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LOS SOPRANO FOREVER. ANTIMANUAL DE UNA SERIE DE CULTO

I got the world by the balls and I can’t stop feelin’ like I’m a fucking loser.

(Tengo el mundo cogido por las pelotas y
no dejo de sentirme como si fuera un puto pringado)

Tony Soprano, The Happy Wanderer/El típico tío feliz

Tras los artículos que publicamos en LA BATALLA DE LAS SERIES, llega el momento de indagar en la literatura que esas ficciones han generado, que es mucha y muy buena. Si además esta viene bajo el sello de la editorial ERRATA NATURAE, es garantía de que estamos ante un libro del que disfrutaremos de la primera a la última página.

Comenzamos con LOS SOPRANO FOREVER. ANTIMANUAL DE UNA SERIE DE CULTO. Una recopilación de ocho ensayos de otros tantos escritores, pensadores y críticos, de este y del otro lado del charco, que indagan sobre LOS SOPRANO, ya un clásico de la televisión que entronca directamente con lo mejor del cine y de la literatura. Autores que relacionan la ficción de DAVID CHASE con todo lo que nos rodea y agobia en nuestro día a día, aunque magnificado por la lente de la cámara. Como explica la contraportada este libro trata “sobre LOS SOPRANO y nuestra simpatía por el diablo, por supuesto, pero también sobre LOS SOPRANO y Dios, LOS SOPRANO y la paranoia familiar que (¡ay!) tanto nos suena, LOS SOPRANO y la soledad multitudinaria, LOS SOPRANO y el buen sexo, LOS SOPRANO y el jodido problema del mal, LOS SOPRANO y la obesidad (y de paso: LOS SOPRANO y obscenidad), LOS SOPRANO y el nihilismo que nos toca, LOS SOPRANO y el verdadero striptease de la realidad, LOS SOPRANO y las lecciones vitales del cine negro, LOS SOPRANO y el bienestar infeliz, LOS SOPRANO y el viejo doctor Freud, LOS SOPRANO y el oscurísimo final de LOS SOPRANO, LOS SOPRANO y la frágil verdad de los colosos, LOS SOPRANO y esos cuatro que deben reírse para que a otro le corten un dedo, LOS SOPRANO y la nostalgia infinita de los buenos tiempos, LOS SOPRANO y las cosas que de verdad nos importan, LOS SOPRANO y…”.

La figura principal del libro, como no podía ser de otra manera, es Tony Soprano, el protagonista indiscutible también de la serie. Ese ser que aúna lo bueno y lo malo de la sociedad en general, más allá de la distorsionada que aparece en la pantalla, en un único y enorme corpachón, interpretado como nadie por el desaparecido JAMES GANDOLFINI, y que atrae al espectador como los cannoli a las moscas. ¿Queremos ser Tony? No y sí. Obviamente, si fuera nuestro vecino y lo conociéramos tan bien como al de la televisión, lo despreciaríamos, lo temeríamos, y coincidir con él en el ascensor sería mucho peor que con la actual vecina del quinto. Por otro lado, es un buen padre de familia, aunque sus hijos y su mujer le agobien de mala manera, que se preocupa por sus mayores, aunque su madre y su tío intenten asesinarlo; que cuida de sus empleados, aunque alguno pretenda venderlo; y al que le pueden los patos, momentos en los que se convierte en alguien totalmente achuchable. Luego están sus ataques de ira, sus excesos, su código de honor mafioso… Pero seamos sinceros: «no se imaginan siendo Tony Soprano, sino tan solo en ocasiones sintiendo o deseando como él. […] Cuando Tony quiere venganza, nos imaginamos en su lugar y queremos igualmente venganza; cuando desea matar a su madre, adoptamos su furia asesina; cuando se exaspera por las pataletas de Gloria Trillo, nosotros también lo hacemos». Pág. 64. “Tony Soprano y nuestra simpatía por el diablo”, Noël Carrol.

Además de explicar el interés por su personaje principal, los autores también indagan en cómo ese mundo que lo envuelve ha cautivado a millones de espectadores. ¿Cómo podemos presenciar sin parpadear el asesinato de una mujer embarazada a golpes por el padre de su hijo? ¿Por qué nos gusta entrar en ese antro de mala muerte que es el Bada Bing!? ¿Qué hace que miremos con deleite los trapicheos de Moltisanti, Dante o Big Pussy? Pues porque “necesitamos el crimen para saber que nosotros no somos criminales, para sentirnos progresistas, seres legales” Pág. 50. “Vivir puede matar”, Ignacio Castro Rey. Nosotros somos buenos, ellos son malos. ¿Está claro? Bueno, lo cierto es que también se podría ver de otra forma y es que “[Tony] representa el envés de nuestra patética impotencia. Es follador y nosotros ya no follamos. Es glotón, y nosotros estamos a régimen. Puede ser brutal y nosotros ya no podemos gritar, ni siquiera cuando nos humillan, excepto en el fútbol y en el karaoke”. Pág. 51. Ibídem.

