EL ABOGADO DEFENSOR: HULK


Empecemos por el principio. Los créditos, ¡qué créditos!. En un margen de 5 minutos nos presentan todos los acontecimientos relevantes anteriores al presente del filme (menos una carta que se guardan bajo la manga para dar un giro a la historia más adelante) sin necesidad de diálogos ni voz en off; toda la información es visual. Por si eso fuera poco, el montaje es frenético, calculado al milímetro y con clara influencia de la tradición romántica. Este es un componente clave, puesto que sirve para entender la visión del mundo de David Banner, muy parecida a la del Dr. Frankenstein, y en las antípodas de la de su hijo. Este conflicto paternofilial es uno de los temas principales de la cinta. Todo ello acompañado por la magnífica partitura de Danny Elfman (os animamos encarecidamente que la escuchéis antes de proseguir con el artículo).
Seguidamente, el guion introduce con cierta celeridad (en menos de 30 minutos) los 5 personajes con conflicto emocional (y prácticamente los únicos con diálogo): Bruce, Betty, Ross, David y Talbot. Este último es el menos perfilado de ellos, el más caricaturesco, y por eso el menos interesante. Por el contrario, los otros están muy bien trazados y las relaciones que mantienen entre ellos tienen mucho subtexto: los definen por oposición. De esta manera, hay dos complicadas historias paternofiliales: Bruce-David y Betty-Ross; un complejo vínculo amoroso Bruce-Betty y, en menor medida, un antagonismo Bruce-Talbot. Los dos primeros relatos (entre padre e hijos) son de incomprensión (visualmente Betty y su padre siempre aparecen separados, véase la imagen inferior) por culpa de visiones del mundo totalmente opuestas. Además de eso, Bruce y su padre difieren en su visión de la ciencia: con ética o sin ética. El primero es un ser racional, moral y alienado, pero con una gran cantidad de pulsiones muy enterradas en su interior, causadas por una experiencia infantil traumática, catalizadoras de su transformación. La interpretación de Eric Bana se amolda de forma magnífica al retrato del guion. David, su padre, se encuentra al otro lado del espectro, es completamente irreflexivo y, a la hora de afrontar los experimentos, se mueve por impulsos, sin tener en cuenta las consecuencias de sus actos, puesto que, como él confiesa en uno de sus monólogos, su objetivo es, por encima de todo (hasta del amor por su hijo como vemos al final de la peli), conseguir el poder suficiente como para desafiar a Dios. Nick Nolte sabe captar perfectamente la arrogancia del científico, pero al mismo lo convierte en un apasionado de su trabajo con ciertos delirios de locura.
Pese a trabajar en el mismo lugar y haber mantenido una relación amorosa en el pasado, Bruce y Betty también están separados emocionalmente: en sus conversaciones no hay destellos de calidez ni de conexión. Esta frialdad deriva del carácter de Bruce, quien aprecia a su colega pero sabe que su peculiar condición los desune y lo aísla. Betty sufre esta situación interiormente, tal y como nos muestra estupendamente la comedida actuación de Jennifer Connelly.

Todos estos magníficos personajes sobre el papel se engrandecen aún más en pantalla gracias a los actores, a la inmejorable dirección de Ang Lee y al soberbio montaje. Analicemos estos dos últimos con un poco de detenimiento.
Ang Lee ha demostrado a lo largo de su muy variada pero siempre interesante carrera que es un gran narrador visual, incluso en películas con muchos efectos especiales. Además, domina tanto los momentos más esplendorosos y llamativos (la foto que se mueve y el espectacular Puny human) como otros mucho más sutiles (la brillante elección de romper la regla de los 180 grados en conversaciones cruciales para generar incomodidad al espectador). Podéis comprobarlo en esta secuencia:
Al mismo nivel de calidad, el montaje supera con creces un reto autoimpuesto: el de tratar a las imágenes como viñetas en lugar de como fotogramas. Es verdad que hay un par de transiciones un poco obvias, pero son excepciones de la regla. Poner el foco de la atención en este punto sería injusto para el trabajo de Tim Squyres, ya que es muy complejo. Veamos unos cuantos ejemplos.
Cómo mostrar la parafernalia militar y la paranoia que surge en un momento de crisis.
O cómo mostrar el deterioro de una relación por culpa de un tercero.
O cómo plasmar el desconcierto en pantalla.
Para cerrar este bloque, solo queremos destacar la belleza poética de las transiciones con agua en movimiento, los planos de células reproduciéndose que generan ansiedad y, al mismo tiempo, sirven para mostrar las experiencias psicodélicas que vive Hulk y el inteligente uso de la duración de los planos para dar el ritmo adecuado a las escenas.
En resumen, una película injustamente denostada por no ajustarse a las expectativas que mezcla habilidosamente la tradición literaria y cinematográfica del mito del científico ( Frankenstein, Dr. Jekyll y Mr. Hyde), la tragedia griega (el conflicto padre-hijo, sobre todo en el apoteósico clímax final) y la cultura pop. El guion, reforzado por las geniales fotografia, dirección y montaje, trata temas muy universales, como la libertad, la dualidad del ser humano, la parte irracional en nuestro interior que no podemos controlar (magníficamente representada en la cinta en forma de sueños) y los límites de la ciencia, de manera que todo tipo de espectador puede conectar con la narración. A los más escépticos os recomendamos que le deis una segunda oportunidad, pues cada nuevo visionado mejora nuestra percepción de la cinta. Con tanta gente de talento desbordante involucrada en su creación, puede ser fallida, pero no mala.
Y de regalo, todas las escenas de acción de la película de Ang Lee juntitas en un solo vídeo.
https://youtu.be/GYt4FXho0j0
Pau Jané