CRÍTICA DE BOKU NO HERO ACADEMIA 3X10
Boku no Hero Academia es pura potencia y explosividad, pero solo cuándo y cómo quiere. Creo que, a pesar de la animación de la que hace gala, las palabras tienen mayor fuerza que los golpes. Tanto la irrupción de All Might a ritmo de Smash del episodio anterior como la explosión de Bakugo o el devastador ataque final de All for One transmitieron firmeza y convicción, no lo negaré. Pero la auténtica fuerza reside en el mensaje que hay detrás, en la defensa y comulga de unos valores. Por ello, cuando tiene lugar el choque directo entre los dos poderes más colosales de la serie, son el mensaje y el propósito los que regresan una vez más para eclipsar, para llevarse el protagonismo.
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La dualidad de un gran poder
La aparición de All for One marca el giro de guion necesario para decantar la balanza a favor de los villanos y llegar a uno de los puntos álgidos de la producción. El tan esperado duelo entre los máximos representantes del bien y el mal. Luz y oscuridad. Tras la nube de destrucción sembrada a su paso, All for One emerge de la oscuridad como si de un ser superior se tratara. Alguien por encima de la cadena evolutiva. Sosteniéndose en el aire deja fuera de combate al héroe profesional nº4, Best Jeanist. No existe un ápice de humanidad ni en su semblante ni en sus palabras. Unas que se agravan por la pieza musical empleada. Notas de piano entremezcladas con cantos de ópera que hacen de la circunstancia algo más lúgubre y sombría. El ambiente se torna denso y cuesta mantener la compostura y la respiración. El grupo de Midoriya permanece estupefacto mientras Shigaraki, los miembros de la Liga de los Villanos y Bakugo son transportados frente al máximo exponente del mal.
Maestro y alumno se reúnen. Porque no solo el bando heroico entiende de legados. Lejos de mostrar hastío o furia hacia Shigaraki por haber fallado una y otra vez, el villano le tiende la mano, le insta a recuperarse y volver a intentarlo. Verbaliza un más que sincero apoyo a su causa, a su entrenamiento y evolución. Boku no Hero Academia no margina a sus villanos por el mero hecho de actuar bajo el mantra de la violencia, se preocupa por mostrar esa otra cara de la sociedad. La de los juguetes rotos, personas quebradas que no han gozado de buena fortuna y erran —o, tal vez no— en sus decisiones. La fe de un maestro hacia su discípulo no tiene por qué entender de etiquetas o bandos, existe o no. Tras el intercambio de palabras, llega el de golpes. All Might aterriza en el campo de batalla y sus puños tienen un claro objetivo.
La sonrisa de la amistad
El reencuentro entre los dos titanes sucede tras seis largos años de paréntesis. Ambos lucen evidentes secuelas de su última contienda, una que no tuvo un claro vencedor. En ese tiempo All Might y All for One se han preocupado por crear un legado, heredar sus respectivas voluntades. El intercambio de golpes se produce, pero se nota falto de tensión, de fuerza. Bakugo debe lidiar con Shigaraki y el resto de villanos mientras presencia como su ídolo lucha por su protección y salvación. El joven aspirante a héroe es conocedor de la difícil situación en la que se encuentran ambos y lo único que puede hacer es zafarse de sus rivales mientras gana algo de tiempo para idear un plan.
Pero si alguien del elenco de Boku no Hero Academia es especialista en urdir estrategias, ese es Izuku Midoriya. El protagonista traza un plan analizando todas las piezas dispuestas a lo largo y ancho del tablero. La velocidad y la precisión deben ser señas del rescate. Si fallan en un simple centímetro están perdidos, y su ayuda se convertiría en un contratiempo. Se volverían una carga más. Deku busca explotar los poderes del pequeño grupo y utilizar a Kirishima para salvarle. El único estudiante de la U.A con el que Bakugo guarda una relación más cercana, su único amigo. La animación vuelve a destacar en este punto de la producción, se vuelve ágil y precisa en los detalles. El desconcierto impera en el escenario, en los villanos y en el propio Bakugo. Pero cuando Kirishima le tiende la mano en el aire no duda. El desconcierto se esfuma a la par que el polvo y las rocas del terreno cuando se eleva por medio de una explosión. Frames de pura velocidad hasta que se produce el apretón de manos entre los dos amigos y la primera sonrisa sincera de Bakugo. Amistad en su máximo exponente. Una fuerza mucho mayor que la vista hasta el momento en el combate.
Derrumbar el Símbolo de la Paz
El rescate de Bakugo ha sido completado con éxito. Al final, no son los héroes profesionales los responsables de llevarlo a cabo, sino sus propios amigos y compañeros. Lealtad y amistad en contra de las leyes y órdenes impuestas. El verdadero significado de ser un héroe reside ahí, en salvar y proteger bajo el riesgo de perder todo. Sin la presencia de Bakugo en el campo de batalla, All Might puede golpear con más fiereza que nunca y liberar todo el poder que guarda en su interior. Luchar de tú a tú sin temer por los daños colaterales. All for One apuesta por sacar a Shigaraki y sus secuaces de la partida, brindarles una vía de escape para recomponerse y volver a atacar en el futuro. Para salvaguardar y potenciar su legado.
Voy a hacer referencia a las palabras que abren la presente crítica para brindarle un final. La alusión a la fuerza del mensaje por encima de lo visualmente poderoso, de la potencia tan tangible del impacto físico. Las palabras de All Might previas a asestar el duro golpe que concluye este décimo episodio son las que transmiten ese poderío, son las que hacen sentir todo el peso e importancia del personaje y sus valores. La respuesta a las continuas provocaciones de All for One termina en un golpe capaz de aplastar al villano, pero es el contenido verbal el que tiene el auténtico peso. La animación también se sirve de ello y lo potencia empleando diversas técnicas. El puño golpeando el demacrado rostro del representante de la oscuridad es algo más que carne y huesos, es la conjunción de ideales y valores brillando y exhalando un último aliento. Los jadeos de un muy mermado All Might preceden a la revelación final. Nana Shimura, el anterior sucesor del One for All. De nuevo, burla y provocación. De nuevo, la supremacía de la palabra.
Edu Allepuz
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