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Reseña de Killing Stalking, de Koogi destacada - El Palomitrón
ANIME / MANGA REDACTORES RESEÑAS

BIBLIOTECA: KILLING STALKING

Desde que surgieron las redes sociales la intimidad de cada individuo se ha evaporado. Como si de espuma se tratase. No somos ni medio conscientes de cómo esta tecnología ha afectado al ser humano, a sus relaciones y a todo aquello que nos conecta, de una forma u otra, con las demás personas. Es cierto que está en tu mano caer o no en ellas, y el grado de intensidad marcará un límite u otro, pero una vez estás dentro aquello que concebías como tuyo pasa a ser DE TODOS. Y es ahí donde radica el principal problema. A pesar de que seamos libres de publicar y contar lo que queramos, el qué pasará con esa información ya no está en nuestra mano. Y es ahí donde empiezan a surgir las complicaciones y las obsesiones; donde una persona te escoge como su propia diana y será ella misma el dardo que se lance una y otra vez hasta conseguir los cien puntos. 

Algunos dirán que es tu culpa, otros dirán que es la suya; pero los límites se han emborronado desde hace mucho y a día de hoy no hay víctimas o culpables, todos estamos en el mismo lado de la balanza. Un lado que en multitud de ocasiones pesa más de lo que debería y obtiene como resultado el nacimiento de esas relaciones que se conocen como tóxicas. Vínculos que se establecen a causa de una obsesión y que, en pocas ocasiones, llegan a buen puerto. Y hablamos de esto porque este es el hilo conductor de Killing Stalking, obra de la que hablaremos líneas más abajo pero que creemos necesario citar antes de iniciar realmente el texto. Quizá muchos de los que estéis por aquí ya sabéis de qué va el tema, pero para aquellos que no sepan ante qué título están creemos conveniente avisar de ello. Porque Killing Stalking trata muchos temas, se atreve a trazar puentes hasta ahora poco transitados, pero ante todo deja constancia de su propia realidad. Es una obra que se cimenta en base a una relación tóxica, una relación sujeta al trastorno límite de la personalidad —que no Síndrome de Estocolmo—, una relación que puede ser vista desde múltiples perspectivas pero que, ante todo, se debe tener claro qué tipo de lazo existe entre sus personajes. A muchos le dolerá, a otros le conmoverá, algunos ojos posiblemente no tengan cabida en esta historia, pero también habrá corazones dispuestos a sentir el duro golpe de la toxicidad.

Reseña de Killing Stalking, de Koogi Bum Yoon - El Palomitrón

«¿Qué demonios debería hacer…?»

Corazones como el mío, que ha sido capaz de sentir una obra de la que tan sólo había leído críticas positivas y que, ya sea por su dibujo o por sus intenciones, siempre había suscitado una curiosidad en mí. Y ha sido gracias a Milky Way Ediciones cómo por fin, tras varios años en el mercado, Killing Stalking llega hasta nosotros para dejarnos ante un relato estremecedor y un nuevo formato de lectura. Uno que se aleja del mercado japonés y nos acerca hasta el manhwa, un tipo de historias narradas en Corea del Sur que reciben dicho término para diferenciarse del resto y para advertir, en cierto modo, del tono de las mismas. Un tono que, en esta ocasión, nos acerca al lado más oscuro y escabroso de una relación entre dos personas. De esta forma, sabiendo ante qué tipo de historia estamos, el formato de la misma y cuáles son sus principales intenciones, nos adentramos a hablar en profundidad de la obra de Koogi. Una historia capaz de hablar entre golpes, gritos y sollozos

Reseña de Killing Stalking, de Koogi Sangwoo - El Palomitrón

El popular webcómic coreano guionizado y dibujado por Koogi ha sido todo un fenómeno en redes sociales estos últimos años gracias a la fuerza de sus controvertidas imágenes, reflejo de la parte más oscura del ser humano. 67 episodios, un epílogo y diversos especiales, todo ello a color, conforman este relato de auténtico terror repleto de suspense y drama que desemboca en una inusual relación de dependencia mutua entre dos tipos absolutamente tóxicos: Bum Yoon y Sangwoo.

Bum Yoon es enclenque, tímido y da un poco de grima. Sangwoo, en cambio, es un estudiante modélico, atractivo y de personalidad atrayente. Tal vez por eso, Bum Yoon se obsesiona con él y comienza a observarle y seguirle a escondidas. Una obcecación que le llevará a superar límites impensables para muchos de nosotros pero que se encuentran, realmente, al alcance de todas las mentes. Más si en esta se padece algún tipo de trastorno. De esta forma, un día, Bum Yoon entra en casa de Sangwoo cuando él no está y descubre, horrorizado, la verdadera cara de su amor platónico, que aparece de repente y, no dispuesto a que su secreto salga a la luz, lo encierra en el sótano. A partir de entonces, Sangwoo hace con el muchacho lo que quiere. Si Bum Yoon trata de escapar y fracasa, deberá atenerse a un nuevo y terrible castigo de su escalofriante raptor. 

