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6 RAZONES PARA NO DEJAR DE ASISTIR AL SKYLINE BENIDORM FILM FESTIVAL

Con la 7 edición del Skyline Benidorm Film Festival recién concluida, toca hacer balance sobre lo vivido en estos días de festival que han bañado de cine la ciudad de Benidorm. Una semana que ha vuelto a congregar a equipos y profesionales poniendo a su disposición multitud de herramientas y oportunidades para desarrollar proyectos, entablar relaciones profesionales y mejorar sus conocimientos y capacidades para materializar sus proyectos.

Una suerte de campamento de cine que ha celebrado en Benidorm su séptima edición y que ha vuelto a sumar virtudes y razones para fortalecer el posicionamiento del festival como una de las citas imprescindibles en el calendario nacional de los cineastas emergentes que luchan, combinando talento e ilusión, por buscar su propio camino en esto de la cinematografía. Un camino que tras su paso por el festival, con mucha probabilidad, transitarán con una mirada renovada, con nuevos aliados, con nuevos amigos, al fin y al cabo.

Y es que festivales similares hay multitud. Más de 500 citas, sí, pero no todos arrojan un balance tan positivo como el Skyline Benidorm Film Festival en su conclusión. Porque poner en marcha un festival es un reto y cuesta lo suyo, pero lo que hace especial a este evento cinematográfico son sus pilares maestros, aquellos sobre los que descansa una filosofía que se ha modelado con esmero desde su primera edición. Un festival volcado con el creador que busca instalarse en su memoria trabajando su perdurabilidad desde la experiencia, desde las sensaciones, desde los recuerdos.

Nosotros, hemos aislado seis poderosas razones para que en 2024 uno de vuestros objetivos sea visitar este festival.

 

1. Sus fechas de celebración: playa y luz

Ya lo decía Paula Púa, fabulosa, dinámica y efectiva conductora de su gala de clausura: una de las grandes fortalezas del festival son sus fechas de celebración. Y es que dar la bienvenida a la primavera desde Benidorm es otra historia. Dos fines de semana que abren y cierran una semana a las puertas de la primavera, iluminados por el escudo de sol que baña el mar de Benidorm y con una casi recién estrenada hora más de luz. No se puede pedir mucho más a un festival que supone el primer baño del año para aquellos que quieran organizar su tiempo en condiciones y tengan ese espíritu intrépido que les permite disfrutar al máximo de todas las posibilidades que el entorno les ofrece. Para los más conservadores, siempre quedan los paseos matutinos por su paseo marítimo, otra receta sin rival para despejar la mente, reflexionar y cargar pilas para enfrentarse a cada una de las jornadas del festival.

Benidorm se mueve a otro nivel frente a citas análogas si somos de los que valoramos unas condiciones climatológicas favorables a la hora de asistir a un festival.

 

2. El respeto hacia el creador y hacia la industria

Uno de los propósitos fundacionales del festival es la lucha por poner en valor la importancia del cortometraje en nuestro cine y por conseguir que esta galaxia de talento atomizado se concentre en una fórmula que alumbre, por fin, una industria de plenos derechos, oportunidades y reconocimientos. Y por eso el festival puede presumir de ser unos de los pocos del calendario nacional que pagan por selección. Esto significa que independientemente del palmarés todos los cortometrajes que integran su sección oficial reciben una recompensa económica de 200€ por selección, lo que ratifica el compromiso de la cita con el mundo del cortometraje. No es casualidad tampoco que Beatriz Hernández, directora del festival, sea también la Presidente de la Coordinadora del Corto Español.

 

3. La calidad de su sección oficial

Que un festival sea reconocido como calificador para los Goya no es fruto de la casualidad. Y quizá sí lo sea del inmenso trabajo que se hace desde programación para seleccionar los trabajos que vertebran cada año su sección oficial y paralelas. Con más de 700 cortometrajes recibidos para su edición en 2023, el programa del Skyline Benidorm Film Festival ha vuelto a combinar cortos de ficción, documentales o de animación con mucho acierto. Porque no solo se trata de proyectar, la tarea de un programador también comprende el establecer un diálogo entre los trabajos que se proyectan, cuidando el orden o la temática de los cortometrajes escogidos en cada uno de los bloques que comprenden cada una de sus secciones.

Sushi ha sido el trabajo que se ha alzado con el codiciado premio a Mejor cortometraje nacional, por razones evidentes, en esta edición. Una maravilla de Iván Morales que ha convivido con joyas como la emotiva Paris 70, de Dani Feixas (qué gozada Alain Hernández y Luisa Gavasa), la delicada mirada de Cosas de chicos, de Raquel Colera (virtuoso coming-of-age que sorprendentemente no ha cosechado ningún reconocimiento), la dura Titán, de María Salgado Gispert (un ejercicio de denuncia que ha atesorado la escena más conflictiva del festival), la locura de Sandwich Cat, de David Fidalgo (un divertidísimo delirio animado), la potente Cuentas divinas, de Eulàlia Ramon (con una insuperable Celia Freijeiro que en sus gestos y miradas entabla un diálogo con el mismísimo Eduard Fernández), la elaborada Anticlímax, de Néstor López y Óscar Romero (que guarda ecos al cine de Nolan) o la reivindicativa Estrellas del desierto, de Katherina Harder Sacre (Premio a Mejor Cortometraje Iberoamericano). Y podríamos seguir citando trabajos interesantes que por méritos propios han conformado la edición 2023 del Skyline Benidorm Film Festival. Trabajos todos ellos que seguiremos viendo seleccionados en el circuito de festivales nacionales e internacionales, y tal vez recogiendo los premios que esta vez se les han resistido. Calidad tienen para que en la próxima gala de premios sean ellos los que disfruten los aplausos. Así es el juego.

