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ENTREVISTA A FERNANDO FRANCO

Entrevista al guionista y director Fernando Franco con motivo del estreno de «Subsuelo», una mezcla entre thriller y drama psicológico protagonizado por Julia Martínez.

Martín Ortiz: Me gustaría que nos contaras cómo surgió el proyecto.

Fernando Franco: Llevaba tiempo queriendo hacer un thriller, algo de género. Leí la novela de Marcelo Luján y hubo una serie de temas que me llamaron la atención. Me parecieron interesantes: la manera en que habla de la familia, el tratamiento del tiempo, que me parecía un reto. De hecho, trasladar ese tratamiento al guion cinematográfico fue complejo, porque estaba lleno de elementos que tuvimos que sacrificar tanto en el guion como en el montaje. Pero, aun así, me parecía estimulante, y de ahí surge un poco todo.

M.O: Muy interesante lo que has dicho del tiempo como herramienta, y te lo quiero preguntar también como director y montador, cómo has trabajado eso, si se ha mantenido un poco el espíritu del texto o luego en las distintas fases habéis jugado con el material.

F.F: En realidad, el triple salto mortal con tirabuzón que tiene ‘Subsuelo’ es que el narrador está continuamente mezclando presente, pasado y futuro en las mismas frases. Entonces yo me preguntaba a nivel cinematográfico cómo podría trasladar eso. Fue una de las cosas que tuve que renunciar. Opté por una estructura, digamos, desmembrada a nivel de guión, como desestructurada, no cronológica y en el guión, aparte de eso, había como un planteamiento de solapamiento, digamos, de mezcla de puntos de vista de las mismas acciones, que eso sí que se vio bastante mermado y renunciamos a él.

M.O: Luego también un tema muy importante es el retrato de la juventud.

F.F: En mi película anterior, La consagración de la primavera, ya había trabajado un poco con ese mundo más juvenil, donde existe una diferencia generacional entre ellos y yo. Pero tanto en esa película como en esta, me he puesto en manos de ellos, porque tanto Julia como Diego pertenecen realmente a la generación que estamos retratando.

Por ejemplo, las conversaciones de WhatsApp yo las tenía escritas de una manera, pero se las entregaba y les decía: “Hacedlas vuestras, cambiad los emojis que consideréis, las expresiones, la forma de hablar”. Durante el proceso de ensayos, una de mis preocupaciones era que ese retrato de gente más joven no resultara inverosímil. Para mí, la prueba del algodón era que ellos dijeran que estaba bien, tanto en el uso del móvil como en las expresiones y en todo lo demás.

M.O: Y luego también está un tema que yo creo que es indispensable en esta generación, que es el empleo del móvil, lo que sirve como herramienta de comunicación y que parece que si hacemos una ficción contemporánea es imposible que todos los personajes no usen el móvil en un momento u otro, como que es difícil.

F.F: Es un instrumento, una herramienta que está ahí de forma permanente, pero también me interesaba retratar su lado más oscuro: cómo puede convertirse en una amenaza o en un vehículo de extorsión y manipulación. Al mismo tiempo, me interesa esa paradoja de que el móvil, que supuestamente sirve para comunicarnos, también puede fomentar lo contrario: la incomunicación.Así que, para mí, no se trataba solo de que estuviera presente como parte del fondo —algo que, como decías tú, es indispensable para mantener un código verosímil—, sino también de mostrar ese otro lado que tiene y que puede afectarnos tanto a nivel social como personal.

M.O: Y que ya has utilizado esta herramienta de la pantalla partida para mostrarnos cómo manda WhatsApp pero no se ve la contestación, eso es muy sugerente.

F.F: Sí, eso es porque, de alguna manera, siempre me han gustado las conversaciones telefónicas en las películas en las que escuchas a una sola persona, pero no a su interlocutor. Me parece interesante ese ejercicio de completar mentalmente la conversación desde el otro lado. Entonces me pregunté cómo sería trasladar eso —que, la verdad, no lo había visto— a una conversación de WhatsApp.

De ahí surge un poco la idea de utilizar la pantalla partida, en la que solo somos testigos de lo que escribe el personaje que está en plano, pero no de lo que recibe.

