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CRÍTICA: EL REY DE LA HABANA

 

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Es cierto que la realidad de Cuba se ha llevado a la pantalla en numerosas ocasiones y que son muchos los títulos que han reflejado todos los estadios políticos de Cuba, ya sea la época prerrevolucionaria (LA BELLA DEL ALHAMBRA, 1989) o la posrevolucionaria (MEMORIAS DEL SUBDESARROLLO, 1968), o se han acercado a su realidad social abordando temas como la sexualidad (FRESA Y CHOCOLATE, 1993), la educación (EL BRIGADISTA, 1997) o el día a día de su sociedad (SUITE HABANA, 2003). Pero lo que también es cierto es que el periodo de la década de los noventa ha gozado de un mayor olvido por parte de los cineastas.

EL REY DE LA HABANA recupera este periodo y nos presenta una historia muy intimista, que opta por volcar en su protagonista, el joven Reinaldo, todo el crisol de esperanzas, sueños, temores y soledades que la sociedad cubana padeció casi en silencio durante esta etapa de su historia. Sin norte, y casi sin origen, EL REY DE LA HABANA dibuja con mucha crudeza unos personajes con los que resulta muy complicado empatizar y que se antojan muy distantes del cómodo espectador europeo. Y es que EL REY DE LA HABANA es sórdida, y la constante presencia del sexo y la violencia como motores de la supervivencia puede que no sea algo, a priori, muy atractivo, pero no por ello deja de ser veraz en su planteamiento, sucio y carente de cualquier elemento que armonice el conjunto.

 

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Por todo ello será complicado para muchos espectadores entrar en la película, y si uno lo consigue que no espere florituras porque, según avanza la proyección, lo que queda claro es que la esperanza que debería abrazar la galería de personajes que pueblan la Cuba de AGUSTÍ VILLARONGA hace tiempo que abandonó Cuba. Pocos momentos hay en la película (se cuentan con una mano) para dar cuartel a la humanidad en su concepto más civilizado.

Lo que nos queda por un lado, y como lectura positiva, es el trabajo de sus protagonistas. El trío protagonista firma un buen trabajo, y en el caso de MAYKOL DAVID (actor novel) realmente convincente dando vida a Reinaldo, un joven que expresa con mucha riqueza esa ambigüedad de personalidades (una, la más humana, y la otra, la más violenta y canalla) que luchan constantemente por el poder en su personaje. Su compañera de aventuras, Magda (YORDANKA ARIOSA) parece en cambio que no sufre ninguna lucha interna y que hace ya tiempo cedió el trono al egoísmo y la manipulación, siempre en su propio beneficio. Cierra el trío Yuniesleidi (HÉCTOR MEDINA), el personaje más humano de la cinta (y por supuesto el más débil). Mientras Magda desata como un ciclón lo peor de Reinaldo, Yuniesleidi sacará a la luz lo mejor de él.

 

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Lo que llama la atención es que haya tenido que ser un director español el que finalmente haya trasladado este periodo de Cuba a la gran pantalla, y que lo haya hecho captando con tanta exactitud las expresiones y el glosario de la calle, aunque no debería de sorprender tanto si prestamos atención a la estrecha relación que han tenido muchos de nuestros mejores realizadores con la escuela cubana (MARIANO BARROSO o MANUEL MARTÍN CUENCA, sin ir más lejos) y lo conocedores que han sido de su realidad. Quizá EL REY DE LA HABANA no es más que una asignatura pendiente de nuestro cine con el pueblo cubano.

Una cinta que no es fácil de digerir, como la vida misma cuando no hay esperanza. EL REY DE LA HABANA no regala concesiones y no permite soñar (ni a sus personajes ni al espectador).

 

LO MEJOR:

  • Su crudeza y su falta de freno para recrear situaciones
  • El trabajo del trío protagonista

LO PEOR:

  • Su desenlace
  • Que muchos espectadores, desconocedores del libro homónimo de Pedro Juan Gutiérrez, acudan al cine esperando otra cosa

 

Alfonso Caro

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Alfonso Caro Sánchez (Mánager) Enamorado del cine y de la comunicación. Devorador de cine y firme defensor de este como vehículo de transmisión cultural, paraíso para la introspección e instrumento inmejorable para evadirse de la realidad. Poniendo un poco de orden en este tinglado.