El viernes 10 ha sido la segunda jornada de la Berlinale y la primera para nosotros. El balance de este primer día es positivo, puesto que hemos visto cuatro películas y todas han resultado como mínimo interesantes. Pese a provenir de lugares muy distintos del globo (Brasil, Japón, Hungría y Francia) tratan temas muy similares y, a veces, desde ángulos muy parecidos, como son la falta de comunicación y comprensión entre padres e hijos y la soledad o los roles de hombre y mujer en la sociedad actual. Además, las cuatro cintas contienen momentos de comedia bien dosificados que han permitido que la audiencia conectase con la historia y los personajes y al final, durante los créditos, aplaudiese entusiastamente a los realizadores, quienes se prestaban después del visionado a responder preguntas de los espectadores.
Desgraciadamente, solo hemos podido ver una cinta de la sección de competición (A Teströl és Lélekröl), pero en la jornada de hoy sábado lo compensaremos yendo a ver cuatro de ellas, una de las cuales es la esperadísima T2 Trainspotting. Si lo miramos por el lado positivo, hemos podido explorar secciones paralelas que no reciben tanta atención (como son Panorama y Forum) y que esconden sorpresas muy agradables.
Sabemos que este formato de crítica no es el más adecuado para ser justos con las pelis y las realizadoras, y puede ser que algunos de nuestros análisis no sean ni complejos ni interesantes debido a la gran cantidad de información que debemos tratar en tan pocas líneas. Por estos casos pedimos disculpas por adelantado.
Sin más preámbulos, hagamos un pequeño recorrido por los filmes, en orden de visionado.
Como Nossos Pais
En primer plano, una olla hirviendo; en segundo, una familia reunida alrededor de una mesa. Pronto sucederá algo que romperá los cimientos de esta institución social. Este es el punto de partida del quinto filme de la directora Laís Bodanzky (presente en la sala). A partir de aquí, y con un par de giros folletinescos (padres perdidos, enfermedades terminales) el personaje central inicia un viaje para encontrar su identidad mientras va cuestionando entidades como el matrimonio y la familia, a la vez que redirige sus prioridades. Como las de las siguientes películas, la protagonista de Como Nossos Pais no se siente bien consigo misma, ya que no consigue adaptarse al rol que le ha adjudicado la sociedad, y, al mismo tiempo, siente que ese no le hace feliz. Escrito así parece un denso drama existencial, pero hábilmente la guionista sabe equilibrar estos momentos más intensos, que nunca caen en la grandilocuencia, con frescas pinceladas de humor de comedia de enredos gracias a las reacciones de perplejidad de la sobrina, el aura hedonista del padre y el ingenio mordaz de la madre.
Otra cualidad de la obra es que consigue retratar con bastante veracidad la vida privada de las familias. Parte de este mérito es de los geniales intérpretes, en especial de Maria Ribeiro. Por otro lado, la labor de puesta en escena es realmente original, filmando espacios muy cotidianos desde perspectivas muy inusuales.
Karera ga honki de amu toki wa
Interesante drama con algunos apuntes cómicos (basados en la repetición de frases y acciones en diferentes contextos) sobre la soledad de la infancia (si ningún adulto te acompaña durante este viaje) y la identidad sexual.
El director le da mucha importancia a los pequeños detalles, a los espacios vacíos, a las formas de los objetos que le dan identidad a una casa (el uso de interiores y los planos dentro de los planos remite a Ozu) y a la cadencia casi musical de las acciones de los personajes (coser, cocinar…). Especialmente brillante es el uso de los planos cenitales usados para crear momentos de gran impacto en el espectador.
Pese a tener un final muy amargo, el público se ha mostrado muy entusiasmado con la propuesta.
A Teströl és Lélekröl
A diferencia de los casos anteriores, esta película húngara rehúye de los convencionalismos y los efectismos de las narraciones melodramáticas y existencialistas y crea un universo propio, absurdo hasta la médula, a partir de imágenes artificiosas y surrealistas y diálogos debidamente irreales, sin ningún atisbo de humanidad. A pesar de esta apuesta tan radical, el truco funciona, la historia es coherente y redonda dentro de lo estrambótico de este mundo y los personajes cobran vida (los actores están muy bien dirigidos y fotografiados: sus ojos brillantes, llenos de vida, demuestran que están completamente inmersos en los personajes). Nos gustaría apuntar, para acabar, que el personaje de Alexandra Borbély es brillante en su planteamiento y ejecución, logrando que cada aparición suya provocara grandes risas entre el público.
Barrage
No sabemos si por el cansancio o por la historia que contaba, pero hemos tenido la sensación de que las dos horas de duración de Barrage eran excesivas. De hecho, mucha gente ha abandonado la sala una vez que Isabelle Huppert ha desaparecido de la historia (su personaje es muy secundario), y esto era solo media hora después de empezar. Puede que esto se deba al ritmo lento y contemplativo de la obra. Durante el primer tramo, la directora Laura Schroeder deja respirar la historia a través de largas secuencias de diálogo donde los silencios tienen más importancia que las palabras que se intercambian. A medida que la narración avanza, las relaciones entre los tres personajes de tres generaciones distintas se vuelven más complejas y más difíciles de gestionar por parte de las implicadas, y la cámara se vuelve más sofisticada, consiguiendo así planos muy poderosos visualmente, como el del espejo que se va enrojeciendo.
La película trata temas no muy representados en la ficción, como los errores que se transmiten de madres a hijas y de estas hijas a sus hijas (aunque hagan todo lo posible para evitarlo). Tres generaciones que son la misma, en lo bueno y, sobre todo, en lo malo.
¿Qué nos deparará la jornada de hoy? ¡Estamos ansiosos por descubrirlo!
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