He aquí una secuela que supera a su predecesora. Reconozcámoslo: tampoco era difícil. La primera película que indagaba en los orígenes del miembro más solitario, sarcástico y feroz de los X-MEN parecía antes un videojuego que verdadero cine. Aun así, no era una obra completamente desechable: el carisma de HUGH JACKMAN y una cantidad sorprendentemente grande de escenas de acción la hacían, a su modo, imparable. Además, continuaba con esa línea festiva de la factoría Marvel, alejada de la seriedad y gravedad de NOLAN, que alcanzaría su cénit con LOS VENGADORES.
LOBEZNO INMORTAL vuelve a apoyarse en la estrella australiana para construir alrededor de él una película de superhéroes competente y efectiva. El punto de partida es una espectacular escena en la que el hombre de las garras salva a un soldado japonés en Nagasaki (se pueden imaginar qué histórico día), y éste contrae una deuda moral con él que querrá solventar antes de morir. La vuelta de tuerca dada desde el guion ofrece una interesante premisa: la posibilidad de quitarle a Lobezno esa inmortalidad, que es su don y a la vez su condena en la solitaria eternidad.
No hay prácticamente ningún punto de unión con la primera parte. Ni rastro de su malvado hermano Víctor, ni tampoco de su colega Gambito o del maquiavélico Stryker, el que le convirtió en arma de destrucción masiva. Logan y su tabula rasa parten de cero otra vez, y el espectador tan encantado. La primera hora de película es superior a la segunda: la trama presenta sus cartas con paciencia y buena letra, generando cierto misterio, y creando un interesante dilema e intrincado juego en el que pelearán magnates de la tecnología, políticos, yakuzas y mutantes. Entre ellos, cómo no, el superhéroe que siempre se despierta entre pesadillas, mediará para que los buenos ganen. Y no con poco humor, sino con generosos chascarrillos que le sientan de maravilla. Sin embargo, no todas las escenas de acción funcionan igual, algunas pecan de repetitivas y anodinas, otras son originales y divertidas (la del tren de alta velocidad en marcha se lleva la palma), y alguna es tan inverosímil, que recuerda a la famosa escena de la auto-cirugía de Prometheus.
Por desgracia, todo se va haciendo más previsible a medida que avanza la historia, provocando alguna peligrosa caída del interés. Tanto narrativa como visualmente se hipertrofia, exagerando y malogrando algunos de los puntos fuertes de la película. Algo que no impide finalmente disfrutar de una historia de superhéroes correcta y optimista.
LO MEJOR:
- Hugh Jackman.
- Sus golpes de humor.
- Cuando salgan los créditos finales… quédense aún en la butaca.
LO PEOR:
- La narración va perdiendo potencia.
- Algunas escenas de acción de bajo calibre.
José Colmenarejo