SECCIÓN ZERO: EL FUTURO NO ES PARA TODOS
Es curioso, porque la premisa de la que parte Sección Zero es ciertamente distópica, sí, pero al contrario que otros planteamientos, mucho más fantasiosos o improbables, el punto de partida de Sección Zero acongoja un poco al espectador. Porque tal como está el patio, su retrato de una Europa (hablamos del año 2024) sometida por grandes corporaciones comerciales e industriales resulta excesivamente cercano y desalentador, en especial si el espectador sigue de cerca el devenir del tratado de comercio más importante (y silencioso) de nuestra era: el cada vez más temido TTIP.
Si el año pasado Movistar+ anunciaba la adquisición de Les Revenants y Braquo, Sección Zero, junto con las recientemente adquiridas The Five y Spotless, consolida la apuesta de la cadena por la ficción europea. Una apuesta que está resultando cada vez más gratificante.
La nueva serie del creador de Braquo, Olivier Marchal, vuelve a dar el protagonismo a personajes que se mueven al margen de las directrices establecidas, pero que gozan de un fuerte código de valores. Y los rodea, esta vez, de un contexto nihilista en el que el futuro se ha evaporado, algo que viene como anillo al dedo al estilo visual crudo, físico y decadente que Marchal domina tan bien. Porque Sección Zero se mueve entre el thriller policíaco y la ciencia ficción con mucha soltura. Una historia de ajustes de cuentas, investigaciones policiales y oscuros (y secretos) experimentos que avanza salpicada de manera constante por decenas de referencias a los títulos más emblemáticos de la ciencia ficción. Un espíritu que confiere a Sección Zero una personalidad mucho más cinematográfica que televisiva.
El episodio piloto de Sección Zero sorprende por su declaración de intenciones. Marchal no titubea en plantear una sociedad estratificada en su modelo distópico más clásico. Mientras los menos viven una realidad que se adivina llena de bienestar y todas las comodidades que el dinero y el poder en grandes dosis pueden facilitar, el resto de la población sobrevive en los distritos limítrofes, condenada a un presente sin futuro en el que el sexo y la violencia (motores tan básicos como primitivos de la naturaleza humana) están a la orden del día junto a las necesarias drogas (cada vez más sintéticas y potentes), vehículos de escape necesario ante la desolación y la sordidez instaladas en los distritos más castigados.
Ola Rapace (actor sueco que adoptó este apellido junto a su popular exmujer Noomi Rapace y al que hemos visto en Skyfall) interpreta a nuestro protagonista, Sirius Becker, un policía con mucha tendencia a la insubordinación, bebedor, fumador, con familia desestructurada… Un personaje que cumple religiosamente con los cánones del antihéroe, pero que, como tal, también atesora una sólida ética que le impide tirar la toalla o rendirse ante las adversidades. Y así, y ante la irrupción de un ajuste de cuentas que encierra más preguntas que las usuales respuestas, Sirius y sus dos fieles compañeros de brigada entrarán en contacto con una oscura trama que promete ir más allá de los rutinarios casos que suponen el día a día en los distritos, y que moviliza los recursos de la poderosa corporación privada Prometheus.
Olivier Marchal lo tiene claro, y consciente de sus limitaciones presupuestarias frente a las grandes partidas norteamericanas en este campo, elige gestionar con inteligencia sus recursos para focalizar los méritos de Sección Zero en su historia y un diseño de producción que basa en la potencia de sus localizaciones (algunas realmente impresionantes) su mayor virtud. Porque el propio planteamiento de la trama evita que echemos de menos los grandes despliegues de efectos especiales que son usuales en otras producciones enmarcadas en la ciencia ficción para que la historia, y con ella toda la potencia de su guion, se alcen como protagonistas absolutos de la propuesta. Por el camino, un festival de referencias al género policíaco y de ciencia ficción que preferimos leer como homenaje, y no como plagio o ausencia de creatividad.
Su punto más débil, tras el visionado de esta primera dosis, es el tratamiento de los personajes, que a excepción de Sirius, apenas se desarrollan. Pero estamos ante el comienzo de la serie, así que toca tener un poquito de paciencia, ya que, tras este visionado, si algo tenemos claro es que queremos ver más. Mucho más. Porque este primer capítulo de Sección Zero puede presumir con tranquilidad de resultar muy entretenido y, sobre todo, muy prometedor para todos los amantes de la ciencia ficción en su faceta más distópica y el policíaco con altos toques de neonoir.
Alfonso Caro