MÚLTIPLE

Aventurándonos a establecer una clasificación particular de cineastas, podríamos decir que existen cuatro tipos de directores en el panorama cinematográfico: los que son queridos por (casi) todo el mundo, los que para unos pasan sin pena ni gloria y para otros son imprescindibles en su filmoteca, aquellos que nos hacen caer en el cliché de que se les quiere o se les odia (sin medias tintas) y otros que, irremediablemente, son mucho más denostados que queridos. Y es curioso comprobar cómo, en muchas ocasiones, hubo un día en que estos mismos directores, que ahora acumulan críticas negativas a montones en sus estanterías, se hicieron con el reconocimiento de crítica y público… pero, quizá, no supieron (o pudieron) mantener el nivel suficiente como para seguir gozando de él. M. Night Shyamalan pertenecería a este selecto grupo del que, por suerte, lleva un par de años demostrándonos que sabe salir. Y con nota.
Lo demostró con el found footage La visita y ese final que ya nos hemos quitado de la cara pero no de la cabeza, y vuelve a hacerlo con Múltiple. Pero esta vez dejándonos el agridulce sabor de habernos quedado sin ese final twist made in Shyamalan tan característico de su forma de dirigir.

Porque principalmente, ese es el propósito de Shyamalan. Lo demuestra con su forma de mover la cámara, centrada casi exclusivamente en planos medios y primeros planos sin vestuarios ostentosos ni detalles aparatosos que nos puedan distraer de las expresiones del actor, y lo demuestra con el personaje de Betty Buckley, colocado inteligentemente para servir de enlace entre su trastorno de personalidad y todas las preguntas que el espectador se hace tanto sobre la enfermedad como sobre el trasfondo del personaje… o personajes. Y es en este aspecto en el que echamos de menos un trato que hubiera ido algo más allá de la siempre socorrida infancia traumática que, curiosamente, sí funciona con el personaje de Anya Taylor-Joy, del que aprovechamos para destacar el carácter del que el director la ha querido dotar, con momentos certeros y realistas de lucidez que por fin se alejan de las casi siempre inverosímiles formas de actuar de los personajes de las cintas de este estilo.

LO MEJOR:
- No descartamos estar ante el mejor James McAvoy desde Expiación… ¿o simplemente el mejor?
- M. Night Shyamalan vuelve a saber lo que se hace y todo lo que sea acercarse mínimamente al regusto que nos dejaron El sexto sentido o El bosque lo vamos a recibir con los brazos abiertos.
- Cierto guiño en cierto momento. You’ll know what I mean.
LO PEOR:
- Hedwig, Dennis, Barry, Patricia, Kevin… vemos a muchos personajes, pero realmente echamos de menos conocer de verdad a alguno de ellos.
- No existen los giros de guion a los que el director nos tiene acostumbrados: en todo momento podemos ver venir, de lejos, cómo va a desarrollarse la historia.
Silvia Martínez