 

4. Mucho más que cortometrajes

Si piensas que Skyline Benidorm Film Festival es una de esas citas que se limitan a proyectar cortometrajes durante unos pocos días solo cabe una explicación: aún no has participado o aún no lo has visitado. Porque desde su primera edición se ha defendido con uñas y dientes una filosofía que apuesta por construir una experiencia integral para todos los cineastas que participan en él. Mesas redondas, encuentros con industria o Master Classes sobre aspectos tan fundamentales como la financiación han completado un catálogo de actividades muy variadas, junto a los ya clásicos concursos de Shortpitch y guion. Pero su oferta trasciende los puramente cinematográfico para explorar terrenos que le hacen definitivamente especial. ¿Cuántos festivales organizan y coordinan actividades lúdicas para ser disfrutadas por los participantes? Con la misión de alimentar las relaciones personales, Skyline Benidorm Film Festival es capaz de sorprender a sus visitantes con actividades como una excursión en bicicleta eléctrica por Benidorm para descubrir la ciudad y disfrutar de un poco de ocio, liberar tensiones y fomentar el compañerismo. Ya veremos si en futuras ediciones también se pone en marcha un concurso de Karaoke…

 

5. Un festival horizontal

En la simiente del Benidorm Skyline film Festival descansa otro de sus propósitos fundacionales, que no es otro que el de asegurar la convivencia entre todos los invitados y que todos se sientan atendidos. En este festival no hay clases, estratos ni niveles. Todos, desde el actor más reconocido y laureado hasta el más novato de los cineastas, son considerados durante todo el festival como una pieza clave más en la maquinaria del éxito del festival. No se trata de que nadie llegue, se le de la mano y se le deje a su suerte durante unos días por Benidorm, no. Se trata de que todo el mundo se sienta protegido por la organización, que cuida y vela por sus invitados con celo para resolver cualquier incidencia y facilitar unos días memorables a orillas de la Costa Blanca alicantina. Las mesas colectivas a la hora del desayuno, el almuerzo o la cena están a la orden del día (y de la noche) con uno de los propósitos más bonitos y efectivos que conocemos: hacerte sentir parte de algo más grande. Aquí nadie se siente solo o perdido porque en Benidorm no hay barreras, eso es cosa de otros festivales más grandes. O quizá de festivales con, simplemente, otra filosofía.

 

6. La familia es para siempre

Los periodistas lo tenemos claro: los festivales grandes se cubren, los pequeños se viven. Y esta afirmación sirve para organizar todo el índice de sensaciones que pueden llegar a vivir los participantes del Skyline Benidorm Film Festival. Desde la dirección del festival se trabaja con una intensidad insólita el espíritu de equipo desde que llegan a Benidorm los primeros invitados. Un objetivo que cada año se valida cuando en la gala de clausura se palpa el hermanamiento entre los participantes con aplausos y abrazos colectivos que desprenden camaradería y mucha complicidad. Y esta sensación de pertenencia a una gran familia se extiende a periodistas, ponentes, profesionales de la industria o personal del propio festival. Benidorm deja huella y cada año modela nuevos microembajadores que con un buen acopio de experiencias y momentos marcharán para poner en valor lo que se vive en esta ciudad gracias a los promotores del festival y su equipo. A Benidorm se llega de manera individual pero se parte en grupo.

 

Lo más reconfortante de todo es la sospecha de que por mucho que crezca el festival, pocas cosas van a cambiar si no es a mejor. Y lo más reconfortante de todo, también es que uno parte con la seguridad de que haciendo las cosas así de bien solo queda mucho optimismo flotando en sus ediciones venideras. Quizá sea hora de que desde las administraciones se ponga por fin el cariño y la atención que merece Skyline Benidorm Film Festival, subiendo varios enteros la apuesta y materializando de forma palpable su implicación. Los miembros del equipo del festival, liderados por su directora Beatriz Hernández y creadores de esta maravilla, están listos para crecer y demostrar que Benidorm no es solo música y playa ¿Lo están las administraciones correspondientes?

 

Alfonso Caro

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Alfonso Caro Sánchez (Mánager) Enamorado del cine y de la comunicación. Devorador de cine y firme defensor de este como vehículo de transmisión cultural, paraíso para la introspección e instrumento inmejorable para evadirse de la realidad. Poniendo un poco de orden en este tinglado.