72 SSIFF: CRÍTICA: LA HABITACIÓN DE AL LADO
ANTECEDENTES
Decía ayer Pedro Almodóvar en rueda de prensa que se cumplen 44 años desde que estuvo por primera vez en el Festival de San Sebastián, presentando Pepi, Luci, Bom y otras chicas del montón. Tan bonito efemérides marca un inicio que ha llevado como colofón a la entrega del Premio Donostia en reconocimiento a su carrera, y a todo lo que nos ha dado a través de su cine. Reconocía también que la ocasión ha sido aún más desbordante en emociones porque coincide con que acaba de soplar una vela más. Esa emoción y esa madurez como él mismo contaba, se ve reflejada en sus últimos trabajos, en su evolución natural hacia otros temas y otras exploraciones de la experiencia vital, siempre fiel a su estilo. Su nueva película, La habitación de al lado, es el mejor ejemplo de ello. Su primer largometraje en inglés se alzó con el León de Oro en el Festival de Venecia y se basa libremente en la novela Cuál es tu tormento de la autora estadounidense Sigrid Nunez.
LA PELÍCULA
Las mujeres son epítome de la filmografía de Almodóvar. Mujeres en ejercicio de su autonomía, y en última instancia de su libertad. Martha (Tilda Swinton) e Ingrid (Julianne Moore) también lo son. Dos mujeres escritoras, cada cual en su ámbito, que llevan años sin verse, y que a pesar de todo retoman una de esas camaraderías en las que no parece haber transcurrido el tiempo. La amistad y la generosidad se alojan en La habitación de al lado para narrarnos un reencuentro en una circunstancia límite. Una de ellas está enferma y la otra la acompañará en las que ha decidido serán sus últimas semanas.
Tanto como la vida, la muerte ha sido un tema presente en el cine del director manchego. En este caso aborda la muerte digna y lo hace con pulso firme y gran acierto, consiguiendo exactamente lo que se proponía: no caer en el melodramatismo. Si hablamos de la eutanasia es difícil imaginar una experiencia no lacrimógena. A este respecto La habitación de al lado se está categorizando como contenida, y sí, lo es, pero no siempre se remueve a través de las lágrimas y la exaltación del drama. La habitación de al lado emociona por ser empática y real. Se construye en los pequeños momentos y detalles: unas tumbonas en el jardín, un paseo por el bosque, o por la librería, una sesión de cine en el sofá, una puerta cerrada, ver la nieve caer, recitar los Dublineses de Joyce.
La habitación de al lado es una película de diálogos, de reflexión, de espacios cerrados (muy fácilmente podríamos imaginar su traslación a obra de teatro) pero al mismo tiempo abiertos, pacíficos y seguros. De paz. El personaje de Tilda Swinton insiste en que están de vacaciones, y aún así es inevitable sentir el peso de fondo, el porqué están en esa preciosa casa. La certeza pende en el aire, está tan presente para las protagonistas como para nosotros como espectadores pese a que, como el personaje de Julianne Moore, nos volvamos evitativos y no queramos pensarlo u oír hablar del tema. Almodóvar, acompañado por unas intérpretes extraordinarias, la bellísima música de Alberto Iglesias y una plasticidad tan llamativa y marca de la casa como exquisita en su simbolismo, logra trazar un viaje completo al duelo y del duelo, desde una primera parte en la que la presencia de flashbacks conforman una recapitulación lógica dadas las circunstancias venideras, hasta un desenlace que evoca la desgraciadamente común sensación de que a veces podríamos haber hecho las cosas mejor cuando estábamos a tiempo.
ELLAS Y ELLOS
En el centro de la historia, su motor y su corazón, están ellas, Tilda Swinton y Julianne Moore. Tan férrea la primera, tan decidida y tan valiente. Swinton dota de humanidad a su personaje y borda cada uno de sus matices, en ese tránsito entre la euforia y la depresión, de la mente fría y las ideas claras a sus momentos más bajos y vulnerables. Resulta hasta simpática en el humor negro que solo alguien pasando por determinadas situaciones puede desplegar. Divertida también la réplica que encontramos en Julianne Moore, con la que es inevitable sentirse identificado, pensar en qué haríamos en su lugar. Su mirada refleja su pulso interno, sus dudas y su fortaleza en respetar la voluntad, en ayudar a una amiga. La entrega de ambas actrices es tan brutal como las de sus personajes, un dejarse llevar absoluto para cuidar la una de la otra.
En el lado masculino tenemos a John Turturro, una antigua persona en común de ambas. A través de él y sin ningún sonrojo se dibuja el ideario más directo del propio Pedro Almodóvar. Cumple su función y el discurso conecta en cierta manera con la idea general de la película, abstrayéndola a un plano más global. Sin embargo, la inserción en el conjunto no tiene una integración del todo orgánica y es quizás lo que más ajeno o desligado se siente en la película.
LA SORPRESA
Los dos grandes rostros de esta película, Tilda Swinton y Juliane Moore, ocupan el foco de un reparto en el que, a pesar de ser su primer largometraje en inglés, Almodóvar se las ha apañado para hacer su hueco al cine español. Victoria Luengo, Raúl Arévalo o Juan Diego Botto tienen su parte en pantalla, y hay alguna otra cara conocida más (internacional) en los flashbacks.
LA SECUENCIA/ EL MOMENTO
Tan solo la sencillez de dos mujeres tomando el sol en unas tumbonas.
TE GUSTARÁ SI…
La evidente: si te gusta el cine de Pedro Almodóvar. Si te animas a salvar la distancia de mirar de frente a un tema no muy apetecible pero que nos atañe a todos.
LO MEJOR
- La sinergia entre Tilda Swinton y Julianne Moore, ambas estupendas.
- La bella partitura de Alberto Iglesias.
- Cómo Pedro Almodóvar consigue dar un enfoque no melodramático en una historia así.
LO PEOR
- El discurso político del personaje de John Turturro no es precisamente sutil y se puede llegar a sentir como un inserto hasta cierto punto caprichoso.
Aitziber Polo