CRÍTICA: LOS COMPLICES
El terror es uno de los géneros más vinculados al espectador. Existe una relación recíproca entre el espectador y las imágenes que está recibiendo. La clave está en encontrar un espacio para el miedo. Y no importa si es el infierno de Dante o Hill House; puede ser incluso una casa en Valencia en la década de los 90. Lo importante en envolver a quien lo este viendo, hacerle participe de lo que ocurre en pantalla.
Si hay algo que destaca en el trabajo del director Alberto Evangelio, es la gestación de atmosferas, colocando al público en un lugar que, a priori, puede parecer convencional pero que poco a poco se convierte en algo excepcional. De ahí su mezcla habitual de jugar con híbridos del «género» con claves del drama psicológico. Un cóctel que entretiene, perturba y sirve como denuncia.
En el caso de «Los cómplices», no podría ser menos. Se trata de un cortometraje protagonizado por Lorena López, Iván Massagué y Lucía Pardo, que recientemente ha sido seleccionado para competir en el festival de Málaga en su actual edición. Un proyecto que esta funcionando muy bien en el circuito.

«Los Cómplices» comienza con la llegada de María a un misterioso edificio donde había quedado en encontrarse con Salvador y Consuelo. Ella necesita algo que solo esta extraña pareja le puede proporcionar… ¿Qué será?
Evangelio realiza un buen trabajo de suspense dosificando la información para mantener la intriga durante todo el desarrollo de la trama. Jugando con unos evocadores diálogos y una puesta en escena sencilla pero de gran factura técnica, el cortometraje sumerge al espectador en el conflicto del personaje interpretado por Lorena López: ayudar a su padre, quien debido a una enfermedad está condenado al sufrimiento y quiere encontrar alivio para su dolorosa vida. Para ello, busca la ayuda de esta extraña pareja, experta en cumplir este tipo de cometidos, algo a lo que se dedican con frecuencia… Sí, más misterio aún…
Quizás hubiera funcionado mejor con un poco más de desarrollo y algunas explicaciones adicionales; sin embargo, al estar todo tan bien condensado, la sensación de quedarse con ganas de más es positiva. La historia cuenta con algunas sorpresas y se valora por la elegancia en su planificación. Todos los actores están fabulosos, ofreciendo interpretaciones naturalistas que no se dejan llevar por el género de terror subyacente de la historia. Es un producto que juega bien sus cartas y funciona a la perfección siendo honesto con sus intenciones y sin engañar al espectador. Lo recomiendo
Martín Ortiz