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CINE ENTREVISTAS REDACTORES SITGES 2024

57 SITGES. INFINITE SUMMER: HABLAMOS CON SU DIRECTOR, MIGUEL LLANSÓ

A punto de acabar la 57 Edición del Festival de Sitges, entrevistamos a Miguel Llansó, director de Infinite Summer. Nos recibe en los jardines del Hotel Melià de Sitges, donde nos encontramos y hablamos de ciencia ficción, tecnología, relaciones y cine para celebrar la presentación de su última película.

Pregunta: Buenos días, Miguel.

Miguel: Buenos días.

P: ¿Qué tal? ¿Mucho jaleo en Sitges?

M: Pues muy bien, muy bien. Bastantes entrevistas.

P: Enhorabuena por la película. La verdad es que es muy interesante. Me gustaría saber: ¿Qué te inspiró para hacer el guion?

M: Pues yo creo que un poco la idea o la soledad y el vacío de mis estudiantes, por eso se la dedico a ellos. Sobre todo es más acentuado durante la pandemia. O sea, la idea de que de alguna manera vivimos en un mundo que está lleno de estímulos. O sea, de Instagram, de comunicación, de… De un montón de estímulos, pero, por otro lado, la gente o la gente joven siente un gran vacío y entonces pensaba un poco, bueno, sobre hacia dónde vamos, la evolución humana, qué estaba pasando en este momento y entonces pensé: ¿Pues qué pasará de aquí a cinco años o seis? ¿Qué pasará en diez años? ¿Cómo cambiará la tecnología la manera de ver nuestro…? De percibir, de crear comunidad. Entonces es como que enlacé esta soledad también con la evolución. Si de alguna manera las tecnologías aplicadas al cuerpo, todo lo trans, todo lo que construye una cosa trans podría de alguna manera crear otro tipo de comunidades y otro tipo de maneras de vivir. Y, pensando en todo eso, empecé a leer libros. Como era la pandemia y tampoco podía salir, es que tenía que leer libros.

P: Es interesante porque justamente te iba a preguntar sobre la tecnología. Hay un punto en la película del no retorno en el uso de esa tecnología. ¿Tú crees que para ti es más un arma de sumisión o una herramienta de liberación?

M: Siempre la tecnología ha sido un arma de sumisión. Totalmente, porque la tecnología trata de controlar, ¿no? Creo que la tecnología viene como de una obsesión del hombre de controlar el futuro. O sea de… Yo qué sé, hasta un aparato tecnológico para… Yo qué sé, para ver qué día va a hacer mañana. Si va hacer sol o va a estar nublado es predecir el futuro y controlarlo. Entonces, yo creo que ese control es también un control de nosotros mismos. La tecnología está ahí para… No sé, para decir que tienes que hacer las cosas de esta manera. O sea, lo veo más como un elemento controlador que como un instrumento liberador. Pero, como todo instrumento controlador, tiene sus fallas y las cosas, los ordenadores se joden… No sé, la tecnología se está jodiendo todo el rato, ¿no? Además, que cuando aprendes una cosa…

P: Sí, te la cambian por otra.

M: No, no, vete con esto, que es esta tarjetita, lo pasas por ahí, que se abre la puerta… Pues nunca se abre. Pero bueno, eso también crea una oportunidad para que las cosas se desmoronen de alguna manera y que el poder se desmorone. Esas fallas de la tecnología que están bien exploradas en el cyberpunk. Me gusta una definición del cyberpunk que leí por ahí que dice: hich-tech, low life. Alta tecnología, mala vida. O sea, todo el mundo jodido, todo el mundo sin dinero, precario, pero con una tecnología alucinante, ¿no? Que, además, claro, a los pobres se les rompe, ¿no? Porque la gente tiene unos teléfonos móviles… El mío, por ejemplo, está hecho polvo. Entonces, claro, sí, funciona bien los dos primeros días y luego todo se empieza a desmoronar. Entonces, en esa especie de grieta del desmoronamiento puede haber oportunidades como en la película para que cosas raras sucedan. A mí me gusta que sucedan cosas raras en el mundo. No me gusta que esté todo predicho y todo ya reconfigurado. Me gusta cuando ocurren cosas raras y espontáneas y la aventura se abre camino.

