FESTIVAL DE SITGES 2016: SHIN GODZILLA


Shin Godzilla se centra en la bestia que aparece de repente en el Tokio actual para acosar a la civilización y destruir todo lo que se le ponga por el camino. Un país ya aterrorizado por los desastres naturales de radiación, inesperadamente, vive un nuevo horror: la aparición del monstruoso Godzilla. Japón tiene que encontrar la manera de resolver esta imprevista y terrible visita.

Hideaki Anno escribe un guion exquisito de principio a fin donde cabe el tiempo para el horror, la acción y las risas al mismo tiempo. Este ha querido hacer una historia desde el principio como si no se hubiese hecho nunca antes ninguna, con esa esencia de la de 1954 (Japón bajo el terror del monstruo), y se convierte así en un remake de esta en el que poder ir más allá de la película de acción y mostrar muy sutilmente, con elegancia, la sociedad actual japonesa con una brutal crítica social (unión de la población japonesa, que antes no existía, para acabar con Godzilla), crítica política (la burocracia política, la dependencia que tiene Japón de Estados Unidos) y mostrando referencias al desastre de Fukushima de 2011 (los peligros de las radiaciones). El desastre de Fukushima provocó un terremoto en la costa noroeste de Japón, estimulando posteriormente un tsunami que afectó a los reactores nucleares de la central nuclear de Fukushima Dahiichi. Un acontecimiento que el gobierno nipón no supo gestionar y que se muestra en el largometraje en escenas en las que los altos cargos hablan y hablan sin llegar a ningún acuerdo. Todo ello mostrado de una forma sátira que hace pensar y reflexionar al público, sobre todo al japonés, y le invita a no ser conformista. Shin Godzilla no se queda en una simple ficción.
Este largometraje es un total espectáculo donde disfrutar de una gran catástrofe con un nuevo Godzilla que, indudablemente, es el protagonista de la película: ahora es mucho más grande, de unos 118,5 metros, y con una larga cola que lanza rayos láser de colores. Todo un puro espectáculo audiovisual para disfrutar con palomitas. A nivel visual se ve el proceso y la evolución que va sufriendo el monstruo a lo largo de estas dos horas de película, pareciendo este en un principio un lagarto adorable con un rostro que parece que no va a hacer daño alguno (nos provoca incluso risa), hasta llegar poco a poco, a medida que van pasando los minutos, a ser una terrible y espantosa monstruosidad. El lagarto gigante pasa de provocar un tsunami a un terremoto, y termina siendo un reactor nuclear que suelta radiación ultravioleta por la boca, con su Who will know de fondo, digno de ver en pantalla grande y con buen sonido.
Junto al personaje protagonista que se come y destruye la pantalla (nunca mejor dicho) está la conformación del Gobierno, entre la que se encuentran los actores que nos ofrecen muchos diálogos, entre ellos en los que debaten cómo contraatacar al monstruo (un aspecto débil para aquellos que esperen más acción y destrucción que otra cosa).
Godzilla da las mejores escenas de la cinta en la que se mezcla el horror con la poesía de la destrucción gracias a la banda sonora de Shirô Sagisu y a la emoción de ver de nuevo al conocido como «rey de los monstruos» en pantalla grande, que damos fe de que provocó grandes aplausos en el Festival de Sitges y que nos lo hizo pasar, 63 años después de su nacimiento, como a un niño con un juguete nuevo.
LO MEJOR:
- Las secuencias de destrucción de Tokio.
- La banda sonora, que da elegancia a la destrucción.
- La evolución del monstruo.
- El resurgir de la historia de Godzilla en la gran pantalla.
- La esencia del guion amoldado a la actualidad con sus efectos especiales.
- Que, gracias al Ciclo Sitges de A Contracorriente Films, se podrá ver en algunas salas españolas.
LO PEOR:
- No ver la reflexión a la que invita el guion de la película.
- Que, al no ser una producción norteamericana, no se verá mucho en nuestro país.
María Páez