SSIFF: CRÍTICA: FLORES PARA ANTONIO
ANTECEDENTES
Este año se cumplen tres décadas desde que Antonio Flores nos dejó. Todo un talento nacido en el seno de una familia de artistas que se fue demasiado pronto, demasiado joven, con muchísimo aún por dar. Su legado pervive en los que lo conocieron y escucharon, y es imposible no verlo en su hija, Alba Flores, que además de ser su viva imagen también ha heredado su arte incontestable. La actriz se ha rodeado por Isaki Lacuesta y Elena Molina para rendir homenaje a su padre y a su vez conocerlo a través de los ojos de sus familiares y amigos.
LA PELÍCULA
Antonio Flores, ‘el Lolillo’, como lo bautizaron en los titulares cuando nació, estuvo desde que vino al mundo en el candelero. No iba a ser menos el hijo de Lola Flores y El Pescaílla. La película se echa a navegar por la línea cronológica, mostrándonos esa casa siempre llena de música y de gente, el preludio del artista en el que se convertiría Antonio. Desde la canción protesta con No dudaría, pasando por el rock y de vuelta a la rumba, la voz y las letras del cantautor nos acompañan durante todo el metraje, igualmente cuajado de sus dibujos y versos manuscritos, para componer un relato en el que Alba Flores visita y se sienta a conversar sobre su padre con su madre Ana Villa, sus tías Rosario y Lolita, amigos y colegas de profesión como Joaquín Sabina, Antonio Carmona o Ariel Rot, y otro sinfín de amistades y allegados.
Lacuesta y Molina, de la mano de Alba, nos ofrecen un repaso sincero a la vida de Antonio, dentro y fuera de los escenarios. La pasión por su familia, sus éxitos como cantante, las etapas en las que prefirió mantenerse en un segundo plano y brindar sus composiciones a otros, sus altos y sus bajos. El material tanto de archivo como casero parece no tener fin, y no es hasta la última parte de la película que empezamos a quedarnos más con el aquí y el ahora, cuando después de treinta años Alba da el paso de derrumbar el tabú que había estado manteniendo (no tenía más que ocho años cuando murió su padre), abriendo la veda a conversaciones que la familia estaba deseando tener cuando ella estuviera preparada. La tragedia de la pérdida de Antonio apenas dos semanas después del fallecimiento de su madre Lola nos sobrevuela a todos y cuando ese pasaje llega, es todo lo emotivo y lo de verdad que cabía esperar. El final del documental marca el cierre de un círculo completo, el colofón a un viaje familiar necesario y sanador.
ELLAS Y ELLOS
La cantidad de personas que toman parte en el documental demuestran lo querido y admirado que era Antonio. Pero es Alba quien lo ha promovido, quién nos hace remover junto con ella. Esta es su historia tanto como lo es la del protagonista, Antonio. Es la carta de amor de una hija a su padre.
LA SECUENCIA
Entre el metraje rescatado para el documental hay vídeos caseros que incluso Alba veía por primera vez. Ver cómo la voz de una Alba niña fluye al son que improvisa su padre con la guitarra, es de los momentos más especiales de la cinta.
TE GUSTARÁ SI…
Si eres fan de Antonio, de Alba, del clan Flores, o si simplemente quieres asistir a un pedacito de historia de la música de nuestro país.
LO MEJOR
- La generosidad con la que todos los participantes nos acercan a la figura de Antonio.
- La catarsis que ha supuesto este documental para la familia Flores, y en especial para Alba.
- La oportunidad que brinda la película para que las nuevas generaciones también puedan conocer a Antonio y su legado.
LO PEOR
- Por pedir, nos quedamos con las ganas de que “Alba”, el tema que Antonio compuso para su hija, tuviera mayor protagonismo en la película.
Aitziber Polo