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CRÍTICAS

EL OTRO CINE: MUD


MUD CABECERA

 

JEFF NICHOLS  nos introduce en su Arkansas natal para mostrarnos la vida rural en torno a un río. Éste se convierte en una metáfora sugerente que contribuye a dotar a la película de simbología y movimiento, recurso frecuente en la historia del cine  (inolvidable LA REINA DE ÁFRICA de JOHN HUSTON , la agobiante AGUIRRE Y LA CÓLERA DE DIOS de HERZOG  o, algo más reciente, RÍO SALVAJE con MERYL  STREEP, entre otras muchas).

En esta ocasión nos cuenta la historia de una familia en conflicto que se ven empujados a  abandonar una forma de vida que ya no tiene lugar en la sociedad. Las casas flotantes, la pesca y el trabajo duro forman parte del mundo del protagonista de esta historia, Ellis (TYE SHERIDAN), un adolescente de catorce años que junto su amigo Neckbone (JACOB LOFLAND) buscarán en el río una vía de escape a sus problemas. Como si de una novela de Mark Twain se tratara, encontrarán  en su aventura el mundo  misterioso que el río esconde.  Conocerán a Mud, fugitivo y enigmático personaje al que ayudarán en su lucha por un amor imposible.

 

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Además de ser una película de aventuras, contadas desde un realismo cercano, nos ofrece unos excelentes retratos psicológicos con personajes complejos y bien construidos, con unas interpretaciones sobresalientes, entre las que destacan las de los dos adolescentes y que  incluso sus papeles más secundarios poseen tal carga expresiva que llenan de contenido la película. Especialmente complejo resulta el papel de Mud, donde MATTHEW MCCONAUGHEY debe combinar ese carácter pícaro y simpático al que ya nos tiene acostumbrados, con un halo de misterio y peligro que logra de forma bastante satisfactoria. Frente a esto el papel del malo, interpretado por MICHAEL SHANNON, incluso el del héroe cascarrabias King (JOE DON BAKER), se alejan de esta profundidad para representar un carácter más instrumental y menos creíble. Falla en la presentación de unos “malos” casi infantiles y absurdos, que rozan en ocasiones el  ridículo.

Si el desarrollo de la historia combina con habilidad esa carga de realismo y de análisis psicológico con una gran creatividad e imaginación, es en el desenlace donde la cosa parece que se le escapa de las manos queriendo dar un final acabado, excesivamente acabado, y donde termina cayendo en un simplismo que decepciona con respecto al resto del relato.

 

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El paisaje, además  de una belleza  que explota al máximo, proporciona una simbología donde el río hace de frontera entre dos mundos separados, el de la vida en movimiento y el de la quietud de la espera  donde el tiempo se detiene y los sueños son aún posibles. Pero como en cualquier río todo fluye, ambos mundos están condenados a encontrarse precipitando los acontecimientos

Es también una historia en la que se buscan respuestas desde la inocencia del que todavía quiere creer en lo que la experiencia y las decepciones acaban destruyendo. Nos presenta una apología de la lucha por las ilusiones, por aquello en lo que creemos y queremos conseguir. Pero es a la vez una enseñanza sobre la necesidad de saber cuándo es el momento de renunciar a algo que ya no es lo que era o por lo que ya no se puede luchar. La renuncia es también una victoria porque permite dejar de esperar para seguir viviendo.

En definitiva, es una bella historia contada con gran sensibilidad y detalle pero sin perder el ritmo, la tensión y la profundidad, incluso pesar de las concesiones del guion a resoluciones más novelescas que realistas.

 

 

 

LO MEJOR:

  • Los personajes y sus interpretaciones, la mayoría dotados de una complejidad apenas perfilada pero de gran fuerza.
  • El mensaje que transmite la película de forma sutil y a través de unos magníficos diálogos que llevan el peso del ritmo narrativo.
  • La fotografía explota al máximo los recursos del entorno con una belleza y una luz muy particulares que consiguen potenciar el contenido de la historia.

LO PEOR:

  • El final excesivamente acabado y cerrado.
  • Los “malos”, se echa de menos una mayor preocupación por estos personajes que, si bien son la necesaria dualidad de muchas historias, se agradece cuando además de su papel instrumental están dotados de un buen contenido.

 

 

 

Marina Calvo.

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Alfonso Caro Sánchez (Mánager) Enamorado del cine y de la comunicación. Devorador de cine y firme defensor de este como vehículo de transmisión cultural, paraíso para la introspección e instrumento inmejorable para evadirse de la realidad. Poniendo un poco de orden en este tinglado.