P: Efectivamente, espontáneo es lo que ocurre. Bueno, es un poco en relación a esa pregunta. El tema de las relaciones porque, al fin y al cabo, las relaciones que aparecen en esa película vienen determinadas por esa tecnología. ¿Puede haber alguna forma de existir sin ella o ya estamos nihilísticamente predeterminados a que nuestra vida sea…?

M: Pues qué buena pregunta, tío, porque yo… Por ejemplo, a mis alumnos… Cuando salió el Tinder y todo esto y el Facebook eran una manera como de ponerse en contacto para luego quedar en la vida real. La gente decía: “Bueno, hablamos en el Facebook y luego ya después de tres meses quedábamos, nos tomábamos una birra…” Y luego se transformaba en la realidad. Pero mis estudiantes ya no consideran que esa tecnología sea un tránsito hacia la realidad, sino que la toman como la realidad en sí misma. Es decir, ellos tienen citas que nunca se consagran realmente. “No, no, es que este es mi follamigo, pero de Tinder”. Dices: “¿Pero quedáis?” “No, es todo online”. Ostras. Entonces, las relaciones de amor, eróticas, las relaciones de mensajes se vuelven un fin en sí mismas, no para quedar después, sino para… No sé… Entonces, el mundo virtual ya no es como una especie de puerta de entrada al mundo real, sino que el mundo virtual del Tinder o lo que sea se vuelve un fin en sí mismo. Y eso me dejó bastante loco, que la gente joven ya no quedara, ¿no?

P: Efectivamente. Es interesante lo que estás diciendo. De hecho, tengo aquí una pregunta precisamente a raíz de eso. Por ejemplo, en tu última película, Jesus shows you the way to the highway, hay, igual que en esta película, un abandono del cuerpo. ¿Para ti qué significa el cuerpo humano y el ser?

M: Pues creo que es muy importante esa pregunta porque todos los pensamientos que tenemos y toda la manera de existir tiene muchísimo que ver con nuestro cuerpo. De hecho, lo decía en una entrevista hace poco, pero somos simios con botones nucleares.

P: Qué interesante: simios con botones nucleares.

M: Claro, tenemos la misma capacidad de sentir y pensar a través de nuestro cuerpo que hace a lo mejor diez mil años, pero ahora con una capacidad de hacer un genocidio con inteligencia artificial. Aprietas un botón y te estás… Yo creo que a Nasralá se lo cargaron con un análisis de inteligencia artificial, de dónde estaba y cómo estaba. Entonces es aterrador, ¿no? Porque, al fin y al cabo, ¿Cuál es la pasión corporal, ¿no?: Follar, matar, amar… No sé, hay una serie de sentimientos muy limitados por nuestra… Producidos casi, por nuestro cuerpo.  ¿Cómo eso podría cambiar con una tecnología más trans? ¿Cómo el cambio del cuerpo podría modificar los sentimientos? ¿Modificar el sentimiento de comunidad?

P: Es muy interesante este tema porque estamos asistiendo en los últimos años a la transformación del cuerpo. Es decir, es en los noventa con la nueva carne en el cine…

M: Efectivamente, Cronenberg. Pero ahora hay como una vuelta. Se había abandonado eso y ahora hay como una vuelta a esas pelis que son muy carnales y muy sangrientas. La sustancia, ¿no? Es también una reflexión sobre todo ese brutal cambio corporal que traen las tecnologías y cómo eso cambia la persona. El cuerpo y la mente no están separados, ¿no?

P: Hace años, seguro que la has visto, se estrenó Titane como un ejemplo de transformación del cuerpo, además llevado a un nivel extremísimo.

M: Todo eso la verdad es que me interesa bastante y yo creo que, además, pone en cuestión también  toda la lógica de la vuelta a las raíces, a la identidad cultural, a ese subterfugio que nosotros nos hacemos en lo que creemos que somos, ¿no? Yo creo que los fascismos, que vengan los fascismos, la vuelta a España, a Estonia, a todo esto, creo que viene como de un miedo precisamente a esa transformación radical a la que nos estamos sometiendo. Digo desde el punto de vista corporal, social, este cambio total al que nos vamos a enfrentar en los próximos cien años. ¿Qué pasa si ya no eres tú? Ni siquiera eres tú. ¿Quién eres tú? Ahora mismo “Eres tú” se define por un cuerpo, pero si tú estás aquí y allí a la vez… O sea, es decir, ¿cómo que estás aquí y allí a la vez? Sí, porque a lo mejor eres dos cuerpos. Es que eres aquí y allí. ¿Cómo puedes estar aquí y allí? Ya el hecho de que yo soy yo y estoy aquí con mi cuerpo es… O lo contrario: mi cuerpo está aquí, pero yo no estoy aquí. ¿Qué pasa? Porque mi cuerpo está allí, pero yo estoy aquí. ¿Dónde estás tú entonces? Claro, porque pasa mucho. Ahora vas en el metro y la gente no está allí. Sus cuerpos están allí, pero ellos no están allí. Ellos están en otro espacio que es el ciberespacio y los cuerpos se quedan casi inertes. Tú ves gente por la mañana en el metro y lo inerte existe. O sea, es muy brutal porque la gente ya no está aquí.