Nuestra vida no es de ensueño, tras el comieron perdices hay que pagar la cuenta del restaurante, la hipoteca, el seguro de la casa, cuidar de los niños, estar pendiente de los achaques de la abuela, ir al trabajo (si tenemos uno) y aguantar al jefe… Por todo esto no nos creemos ya las películas con final feliz, las series donde los buenos siempre ganan y los malos obtienen su merecido. Todo es gris, marengo o perla, pero el blanco y el negro no existen, y mucho menos el rosa. De ahí que las ficciones actuales que triunfan sean sucias, moral o visualmente, y eso empezó con la familia mafiosa de Nueva Jersey. “La vida es real, LOS SOPRANO viven la fantasmagoría salvaje en que se ha convertido la sociedad contemporánea. […]. Sobrevivir es la consigna. Y sobrevivir a costa de los demás. De los pringados. Del común de los semejantes”. Pág. 33. “Los Soprano. La serie total”, Fernando. R. Lafuente.

E insistimos, como los ensayos del volumen, en que nos parecemos más a esos italoamericanos de lo que jamás admitiríamos. Reconozcámoslo, somos cutres. Queremos tener esa cocina de ensueño de la revista de decoración, el cuerpo, y el armario, de un ángel de Victoria’s Secret o el del novio de cualquiera de ellas… Suspiramos por una existencia Instagram, pero nos quedamos en el catálogo de la tienda sueca, los michelines y la ropa del outlet… Tenemos vida de marca blanca. LOS SOPRANO juegan a ser los Corleone, imitan sus rituales y sus gesto. Aunque realmente no hay elegancia, ni estilo, ni códigos de conducta, ni respeto por nada. Visten con chándal y corbatas horteras, tienen ataques de pánico y crisis existenciales. Por eso: “LOS SOPRANO es una serie excelente porque está a la altura del desencanto: desencanto histórico, literario y cinematográfico de un entorno mafioso que deja de perfilarse como dimensión fronteriza, sagrada y romántica para mostrarse en toda su crudeza como parte integrante de un universo regido por la ley de la oferta y la demanda”. Pág. 22. “Mitología y desencanto. Una introducción a Tony Soprano”, Iván de los Ríos.

Para los autores de este libro, LOS SOPRANO supone una excusa para reflexionar sobre la sociedad, los mitos clásicos que vuelven una y otra vez, los héroes, Nietzsche y el superhombre, la violencia gratuita y hasta sobre la existencia de Dios (y ya avisamos de que las cuentas con el Altísimo no salen, Tony gana por goleada). Pero también sobre el lenguaje televisivo y cinematográfico, la nueva forma de encarar el género negro, las series y su «segunda edad de oro» y sobre el hito que supuso el final de LOS SOPRANO. Según John Banville, escritor irlandés (también conocido por su seudónimo, Benjamin Black, La rubia de ojos negros): “El mundo se divide entre aquellos que piensan que el final de LOS SOPRANO es absolutamente perfecto y aquellos que lo consideraron una porquería y una estafa”. Y este final, si necesitaba para alguien más una explicación, tiene también su capítulo en el libro, el último, claro: “lo que sucede al final del último episodio de LOS SOPRANO se llama smash cut. Algo así como corte violento. […] El smash cut […] es abrupto como una bofetada, como una puerta que cierra el viento, como el disparo de un revólver”. Pág. 157. «Coda Soprano: Smash cut», Rodrigo Fresán.

Que nadie se asuste; este libro no es una serie de sesudas reflexiones pseudointelectuales, ni tampoco críticas descarnadas a la deriva moral de la sociedad que nos ha tocado vivir. El gran acierto de este volumen es que todos los que lo firman, y suponemos que en ello ha tenido mucho que ver el trabajo del editor, establecen un diálogo con el lector, cada uno en su estilo, como si comentáramos la serie con ese amigo que nos la recomendó o al que se la sugerimos ver. Puede que no estemos de acuerdo con todo lo que nos digan, pero asentiremos al entender sus argumentos para tal o cual afirmación. Sus referencias las conocemos de sobra, son las del día a día, porque, aunque no seamos conscientes, Aristóteles, Lynch y Bolaño nos rondan continuamente.

Al igual que con la serie, cuesta apartar los ojos de las páginas de este volumen. Con momentos intensos y otros más livianos, con notas extensas al pie para estudiar tranquilamente y párrafos cortos y certeros como los disparos de una 38. De los Ríos nos hablará de los deseos ocultos; Lafuente de cómo se llegó a LOS SOPRANO; Castro Rey de esa figura totémica que es Tony; Carrol sobre la atracción de lo malvado; Hare reflexionará sobre Dios en lo cotidiano; Stoehr tratará sobre el nihilismo en la serie y en nuestro día a día; Castro Flórez sobre la paranoia y la obsolescencia en la que vivimos; y Fresán terminará con una revisión sentimental de la ficción que podría firmar cualquier fan de la misma. Y el final, de nuevo, un smash cut, aunque a blanco en lugar de a negro, que nos deja deseando más y buscando un hueco en la agenda para visitar a los primos de Nueva Jersey.

Esta interesantísima recopilación, como LOS SOPRANO, debería formar parte del temario de ética, filosofía, psicología (y si me apuran, teología), en los institutos y universidades. Por supuesto, en las academias de cine y televisión, para recordar que se pueden hacer obras de arte poliédricas y complejas, pero a la vez accesibles y atractivas para todo el mundo. Para los que gozaron con LOS SOPRANO y saben que Tony era, es y será el capo di tutti capi.

Rocío Alarcos

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