57 EDICIÓN DEL FESTIVAL DE SITGES. SECCIÓN PELÍCULAS: BODEGÓN CON FANTASMAS
ANTECEDENTES
Las salas en Sitges vuelven a llenarse una vez más de un público ansioso por la nueva obra del director Enrique Buleo. Ese primer día de proyección no era oficial, pero los acreditados estaban agrupados en la sala Tramuntana escuchando atentamente al equipo. Ya era el cuarto día del festival y la obra de Buleo tenía buenas premoniciones, las expectativas son mayores cuando de una ópera prima se trata. Antes de Bodegón con fantasmas (2021), sus cortometrajes Decorosa (2016), Yes (2027), El Infierno y tal (2018) y Las Visitantes (2021) causaron revuelos en festivales nacionales e internacionales. Pero ahora, la primicia llega a tierras catalanas para el Festival Internacional de Cine Fantástico de Catalunya.
LA PELÍCULA
Bodegón con fantasmas se presenta a sí misma –y orgullosamente, de acuerdo a su director– como una obra episódica. El filme lleva el costumbrismo rural de la mano con temas de actualidad. En cada una de sus historias –las cinco– se navega la muerte con normalidad. Ya lo decía Buleo, que en su pueblo jugaban a la Ouija en el receso, pues en Bodegón con fantasmas el tablero paranormal se manifiesta en los delicados bordados de un mantel familiar, los que ya no están vuelven para deconstruir a los vivos y las apariciones son el motivo más feliz para gentrificar aquél pueblo que los de ciudad llamarían ‘la España vacía’.
La producción abarca aquellos espacios de culto en ambientes rurales. Esas peluquerías con olor a laca y cotilleo, los párvulos museos de curiosidades, las iglesias llenas de fe, los bares colmados de arrepentimiento y aquellos lúgubres comedores familiares. Esos refugios vitales que están de principio a fin para sus leales habitantes. El anexo a lo continuo, lo natural, pero también lo permanente. El hilo narrativo de estos eventos se fusiona mediante los escenarios comunes para sus personajes y representan el alma de esta historia.
Bodegón con fantasmas, que se sumerge en el plano de lo sobrenatural sin desplazarse del terrenal, lleva codificada la comedia en cada escena. Supone entonces una herramienta más en orden de normalizar la estereotípica desgracia. Ya no solo hay el dolor del durante, sino la risa del después. No enmaraña a su público con diálogos filosóficos sino que vuelve orgánico algo tan primario como la soledad, la tristeza o la vergüenza. El público hará suyas las secuencias que así considere, pero cada una de las experiencias serán dolorosamente compartidas porque el duelo –o la muerte– termina siendo, tarde o temprano, una experiencia universal.
ELLOS Y ELLAS
Frases llevadas sin prudencia ni miedo, adjuntas a conversaciones con aquellas personas que están en idas y venidas. Cada una de las historias se comunica con la otra porque así lo hacen quienes las interpretan. Sus protagonistas interactúan durante todo el largometraje y se enriquecen de su propio diálogo interno. A su manera, pintan modesta pero desbordadamente su lado del bodegón.
LA SECUENCIA/ EL MOMENTO
Si de construir simbolismos se tratara, nada es imposible. Pero hasta cierto punto… ¿para qué? El cierre de la cuarta historia con su protagonista rompiendo iracundamente los candados de “la reja del amor”, lo demuestra claramente.
TE GUSTARÁ SI…
- Aprecias las maneras distintas de narrar el costumbrismo.
- Buscas historias en espacios no popularizados por el cine.
- Reclamas visualizar las tradiciones que, por bien o por mal, nos han formado.
LO PEOR
- El hecho de que, por ser una producción más pequeña las grandes cadenas de cine no le muestran el interés y la promoción que se merece, además de hacer más arduo el proceso de distribución.
Karen Darlene Arretureta