El Palomitrón

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26FCM: MATRIA

ANTECEDENTES

Matria supone el debut en el largometraje del vigués Álvaro Gago, un realizador versado en el mundo del cortometraje que ha construido un largo desde un corto homónimo que se hizo con el Gran Premio del Jurado del Festival de Sundance 2018 y además estuvo nominado a Mejor cortometraje en los Goya de 2019.

De nuevo nos encontramos con una película que parte de una simiente en formato corto, y de nuevo nos encontramos con un producto muy sólido que se incorpora a esa lista de títulos que han sabido encontrar su camino desde el cortometraje para extender su relato de una manera muy convincente. Junto a ejemplos tan recientes como Madre o Cerdita, lo que cada vez queda más claro es que el mundo del cortometraje no solo funciona como un excepcional vivero de directores para nuestra industria, sino también de historias. Historias que merecen más minutos e historias que merecen llegar al público a través de los circuitos masivos comerciales.

LA PELÍCULA

Hablar de Matria es hablar de Ramona, su protagonista. Una mujer que encara los 40 con una realidad vital asfixiante, frenética. Sus trabajos precarios y sus responsabilidades familiares ahogan durante (casi) todo el metraje a un personaje condenado a una carrera continua y frenética por cumplir con sus objetivos diarios y el más ambicioso (y universal) de todos: procurar una vida mejor de la que ha tenido ella para su hija. Porque el futuro de su hija es su auténtica preocupación, su verdadero motor vital.

La virtud de Matria es su poder para atrapar al espectador desde el primer minuto en un carrusel en el que solo reina el personaje de Ramona. Ella da paso y permite minutos al resto de personajes, pero la cámara siempre está a su lado, tanto en su recorrido diario de los escenarios que vertebran su rutina como en sus relaciones personales, todas sacrificables si suponen un impedimento par la consecución de su objetivo prioritario.

Álvaro Gago firma una de las películas más sólidas que hemos visto en la 26 edición de Málaga, evitando que las tramas secundarias resten protagonismo a la historia central con mucha inteligencia. Y es que si la película funciona tan bien desde sus inicios es por la dirección que imprime y el excelente trabajo al mando de la fotografía de Lucía Catoira. La cámara en mano sigue a una Ramona casi imposible de alcanzar durante todo el metraje pero también encuadra de escándalo los escenarios, expulsando del plano a los personajes cuando toca subrayar su mediocridad. Un acierto tras otro en su dirección para construir un conjunto que funciona como un reloj de precisión y alumbrar cine social de alto voltaje.

Y como telón de fondo, la realidad de la Ría de Arousa en una foto certera y muy humana para dibujar el universo vital de Ramona, que en su lucha por lograr una vida mejor para su hija parece condenada a habitar una vida sin presente ni futuro. Solo en los minutos finales es capaz de reunir todas su fuerzas para superar su gravedad y buscar, por fin, su propio camino con un cierre vitalista que le permite también al espectador, por fin, respirar.

ELLOS Y ELLAS

A estas alturas se han usado casi todos los adjetivos del diccionario español para definir el trabajo de María Vázquez. La actriz se ha llevado de calle la Biznaga de plata frente a otras interpretaciones muy notables en el festival, y pese a que Matria fue la primera película en exhibirse en un festival que ha contado con 20 películas en Sección Oficial, 19 películas después su trabajo ha seguido en la mente del público y del jurado del Festival. Un tour de force interpretativo arrollador y a la altura de un guion a priori muy exigente en este apartado que coloca en nuestras pantallas la que seguramente será una de las interpretaciones del año.

LA SORPRESA

En una edición que prometía a 20.000 especies de abejas protagonizando las conversaciones más entusiastas, Matria se ha revelado como un título memorable, y quizá bandera de la edición según vayan pasando los años.

LA SECUENCIA/EL MOMENTO

Muchas cosas muy finas en la dirección de Álvaro Gago, como el retrato de la pareja de Ramona, al que a veces la cámara (siempre en la cocina) mantiene fuera de plano evidenciando su carácter parasitario.

TE GUSTARÁ SI…

El cine social de Ken Loach, el cine feminista o directamente el cine inmersivo.

LO MEJOR

  • La labor en dirección de Álvaro Gago y de Lucía Catoira como directora de fotografía.
  • María Vázquez desde todos los puntos de vista posibles.

LO PEOR

  • Que haya mucho público generalista dispuesto a perdérsela en salas.

Alfonso Caro

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Alfonso Caro Sánchez (Mánager) Enamorado del cine y de la comunicación. Devorador de cine y firme defensor de este como vehículo de transmisión cultural, paraíso para la introspección e instrumento inmejorable para evadirse de la realidad. Poniendo un poco de orden en este tinglado.