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Miocardio (2025)
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CRÍTICA: MIOCARDIO (2025)

ANTECEDENTES

El miocardio es el tejido que rodea el corazón, un músculo cuyo objetivo es que la sangre llegue a todos los rincones del cuerpo. Y también es el título del segundo largometraje de José Manuel Carrasco (El diario de Carlota), que narra el reencuentro entre una pareja de examantes.

Los protagonistas son Vito Sanz (Volveréis, Tenéis que venir a verla), actor con el que estaba deseando trabajar el director y Marina Salas (Yo, adicto, Saben aquel), amiga y actriz con la que ya ha colaborado en cuatro ocasiones. También lo acompañan Luis Callejo (La espera, La casa) y Pilar Bergés (Daniela Forever, Yo, adicto), con los que igualmente ha trabajado en cortometrajes.

Miocardio se presentó en la pasada edición del Festival de Cine Europeo de Sevilla, en su sección Rampa. La cinta está producida por Malvalanda, mientras que de la distribución nacional se ha encargado Syldavia Cinema. Se estrena el 24 de enero en nuestros cines.

LA PELÍCULA

Las cosas son sencillas para el corazón, que se limita a latir mientras hay vida. Cuando deja de haberla, para. Y entonces se emiten las últimas órdenes del cuerpo, unos movimientos casi rituales: la sangre se concentra en un mismo punto, las extremidades se agarrotan, la piel se vuelve fría. Teniendo en cuenta todo esto, casi se podría decir que vivimos involuntariamente.

Un hombre se sitúa frente a la cámara y empieza a contar una historia. La historia de Pablo, que despierta en una mañana soleada, algo que podría comprobar si simplemente se asomara a la ventana. En cambio, se levanta como si todo en él pesara. En la cocina, reúne un buen puñado de pastillas y se las mete en la boca. Mastica con torpeza, pero también con determinación. Entonces llaman al teléfono.

Es como si en el fondo lo estuviera esperando: Pablo escupe una nube de polvo blanco y se apresura en buscar el aparato. Es Ana, su primer amor, a la que no ve desde hace más de quince años. En apenas un parpadeo, ella está en el umbral.

Miocardio (2025)

Al principio va todo lo bien que puede ir un reencuentro con un ex. Ella admira el apartamento, aunque él se apresura en sacar los fallos internos: tuberías que colapsan, goteras.

La situación es tan rara, tan increíble para Pablo, convencido hasta ahora de que esas cosas no sucedían, que todo puede inclinarse rápidamente hacia la ira, hacia la nostalgia, hacia el rencor… O hacia la ternura.

A pesar de ser una historia de género realista, con personajes que cualquiera podría cruzarse, en Miocardio encontramos mucho artificio cinematográfico. Artificio en el mejor sentido del término: cadenas de casualidades, reencuentros in extremis, un apartamento luminoso a buen precio, diálogos muy literarios…

La película vuelve hasta en cuatro ocasiones a la misma situación, el reencuentro de la pareja. Esto, lejos de provocar algún sentimiento de hastío, logra envolver al espectador en una espiral cada vez más hipnótica.

De todas estas versiones, es inevitable preguntarse cuál es la real: ¿La primera? ¿La última? ¿La que tiene un final más lógico? ¿Más feliz?

Todas. Ninguna. La que queramos contarnos a nosotros mismos. La que necesitemos contarnos a nosotros mismos.

Las historias pueden ser manejables, incluso predecibles; la vida, con todo su caos y sinsentido, no. Por eso recurrimos continuamente a las novelas, a las películas o las fantasías que rondan nuestra cabeza. Un poder sanador de la ficción que Miocardio reivindica con un guion repleto de metáforas, metalenguaje, referencias literarias y juegos de palabras.

Y es que la ficción, de la misma forma que los amigos, la familia o los amores pasados y presentes, puede servirnos de baipás para permitir que el corazón siga latiendo. Durante las crisis es inevitable echar la vista atrás y tratar de reescribir nuestra vida. La cinta explora el encanto de la vida no vivida, la frontera entre realidad y ficción, y lo hace desde el contexto del estancamiento y desencanto vital de su protagonista.

Miocardio (2025)

Como sospecha Pablo en el fondo, puede que estemos condenados a vivir siempre lo mismo. Pero, como trata de hacerle ver Ana, como Miocardio nos muestra a su vez, dentro de esta afirmación quizá exista también la luz de una nueva oportunidad.

La presencia de Ana airea la casa. Empuja, a veces literalmente, al personaje de Pablo. Un empujón que para otra persona en su situación serviría para incorporarse de la cama, dejar de fumar o poner una lavadora, y que para Pablo es simplemente asomarse a esa ventana y contemplar el sol que hace ahí fuera.

ELLOS Y ELLAS

Pablo es escritor, Ana actriz. O, al menos, es a lo que han consagrado la mayor parte de su vida. A intentar serlo.

Sus diálogos inundan la historia. Es a través de estas conversaciones que los acompañamos a través de toda una amalgama de emociones hasta acercarnos al núcleo, donde no quedan por quitar más capas a la pareja.

El personaje de Vito Sanz pasa la mayor parte de la película sumido en un estado de confusión, atormentado. Poco a poco vamos descubriendo detalles sobre él: algunos de sus escritos, sus problemas con relaciones pasadas, con el alcohol…

Ana, por su parte, busca salirse del arquetipo en el que Pablo inconscientemente la encasilló al escribir sobre ella. Una imagen que proyectó hacia el mundo cuando debutó como novelista. Una imagen que corresponde más bien a la chica que conoció dos décadas atrás en una fiesta. Pero el descaro inicial de Ana esconde muchas fallas.

Es gracias a la repetición que podemos ver a estos actores moverse con fluidez de una emoción a otra, de pasado a presente, de la ficción a la realidad. De la misma forma, las actuaciones de Luis Callejo, hilo conductor de la historia, o la de Pilar Bergés, la exmujer de Pablo, que va y viene de su memoria, ayudan a espaciar lo que parece el acto final o epílogo de una relación.

Cuatro actores como las cuatro cavidades del corazón.

LA SECUENCIA

La única escena en la que la pareja sale del apartamento es cuando se encuentran tomando el sol plácidamente en la terraza. Ahí, tras una conversación cargada de verdad, ambos bajan la guardia. Y por eso surgen algunos temas que, aunque más triviales o ligeros, siempre se quedaron en el tintero.

Una terraza, gafas de sol, butacas… La calma podría instalarse definitivamente en la pareja o todo lo contrario: calma, sí, pero la de antes de la tormenta.

Miocardio (2025)

TE GUSTARÁ SI…

  • Disfrutas con las radiografías de una pareja;
  • Te consideras nostálgico

LO MEJOR

  • La química entre Vito Sanz y Marina Salas
  • Sus diálogos, especialmente cuando la situación se vuelve melancólica
  • Un guion repleto de detalles que ganaría con un segundo visionado

Miocardio se estrena el 24 de enero en nuestros cines.

Elena Romero

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