Bajo esta tesitura comienza la historia de Killing Stalking. Una narración que se sostiene, al menos en sus primeros compases, bajo su dupla principal de personajes: Bum Yoon y Sangwoo. Es cierto que incluso en este primer volumen nos encontraremos con algunos personajes que posiblemente aparezcan más adelante e incluso cobren más peso en la historia, pero como multitud de autores, Koogi decide profundizar en su pareja predilecta en esta primera toma de contacto para así acercar al lector a sus mentes y personalidades. Para, de una forma que ante todo se podría definir como visceral, dejarnos entrar en su narración como si fuéramos uno de ellos dos: víctima o verdugo, da igual. Es complicado hablar de fórmulas, pero lo cierto es que una vez te inicias en esta aventura es complicado salir de ella sin pensar qué pasaría si fueras uno de ellos dos. Y es ahí donde radica realmente la crueldad de Killing Stalking. Una que no escapa de tropos, pero que a su vez se atreve a plasmarlos de una forma única y atractiva a través de los que serán sus canales de comunicación.

Reseña de Killing Stalking, de Koogi Bum Yoon y Sangwoo - El Palomitrón

«¿Quién es esta persona? El Sangwoo que yo conozco es alguien mucho más amable. Sin embargo, parece que el Sangwoo que yo conocía no se encuentra aquí.»

Por un lado tendremos a Bum Yoon, un joven que padece un trastorno clasificado como límite de la personalidad y cuya obsesión por su objetivo no conoce barreras. Es cierto que en un primer momento podríamos pensar que padece el tan conocido Síndrome de Estocolmo, pero no es así, ya que en su caso se enamora de su futuro raptor mucho antes de que este se haga con él. Una enfermiza obsesión que no sólo le dejará sin libertad, sino que le situará entre la vida y la muerte por el simple hecho de querer jugar a ser alguien que no es. La autora hace uso de este personaje para equilibrar la balanza entre el bien y el mal, y a pesar de que este personaje no se libra de estar tintado por el escarlata endemoniado, será su personalidad y su puesta en escena la que nos llevarán al lado más «positivo» de la obra. Un lado que no se libra de un tono más que perverso que roza lo enfermizo por lo permisivo que llega a ser; una barrera que la ficción explora a través de hacer las cosas «por amor», pero que al mismo tiempo nos sitúa ante un espejo que debemos observar fríamente y contemplar como una posibilidad real que no debemos dejar pasar. Killing Stalking juega realmente bien sus bazas y tiene esas libertades que podría tener cualquier ficción, pero es en sus límites donde nosotros como lectores debemos saber trazar la línea de lo permisivo y saber reconocer qué está bien y qué no. Puedes hacer determinadas acciones «por amor», pero sería inmoral contra ti mismo dejar tu vida en manos de otra persona «por amor». Y esto justamente es lo que une a Bum Yoon con Sangwoo.

Reseña de Killing Stalking, de Koogi Sangwoo 2 - El Palomitrón

Jugar sin permiso casi siempre tiene malos resultados, y la ecuación que entabla Bum Yoon con su obsesión no le deja otro desenlace que la creación de su propia prisión. Una que construye a su antojo Sangwoo. No es la primera ni la última vez que Sangwoo atrapa a una persona para convertirla en su esclava, aunque sea para un rato, y tras ello dejar que su pasado afecte en su presente y jugar con las vidas cual titiritero. Pero será con Bum Yoon donde la muerte sellará la última línea de su contrato y sólo si intenta escapar de su prisión hará que su alma y su cuerpo permanezcan para siempre en su hogar. Pocas veces se han visto contratos de esta índole, pero si hablamos de la letra pequeña hablamos de la realidad oculta tras Killing Stalking. Pues es en el tipo de relación que se entabla entre ambos personajes donde radica el potencial de la historia. Un potencial que posiblemente no sea apto para todo el público y que tan sólo esté al alcance de aquellos que sepan trazar la línea que separa la realidad de la ficción. Porque sí, la autora no crea una historia fácil y mucho menos una historia de amor. No nos engañemos. Koogi nos cuenta una historia que nace de una obsesión, y será esta misma la que se convierta en la auténtica protagonista y haga enloquecer a sus personajes poco a poco. