9BCN FILM FEST: CUATRO PAREDES
ANTECEDENTES
El director Ibon Cormenzana pasó hace tres años por el BCN FILM FEST con su película Culpa. El año pasado estrenó El bus de la vida, ubicada en su Bilbao natal. Un año más tarde y de nuevo en esta nueva edición del festival, regresa a los cines Verdi en el barrio de Gracia con su nueva película, Cuatro paredes, presentada en sala grande por el propio director y las dos actrices principales de la cinta. Tras nuestra primera crítica de También esto pasará, nos adentramos en nuestra segunda película del festival.

LA PELÍCULA
Sofía (Sofía Otero) pierde a su padre repentinamente. Juana (Manuela Vellés), su madre, afronta no sólo una pérdida, sino todo un vacío económico cuando el suelo se hunde bajo sus pies y tienen que enfrentar deudas, facturas y una inestabilidad económica que en vida del difunto ella nunca conoció. Al vacío por la persona fallecida se suma la precariedad, a la precariedad se le suma la pobreza, a la pobreza se le suma la depresión y Juana intentará sostener a su endeble familia como puede mientras Sofía se refugia en el teatro como forma de escapismo. Durante un año entero veremos cómo la vida de estas dos mujeres cambiará totalmente de principio a fin a raíz de la muerte de esa persona tan querida.
Lo primero que pensamos cuando el fundido en negro ocupa la pantalla y se suceden los títulos de crédito es en el poso de frialdad que nos ha dejado la película. Cuando las letras tras las últimas imágenes desvelan y reivindican ese lugar de los hogares monoparentales principalmente formado por madres al borde de la pobreza recordamos que, efectivamente, la carga de la película es radicalmente potente e incendiaria con los rostros de esas dos actrices tras los números oficiales, pero la puesta en escena de la película deja un poso de frialdad que ni siquiera esa reivindicación es capaz de solventar.

El principal problema de una película rodada únicamente en un piso a lo largo de casi una hora y media es la sensación de cansancio que le deja al espectador. Quizás los propios guionistas buscaban que el espectador sintiera esa asfixia a causa de las duras condiciones económicas de las familias monoparentales que el director quiere sacar a la luz, pero por el camino la paciencia del espectador se encoge y las cuatro paredes de ese piso acaban por plastificar una película que contada de otra forma hubiera supuesto un grandísimo cambio. Es cierto que los constantes travellings a lo largo de las secuencias de la película ayudan a dibujar un ambiente de hogar que poco a poco se va resquebrajando, pero muy pronto deseamos salir de ese piso asfixiante y que nos lleven lejos a descubrir cómo esa madre rota y esa niña imaginativa acaban por sobrevivir. Tampoco ayudan los constantes parones de la cinta para recordarnos cada uno de los meses durante los cuales se sucede ese año entero, pues hay un momento en que sólo deseamos que el tiempo pase lo más rápido posible y regresemos al punto de partida de ese año para escapar así de ese claustrofóbico piso.
El otro gran drama de la película no tiene que ver con la decisión a la hora de ubicar la acción, sino una madre en la piel de Manuela Vellés y una hija con el rostro de Sofía Otero que devoran la pantalla. Su química como madre e hija es innata, su papel para la creatividad de la niña y para la depresión de la madre lo cumplen con creces y la película no se ha hundido de un naufragio seguro porque el magnetismo de ambas actrices sostiene una historia demasiado opresiva. El gran drama es encontrar tan buen trabajo de ambas actrices en una película en exceso empaquetada al vacío. Agradecemos el trabajo de ambas como espectadores, pero es una lástima que se vea incluido en este formato tan asfixiante.
ELLOS Y ELLAS
Podríamos hablar principalmente de ellas, pues la niña Sofía Otero (Los aitas, ¿Quién es quién?) y la madre Manuela Vellés (Asuntos internos, El bus de la vida) son los dos principales pilares de una película que sin ellas hubiera perdido enteros. Roberto Álamo (Luna, Odio el verano) o Ramón Barea (En casa de muñecas, Su majestad) acompañan en determinados momentos a las dos actrices en su agreste camino tras la pérdida.

LA SORPRESA
Encontrar que una película que podría poner de relieve un tema tan dramático como es la pobreza entre familias monoparentales acaba deviniendo un producto tan hierático.
LA SECUENCIA/EL MOMENTO
Nos quedaríamos con el inicio de la cinta rodado en plano secuencia cuando la madre recibe la llamada fatídica que lo cambiará todo y que pondrá a funcionar toda la trama de la película.
TE GUSTARÁ SI…
- Te gustan los dramas familiares y las películas denuncia.
LO MEJOR
- Sofía Otero, una niña prodigio en la interpretación a la que deseamos que cumpla una carrera meteórica. Sólo con sus pocos papeles cumplidos, le espera un gran futuro.
LO PEOR
- La asfixia que acaba sufriendo toda la película en ese piso del que deseamos salir a los veinte minutos.
Javier Alpáñez