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CRÍTICA: EL DESAFÍO

 

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El 7 de agosto de 1974, Philippe Petit cruzó las Torres Gemelas sobre un cable. Su actuación fue ilegal e inesperada, pero le dio reconocimiento internacional y estuvo en la portada de cientos de medios de comunicación de todo el mundo. El propio PAUL AUSTER lo recordaba así: “Me llena de alegría pensar en la mañana de 1974, en la que un joven le hizo un regalo de una asombrosa belleza a la ciudad de Nueva York”. Su hazaña sirvió de inspiración para cientos de jóvenes que veían difícil cumplir sus sueños: si era posible algo tan descabellado como cruzar sobre un cable los dos edificios más altos de Estados Unidos, todo estaba al alcance de la mano. Han pasado más de cuarenta años desde que aquel joven francés cruzara el World Trade Center, pero su historia está más de moda que nunca. En 2008, el británico JAMES MARSH rodó el oscarizado documental MAN ON WIRE, donde se explicaba el plan de Petit para burlar la seguridad de las torres y desplegar su equipo sin ser detectado. Además, hace unos meses, Petit rememoró sus experiencias en su último libro, EL DESAFÍO, donde detalló en profundidad cuáles fueron los motivos que le impulsaron a cometer tan peligrosa tarea. El éxito de la obra inspiró a ROBERT ZEMECKIS (FORREST GUMP, NÁUFRAGO) para dirigir EL DESAFÍO, la millonaria adaptación cinematográfica protagonizada por JOSEPH GORDON-LEVITT.

Hace poco menos de un año veíamos los primeros avances de la película y algunos nos mostrábamos escépticos. Era difícil imaginarse cómo en dos horas de metraje se iba a desarrollar la historia de un tipo que cruza un cable entre dos torres. La historia sonaba interesante pero parecía tener poco trasfondo. Sin embargo, ZEMECKIS se mantiene fiel al libro, explica detalles de la vida del protagonista y desgrana poco a poco cómo llevó a cabo su plan de acción, por lo que al final consigue que EL DESAFÍO parezca más un estudio de cómo conseguir el éxito que una película sobre un logro aislado. Dicho de otro modo: que Petit cruce las Torres Gemelas es algo increíble, pero el director hace que importe más entender cómo y por qué lo hizo.

 

 

Funambulista francés, juglar moderno, alma indomable, Petit se define a sí mismo como un poeta rebelde, alguien que nunca congenió con la gente y que prefería mantenerse apartado, absorto en su mundo utópico, exento de barreras y complejos. Se enamoró del Word Trade Center cuando todavía no estaba terminado: vio una imagen en un recorte de un periódico parisino en el que se comparaba la Torre Eiffel, cien metros más pequeña, con los dos colosos neoyorquinos, que comenzaban a construirse. No dudó un instante. Supo que su sueño sería tender su cable entre los edificios y cruzarlo a la vista del mundo entero.

A Petit lo interpreta un notable JOSEPH GORDON-LEVITT. Aunque el parecido físico entre el equilibrista y el actor es muy diferente, LEVITT convence creando uno de los personajes más complejos de su carrera: arrogante y egoísta, pero de buen corazón, es, en el fondo, un niño escondido en el cuerpo de un hombre adulto, cuyo único objetivo es encontrar un lugar en el mundo donde cumplir su sueño. En un alarde de simbolismo, ZEMECKIS decide que el personaje principal narre la historia en primera persona subido a lo alto de la Estatua de la Libertad, esa misma que los franceses regalaron a los estadounidenses para conmemorar el centenario de la Declaración de Independencia.

 

 

La película está estructurada de manera lineal, salvo por las pequeñas intervenciones del narrador en los momentos clave. Comienza con un Petit que hace sus primeros logros en el circo, donde conoce a Papa Rudy (BEN KINGSLEY), uno de los mejores funambulistas de Francia, y termina poco después de la espectacular secuencia del cruce de las Torres Gemelas. ZEMECKIS dedica casi una hora y cuarto a conocer a Petit, sus ambiciones, los motivos que le mueven a hacer las cosas que hace, los amigos que va reclutando para que le ayuden en su descabellada empresa, y a explicar todo el plan de acción que llevarán a cabo la noche del 7 de agosto. El espectador consigue empatizar con los personajes, y aunque sabe que Petit conseguirá su objetivo, se rinde igualmente a la tensión y al suspense a los que está sometido. El cineasta consigue crear incertidumbre, aun a sabiendas de que el espectador conoce el final de la historia.

Pero si algo destaca en EL DESAFÍO por encima de todo es el uso de la tecnología 3D. Pocas películas han sabido aprovechar este recurso como un beneficio para la historia (GRAVITY es una de los escasos títulos que se me ocurren), y mientras que la mayoría lo utiliza para crear la sensación de tridimensionalidad, ZEMECKIS lo hace para potenciar la profundidad de campo. El 3D de EL DESAFÍO brilla en su secuencia más emblemática: el momento en el que Petit cruza las torres. El efecto consigue crear un vértigo angustioso, que convierte la película en un espectáculo tan real como el de un parque de atracciones. Es el clímax en su máximo esplendor.

ZEMECKIS también se aleja de los patriotismos y de los homenajes explícitos a los atentados del 11 de septiembre, aunque están presentes de manera involuntaria durante toda la cinta. En cambio, aboga por una historia de personajes que viajan a contracorriente en una sociedad cada vez más materialista. Quizá estos personajes, sobre todo los secundarios, estén demasiado estereotipados, lo que le resta credibilidad a la película, pero eso no hace que sean menos entrañables. El cineasta baña la cinta de un idealismo casi utópico, inocente, donde todo es posible y no hay barrera que se interponga entre los sueños y la realidad. EL DESAFÍO es puro entretenimiento, una experiencia inolvidable que debe disfrutarse en la gran pantalla, con las gafas en tres dimensiones, y con la predisposición de ir a ver una historia increíble que, milagrosamente, llegó a tener éxito.

 

 

LO MEJOR:

  • El uso del 3D y la recreación de las Torres Gemelas.
  • La interpretación de JOSEPH GORDON-LEVITT.
  • Cómo cuenta tantas cosas en tan poco tiempo.

LO PEOR:

  • Personajes secundarios estereotipados.
  • Hace que la historia resulte más increíble (en el sentido negativo de la palabra) de lo que ya es.

 

David García Maciejewski

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Periodista y crítico de cine. Estudia en UCM. Diplomado en Dirección de Cine y TV por Escuela TAI. Trabaja en Abania Eventos S.L. Colabora en Farrucini y El Palomitrón.