M.O: Luego, por otra parte, en el trabajo con los actores, ¿cómo creaste esa relación de esos personajes con esas dependencias y esa separación entre los mundos adultos y jóvenes que siempre hay?

F.F: Bueno, eso en realidad creo que esa separación entre el mundo joven y el adulto viene bastante heredada de la propia novela. Luego, la relación con los actores y cómo se generan las dinámicas particulares entre los personajes surge sobre todo en los ensayos. Tenemos un guion escrito, pero para mí está completamente abierto a lo que pueda ocurrir durante el proceso de ensayo: variar cosas, introducir, eliminar, etc.

Busco esa verosimilitud de la que te hablaba, que nos lo creamos, que funcione. En ese sentido, soy bastante permeable a las propuestas de los propios intérpretes. Es una fase bastante laboriosa, te diría.

M. O:Pero se ve que también eso que le dejas mucha cancha, por ejemplo, en la consecuencia de arranque. Eso está muy bien, porque ese momento como que vas creando una tensión a partir de la naturalidad en un plano secuencia.

F.F: De hecho, es un plano técnicamente bastante complejo, para el que tuvimos que hacer un ensayo general completo antes de poder armarlo. Está muy trabajado. Ensayamos a escala en una nave, dibujando la piscina en el suelo, marcando los movimientos, por dónde venía la cámara… Todo está muy medido.

A base de ensayar una y otra vez, lo fuimos depurando, intentando que el resultado se viera como lo imaginábamos: realista, verosímil, que el diálogo funcionara. Pero sí, tiene unas coordenadas muy claras que ya estaban preestablecidas.

M.O: ¿Y esas propuestas tan arriesgadas te las tuvieron que comprar? ¿Siempre tuviste claro de que era la mejor manera?

F.F: Tengo la suerte de contar con unos productores que confían bastante en mí —bastante, no diría mucho—. Siempre y cuando las cosas estén controladas, que no nos pasemos tres pueblos con el presupuesto o que no impliquen una complejidad innecesaria, respetan bastante mi planteamiento.

Entonces, la pregunta que nos hacíamos era: ¿hasta qué punto podemos rodar este plano del tirón? ¿O necesitamos hacer un ensayo general, por decirlo de alguna manera? Y ahí ellos entendieron que sí, que lo ideal era hacerlo. Luego, cuando lo llevamos a cabo —tanto el ensayo como el plano— nos dimos cuenta de que, sin ese ensayo, quizá habríamos fallado.

M.O: ¿Y luego crees que tu conocimiento del montaje te ayuda a la hora de dirigir?

F.F: Sí que me influye. Es un arma de doble filo porque, por un lado, estoy muy pendiente de cómo va a funcionar todo luego en el montaje. Todos los días trabajo en eso, en contacto con Miguel, mi montador: él me manda cosas, yo le envío comentarios, etc. A veces tienes delante un velo que pertenece a una fase posterior, pero que, al mismo tiempo, hay que tener en cuenta. Es un poco complejo, pero convivo bien con ello, digamos.Además, últimamente trabajo siempre con la misma script, que es Sara Cobos, e intento delegar en ella ciertas tareas para poder centrarme más, sobre todo, en el trabajo con los actores.

M.O: Y ya para terminar, ¿cómo bascula la película entre tantos temas? Porque tiene muchos momentos de drama social, incluso con cierta carga crítica, y va variando poco a poco hacia lo inquietante, hacia el thriller…

F.F: Últimamente me interesa mucho cuántas películas caben dentro de una sola película; es decir, cuántas propuestas admite el formato del largometraje, incluso a nivel de puesta en escena y demás. En esta peli, por ejemplo, hay elementos que responden a dos planteamientos distintos en ese sentido. Todo está rodado de una manera más o menos estilizada, con grúa, cabeza caliente, etcétera.La clave es que, ya desde el proceso de guion, estábamos muy pendientes de hasta qué punto podíamos darle relevancia a esa historia, incorporarla, cuánto debía pesar la parte más de suspense… Así que, al final, tanto la escritura como el montaje son un poco como una cocina, ¿no? Vas poniendo ingredientes y te preguntas: ¿le agrego más sal?, ¿le quito un poco? Y así, poco a poco, vas dosificando la información y los recursos para lograr esa mezcla que finalmente se ve en la película.

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