ella logró y lo que otros no se atrevieron a afrontar. Y, sin embargo, LA CHICA DANESA quebranta lo que por definición quiere dar al público en favor de la simpleza a la que somete la importancia de un hecho desgraciadamente desconocido para muchos.

No obstante, TOM HOOPER sí resulta culpable de arrebatar la vitalidad que puede desprenderse de un largometraje como este al hacer de LA CHICA DANESA una película tan correcta como contenida. Es curioso cómo, a pesar de la infinidad de premios a la que parece estar destinada, todos ellos pasarán por alto los enormes (y visibles) errores cometidos en un guion tan predecible que muchos no tendrán más remedio que buscar la sorpresa en la siguiente película que ruede el director de LOS MISERABLES. Su predisposición a ser el objetivo del gran público parece la excusa para evitar hacer una película redonda, realmente acabada y no condenada a la decepción de aquellos que se maravillaron con la durísima historia de Einar y Gerda Wegener. Son los detalles contextuales los que realmente llamarán la atención y animarán al espectador a no perder ciertos detalles en momentos muy concretos; pero, aun así, el pilar fundamental en el que debería sostenerse LA CHICA DANESA queda en ocasiones tan devaluado que es inevitable aceptar que estamos ante una obra que, al fin y al cabo, no deja de ser mediocre.

 

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Sin embargo, realmente hay algo que agradecerle a LA CHICA DANESA. A pesar de esos numerosos tropiezos que muchas veces ensombrecen las cualidades positivas de esta película, es la parte interpretativa la que realmente ha de llevarse todos los elogios posibles. Y aquí no es EDDIE REDMAYNE el que destaca por encima de los demás, tal como se esperaba, a pesar del notable trabajo al que nos acostumbró en el pasado y que aquí no se ve disminuido. ALICIA VIKANDER demuestra que el peso de la película puede recaer en un personaje al que parece que las líneas de diálogo quieren hacerlo secundario, y hacer de él merecedor de toda la atención posible cada vez que aparece.

La complejidad a la que LA CHICA DANESA parecía enfrentarse se queda, en definitiva, en una mera anécdota. TOM HOOPER construye de nuevo un biopic que en ciertas ocasiones parece funcionar, pero que no hace más que caer en la corrección una y otra vez, sin reparar en que una película como esta debería ser utilizada en gran parte como homenaje y no como un largometraje más que parece estar destinada a caer en el más oscuro de los olvidos. La extraordinaria historia de Lili Elbe no debería ser contada de esta manera.

 

 

LO MEJOR:

  • ALICIA VIKANDER demuestra que se puede destacar por encima de alguien que se suponía mejor que ella.
  • La banda sonora de ALEXANDRE DESPLAT.
  • Realmente hay momentos muy lúcidos.

LO PEOR:

  • El abuso del biopic hace que, de nuevo, la historia de alguien pasado sea un motivo más para no poner en marcha un guion novedoso.
  • Un guion predecible que pierde fuerza según avanza la película.
  • Lili Elbe se merecía más.

 

 

Sheyla López

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