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CRÍTICA: ÉL ME LLAMÓ MALALA

 

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Lejos de la creciente fiebre de los biopics que nos acecha y que parece perseguir a la cartelera en cuanto encuentran un hueco en el que colarse, los documentales siempre parecen un buen reducto para mostrar a alguien extraordinario sin caer en esa mala costumbre de hacer ficción de lo que la realidad ya superó en el pasado. Estos retratos, generalmente, buscan ir más allá de la mera descripción de unos hechos que marcan la vida de un sujeto y se alejan de esos hábitos cinematográficos que pretenden emocionar por encima de lo merecido, de aquellos que indagan en ese lado humano del que tanto se presume, aunque el tema principal sea, curiosamente, la vida de un hombre o de una mujer. Expliquen, si pueden, si no hay nada más humano que una persona.

 

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En este caso, el documental es el mejor género posible para reflejar la historia de una joven que se hizo mundialmente famosa por una hazaña que ella misma no buscó. En ÉL ME LLAMÓ MALALA, un veterano de los documentales reivindicativos como en su día lo fue UNA VERDAD INCÓMODA (2006), DAVIS GUGGENHEIM, planea sobre la vida de Malala, esa vida que logró recuperar tras lo sufrido en el año 2012, cuando los talibanes atacaron en el Valle de Swat (Pakistán) el autobús escolar en el que viajaba e intentaron, sin éxito, acabar con ella de un disparo en la cabeza. Las consecuencias derivadas de este hecho fueron más allá de su (milagrosa) supervivencia y de las secuelas físicas que Malala arrastrará hasta el fin de sus días. Se ha convertido en la personificación y el símbolo de la lucha incansable por el derecho de las niñas y de las mujeres a recibir una educación, a no transformarse en títeres del analfabetismo más radical. Esta pelea es la que casi le cuesta la vida, y la que ha hecho de ella un ejemplo a seguir.

ÉL ME LLAMÓ MALALA bucea en la nueva realidad de esta adolescente al mismo tiempo que intenta llevar al espectador a ese hecho pasado que quizá en su día no comprendió realmente. Resulta inteligente la forma en que los recuerdos anteriores al atentado se convierten en bonitas animaciones creadas por JASON CARPENTER, y la manera incisiva en que se adentra en el desconocimiento de Occidente de una realidad que no permite descanso. Sin embargo, no es realmente esto lo que interesa en este documental. El protagonismo se comparte entre Malala, cuya figura no se diluye en ningún momento, y su padre, un hombre que transmitió a su hija la rebeldía, la superación y la lucha por un mundo mejor.

 

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Sin embargo, EL ME LLAMÓ MALALA tropieza una otra vez con ese deseo de engrandecer una figura que ya de por sí se encuentra en un pilar más elevado. Incluso, en ciertas ocasiones, parece un ejercicio de propaganda más que el retrato cotidiano de una persona que lleva a sus espaldas el peso de una dimensión que no reclamó. Llegado el momento, la narración escoge el camino comercial en el que parece que únicamente la derrota en el año 2013 y la concesión al año siguiente del Premio Nobel de la Paz es lo realmente importante; y olvida que, detrás de un galardón como este, la historia que le precede es más relevante. Podría tratarse de un acto de atracción para aquel espectador al que este hecho no le interese, o para aquel que tenga una opinión contraria a la que muestra el documental. Totalmente lícito. No obstante, lo verdaderamente destacado es que se pueden extraer infinidad de mensajes que despierten en el público esa conciencia que quizá tenía dormida y que, por supuesto, no provienen de ningún premio.

ÉL ME LLAMÓ MALALA no esconde sus objetivos, aunque estos se pierdan en el camino. Lo que en un principio es una mezcla de información y actualidad, se va convirtiendo, a medida que avanza el documental, en un acto un tanto propagandístico en el que la importancia reside y finaliza en el beneficio obtenido. Sin embargo, es la propia protagonista la que quita hierro al asunto y asume que, del modo que sea, sus actos pueden conseguir más que un único hecho aislado.

 

 

LO MEJOR:

  • Las secuencias en el domicilio familiar de Malala.
  • Las ilustraciones de JASON CARPENTER.
  • La explicación de los antecedentes resulta muy reveladora.
  • La banda sonora.

LO PEOR:

  • El giro comercial al que somete la narración hacia el final.
  • Resulta un tanto superficial en algunos momentos.

 

 

Sheyla López

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