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IRA

Ira en El Palomitrón

Existen tantos conceptos de justicia como países hay en el globo. En China, los casos de corrupción más graves pueden ser castigados con la pena de muerte. Las ejecuciones legales se aplican también en otros países como Egipto o Arabia Saudí para el tráfico de drogas. Y hay delitos que, desde el punto de vista occidental, resulta inconcebible que sean considerados como tales, como la homosexualidad, que sin embargo, en otros territorios (cambiamos homosexualidad por el término sodomía) es motivo de ajusticiamiento. Y poniendo el foco en las democracias, todavía hay una, la más poderosa del planeta, que aplica la pena capital en gran parte de sus estados legitimando desde las instituciones la ancestral ley del talión: Estados Unidos. Partiendo de esta desmitificación de la justicia universal, Jota Aronak construye su ópera prima, Ira. El filme es un poderoso thriller que aparca los prejuicios entre los límites del bien y del mal.

Ira en elPalomitrónRodada con pericia, y utilizando la técnica del falso documental, Ira aterriza en las salas comerciales tras su estreno en la SEMINCI y una tournée de premios cosechados en el circuito independiente. El realizador vasco se vale con acierto de los dos personajes principales para adentrarse en un tema sórdido y complejo sin caer en moralinas. Son los caracteres de los protagonistas, sin duda, lo más brillante de la película por su complejidad y su realismo.

Iker Vélez (Urko Olazábal) cumple con el tópico cinematográfico del periodista. Es osado, vividor y dispuesto a todo por la noticia. Vélez se ha jugado el tipo cientos de veces como corresponsal de guerra. Hastiado de un trabajo tan peligroso como mal pagado, el reportero se embarca en el rodaje de un documental sobre la justicia universal con el que aspira a llegar al éxito profesional. Cuando más estancado se encuentra en la preparación del largometraje, recibe una llamada que podría catapultarlo a la cima, pero también involucrarlo en una situación sin retorno. César Mayo (Nacho Marraco) le encarga que grabe la preparación, diseño y ejecución de un asesinato. Este hombre corriente quiere matar con sus propias manos al que cree verdugo de su hijo, absuelto por el sistema judicial español por falta de pruebas.

Ira en el PalomitrónIra se encuentra lejos de ser un thriller al uso. La muy acertada estructura en la que está construido (sacado aparentemente de un caso real) potencia los puntos fuertes del guion. Su ritmo vertiginoso escala hasta cotas realmente asfixiantes, y la sensación de angustia apenas se va durante toda la película. Al mismo tiempo, los sobresaltos ante las situaciones impredecibles de la trama son constantes y las reacciones de los personajes resultan la mayor parte del tiempo completamente inesperadas, aunque no por ello incoherentes. Es inevitable entrar de lleno en la historia, pero además la narración consigue sin esfuerzo que los 93 minutos de metraje se vivan intensamente, especialmente por la deliberada duda que se crea desde el principio sobre si se está siendo testigo o no de un asesinato. Todo está meticulosamente construido, sin maniqueísmos ni espacios regalados al azar.

En definitiva, Jota Aronak se estrena en el largometraje con una película del todo digna, y, sobre todo, valiente. Ira es un filme para reflexionar sobre cuestiones que el que más y el que menos se ha debido plantear alguna vez. ¿Cómo reaccionarías si mataran a un ser querido? ¿Qué convierte a una persona corriente en un asesino? ¿Van de la mano la ley y la justicia? En una sociedad cada vez menos dada al pensamiento crítico, se agradecen las creaciones que invitan a rebelarse contra lo que uno mismo tiene establecido. Es posible que el espectador encuentre alguna respuesta. O por el contrario, puede que salga del cine con las mismas preguntas con las que entró. Eso sí, lo más adecuado para que los prejuicios no empañen esta notable película es dejar las certezas morales fuera de la sala. Lo más seguro es que se acaben tambaleando.

LO MEJOR:

  • Invita a la reflexión.
  • Su valentía.
  • La buena construcción de sus personajes.

LO PEOR:

  • La narrativa puede resultar un poco confusa a más de uno.

 

María Robert

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