MAMÁ CONTRA CORRIENTE, LO NUEVO DE COSMO


Y con estos mimbres se teje una serie que va a presentar esa dicotomía entre la vida “normal” de Jill y la de las petrimetres de su cuñada y las amigas de esta. Un día a día en el que sufre los ataques inmisericordes de su suegra, que no la acepta; de la directora del colegio al que quiere llevar a sus hijos, por salirse de la norma; de una monitora de spinning por su camiseta de deporte… Pero ella sabrá salir reforzada de esas situaciones poniendo todo su empeño y, por supuesto, riendo junto a sus hijos, comiendo comida basura y bebiendo copa tras copa de vino.

El personaje de Jill, acompañado de su amiga Vanessa, es el perfecto contrapunto al resto, y suponemos que el de su marido también lo será, aunque todavía lo conocemos poco. La protagonista pretende ser otra representante del concepto «mala madre» que tanto se reivindica en estos días (madres que no son perfectas, que reconocen que se ven desbordadas por sus trabajos, por las obligaciones familiares, etc.), y decimos pretende porque no nos la podemos creer, y damos algunas razones: asegura que su cuerpo no esta tan firme como otrora, pues ha tenido tres hijos y no le gusta el deporte, pero en las escenas en las que está en ropa interior no se le ve ni un gramo de celulitis, ni grasa, por no hablar de sus contorneados brazos; parece que quiere ir de representante de la clase trabajadora, pero ella misma reconoce que es rica (aunque no tanto como sus cuñados); intenta hacer chistes, pero son solo palabrotas, y queda en el culo-caca-pedo-pis-vagina… Que educar y cuidar de tres niños es muy sacrificado, pero que tiene todas las posibilidades que su cuantioso dinero puedo comprar, por lo que la identificación con ella solo podrá ser hasta cierto punto. Aunque seguro que muchas madres comprenden que al término de una jornada interminable, aguantando presiones por todos lados (niños, AMPA, jefe…), lo mejor es acabar bailando con una copa de vino en la mano.
Una comedia que nos lleva de nuevo a las altas esferas de Nueva York, pero para observarlas desde el punto de vista gamberro y ácido de Jill Weber, o Kargman, y que quizá sea más realista que los que otras ficciones nos han mostrado, ya que ella se ha criado en ese ambiente. Una serie con la que podremos ser espectadores de las miserias de los ricos y de las ridículas situaciones en las que se mete su protagonista tratando de ser ella misma en un mundo que pretende fagocitarla. ¿Y no es eso lo que queremos todos?
Rocío Alarcos