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CRÍTICA: MIENTRAS SEAMOS JÓVENES

 

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MIENTRAS SEAMOS JÓVENES es, eminentemente, una radiografía de la crisis de los cuarenta con todo lo que compuerta. Una pareja, él documentalista y ella productora (perfectos BEN STILLER y NAOMI WATTS), casados desde hace años y sin hijos, ven como sus mejores amigos encaran la cuesta de la paternidad. Sus ansias de seguir disfrutando de su tiempo libre les llevan a engancharse al ritmo de vida de una pareja mucho más joven que ellos (sublimes ADAM DRIVER y AMANDA SEYFRIED). Ellos encarnan hasta el más mínimo detalle el espíritu hipster, esta nueva juventud que sienta sus bases sobre la imposición de lo antiguo (VHS, vinilos, máquinas de escribir, escritorios DIY y demás) sobre lo nuevo (información a un sólo click, toda la discografía de los Rollings en el bolsillo y muebles IKEA). Esto es exactamente lo que necesita la pareja protagonista del relato de BAUMBACH: sentirse nuevos siendo antiguos.

 

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La película se mueve todo el rato entre los intentos de STILLER y WATTS por no perder el tren de la juventud y los de DRIVER por triunfar en el mundo del documental. Todo el rato funciona por la yuxstaposición de contrarios: viejo contra joven, crisis creativa contra oasis de creatividad, carrera estancada contra carrera en auge. En su lucha por salir del pozo de aburrimiento que es su vida adulta, el personaje de STILLER se ve a sí mismo en el de DRIVER, un joven con talento que debe ser apadrinado por alguien.

Quizá el único pecado de la película lo comete su propio director (y guionista), que no termina de encontrar el tono de su película. Entre la fina capa de sencillez cotidiana de las películas existenciales de WOODY ALLEN, o el complejo trasfondo de las obras repletas de chistes de pedos y penes de APATOW (ambos directores referenciados de forma tanto voluntaria como involuntaria por BAUMBACH), el director de MIENTRAS SEAMOS JÓVENES reviste de simplismo lo complejo, y de trascendencia lo más sencillo: arranca la película con una cita de IBSEN, pero convierte al personaje de NAOMI WATTS en una siemprejoven bailadora de hip-hop. A veces es el intelectualismo y a veces la comedia socarrona, pero siempre hay algo que se siente quirúrgico y artificial.

 

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Al final, MIENTRAS SEAMOS JÓVENES no sólo se centra en el paso de los años y sus implicaciones en la vida de la gente corriente, también encierra pequeñas reflexiones sobre el arte. Por ejemplo, sobre la honestidad del cine documental,  sobre las crisis de creatividad en los artistas/creadores, o la más importante: la diferencia de concepciones acerca del arte de la generación de los setenta y la de los noventa. El personaje de STILLER no comprende cómo puede ser que en la inquieta mente de DRIVER convivan pasión por LOS GOONIES y la banda sonora de ROCKY con la prestigiosa lectura de FAULKNER y su amor por sesudos documentales. Igual es esa la verdadera y única lección de la película: encontrar el equilibrio (entre juventud y madurez, entre el considerado arte «bueno» y arte «malo») es la única solución para vivir feliz.

 

 

LO MEJOR:

  • Las actuaciones, en concreto de ADAM DRIVER y de NAOMI WATTS.
  • El regusto amargo de sus reflexiones sobre la madurez.
  • La secuencia del personaje de BEN STILLER en el médico.

LO PEOR:

  • Las salidas de tono de BAUMBACH.

 

 

Pol Llongueras

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