CRÍTICA: SPECTRE
Hace unos pocos años la noticia del estreno de una película de James Bond venía acompañada de incertidumbre, dudas y suspicacias por parte de sus fans, crítica y público en general. Instalada durante demasiado tiempo en la complacencia en cuanto a calidad cinematográfica se refiere, parecía que la saga de James Bond vivía cómoda en su relativa mediocridad. Quizá nadie pensaba que pudiera aspirar a cotas más altas que las que había alcanzado durante los años noventa.
Por todo esto la llegada de SAM MENDES fue una bendición. Lo fue porque supo seguir el buen hacer de CASINO ROYALE, película clave del reinicio de la saga, en cuanto a renovación y elevar ésta hasta unos niveles inéditos en la franquicia. Y porque supo hacer de la seriedad una virtud, del virtuosismo formal una seña de identidad, y de ese Bond, acosado por sus demonios personales, uno de los más icónicos de todos.
Por todo esto, el anuncio de SPECTRE no fue acogido con incertidumbre o dudas, sino con emoción y expectación por parte de su público. SAM MENDES está al mando, todo va bien. Y llegado el momento, toca analizar si SKYFALL es superada o igualada y si el agente secreto sigue de dulce.
El virtuosismo está más que nunca y DANIEL CRAIG encarna al agente más mentalmente torturado de cuantos ha habido. “Los muertos están vivos” es el lema de la película; el pasado viene para torturar a Bond en este epílogo de la época Craig. Epílogo que da más sentido a las películas previas y que sirve como colofón artístico y técnico del paso de MENDES por la franquicia.
Como muestra de esto tenemos la escena inicial de SPECTRE: vuelve el gun barrel (inequívoca señal del retorno a los clásicos por los que deambula la película), que nos introduce en un impresionante plano secuencia por las calles de Ciudad de México. Este largo plano es un excelente resumen de las épicas proporciones de la película, de lo magnifico que es el espectáculo. A través de una multitud de gente pero también de ventanas y azoteas (imposible no recordar el memorable plano secuencia que MIJAIL KALATOZOV realizó hace ya mucho tiempo en SOY CUBA) la cámara se desliza, introduciéndonos irremediablemente en la historia.
Una historia más clásica que nunca (y probablemente una de las más sorprendentes que ha tenido toda la saga) que recurre a lugares comunes en la franquicia e innumerables referencias e inspiraciones de películas pasadas (es un ejercicio muy interesante recopilarlas todas: DESDE RUSIA CON AMOR, LA ESPIA QUE ME AMÓ…) para tejer no sólo un homenaje a los fans del agente, sino un entramado sólido y bien construido en el que introducir al espectador. Este entramado, por desgracia, flaquea en algunos puntos, haciendo el viaje un poco más pesado de lo que debería. Parece que el pulso y el momentum que le había conferido la primera parte de la cinta al agente 007, vacila y dubita (siempre recomponiéndose) y evita que el espectáculo sea total.
A este pequeño inconveniente hay que añadirle otro, más subjetivo, que es la sensación de que, pese a que CHRISTOPH WALTZ como villano funciona bien, está algo desaprovechado, o incluso desdibujado. El Silva de JAVIER BARDEM se erige como el gran villano de la época Craig en detrimento de un buen WALTZ que acusa, una vez más, que el guion no sepa rematar algunos de sus aspectos por igual: ritmo narrativo y dibujo de personajes.
No todos los personajes requieren un esbozo de forma tan precisa como lo hace el villano de la película. Tanto los personajes de LEA SEYDOUX como de MONICA BELLUCCI están bien dibujados (cada una dentro de su rango de importancia en la película), y otros personajes sorprenderán (M y Q, fantásticos ambos). El mayor problema, son, por lo tanto, los antagonistas de 007. Buenos, pero se echa en falta en ellos la ambición que sí tiene el resto de la película.
En cualquier caso, son inconvenientes menores si se observa la película en su conjunto; pensada hasta el más mínimo detalle, ofrece una variedad de localizaciones apabullante: ciudades, montañas y desiertos, cada uno explotado según sus características para ofrecer las escenas de acción más variadas posibles. Un juguete para los fans de la saga, que verán, en SPECTRE, multitud de otras películas más clásicas de Bond.
Quizá por esto la película funcione tan bien como epílogo: Bond recuerda a los muertos pasados, los personajes secundarios no lo son tanto y obtienen un inédito protagonismo (lo que ayuda también a dibujarlo con una riqueza nunca vista), y el conjunto parece ser un resumen de todo lo que es James Bond.
Pero, hasta donde sabemos, no es un epílogo. Es el más que cacareado final de CRAIG y MENDES al frente de la saga, pero James Bond volverá. Ahora quedan muchas preguntas en el aire (y los fans temen de nuevo): ¿Quién la dirigirá? ¿Quién será el próximo Bond?. Pero quizá la cuestión más importante a resolver sea si se recurrirá a partir de ahora a algunos de los nombres más grandes de la industria para que la franquicia no pierda el estatus que ha vuelto a alcanzar. Los muertos están vivos, y James Bond está más vivo que nunca.
LO MEJOR:
- El espectáculo definitivo de la saga de James Bond
- Probablemente tenga la mejor escena inicial de toda la franquicia
- Fantástico epílogo del Bond de CRAIG que aúna todos los aciertos de su época
LO PEOR:
- El guion no da la talla en cuanto a continuidad en algunos momentos
- Los villanos parecen algo desdibujados y les falta chispa en momentos clave