P: Te voy a preguntar una cosa: ¿Tú crees que la ciencia ficción permite explicar determinados temas que serían más difíciles de explicar en historias reales?

M: Sí, creo que, de alguna manera… Porque hay una clave muy potente. Yo, por ejemplo, estudié filosofía, pero hay una cosa que me pareció una clave muy potente, que es cuando leí, por ejemplo, cómics, Alan Moore o Philip K. Dick, que es la emocionalidad, ¿no? Porque, claro, lees a Kant y nadie se siente emocional. Es un burócrata. Es un tío que escribió durante toda su vida metido en su habitación. Entonces, claro, es de una racionalidad.

Entonces, cuando estás viendo, no sé, a Cronenberg, hay una vuelta a las historias, casi a Homero. Un poco a la transformación de la filosofía otra vez en historias, en relatos, y, claro, el relato siempre tiene un componente emocional. Yo creo que es más fácil para la gente entender algo emocionalmente que racionalmente. Y la racionalidad se produce después en un ejercicio de entender lo que estás sintiendo. Entonces es un arma como más poderosa.

P: Muchas gracias y última pregunta ya. Tus dos películas anteriores, Crumbs y Jesus shows you the way to the haghway, tienen un punto más gamberro, más salvaje. Los diálogos de esta película sí que son muy gamberros y muy salvajes, pero, sin embargo, veo una estética mucho más refinada, mucho más elegante. ¿Estamos viendo una evolución de tu cine hacia otro lugar?

M: No, ya te digo que no porque voy a volver a ser punk. O sea, creo que en este… Era un período muy excepcional de mi vida. Acababa de tener una hija, era la pandemia…

P: Enhorabuena.

M: Gracias. Entonces volví un poco como a los orígenes de, bueno, de un poco psicológicos de quién soy yo, un poco biográficos y un poco encerrados en un lugar. Entonces eso me llevó como a una dimensión mucho más psicológica de lo que a mí me gusta. Entonces, a mí me gusta la sátira, la tragicomedia, la aventura… Y creo que voy a volver a esa especie de golpes más de martillo con Velasco Broca, que es el mayor martilleador… Es un excelente director, es el montador de mis pelis, pero es como un Buñuel… Entonces, a golpe de espontaneidad y flash sabe lo que me gusta: Monty Python, no sé, algo que… No sé, muy espontáneo… Me gusta… Creo que soy más capaz de hacer películas a martillazos que sutiles. No soy un artesano sutil que haga, yo qué sé, florituras. Y en esta película me metí quizá en demasiadas florituras y creo que volveré al martillo.

P: Son interesantes las florituras igualmente. Son muy estéticas. Tienen incluso un punto de lovecraftiano, de horror cósmico al final.

M: Sí, un poco de horror cósmico. Bueno, eso pretendía. Mi referencia era 2001, Akira… O sea, un horror cósmico, pero que no llevara a lo mejor a… Pero con un toque escéptico para que no se convirtiera en algo demasiado gordo o pesado que te hundiera el espíritu. Siempre con una visión un poco escéptica y paródica. Como David Lynch, que es capaz de hacer cosas con mucho humor y cosas que te estés cagando de miedo, pero siempre hay como una disolución del miedo en el humor que tiene él detrás y a mí me gusta ese tono. No sé, era el tono que quería perseguir sobre todo hacia el final de la película. Los últimos diez o quince minutos de la película.

P: Pues muchas gracias por tu tiempo, enhorabuena por la película, disfruta Sitges y, lo dicho: que haya mucha suerte.

M: Muchas gracias.

Javier Alpáñez

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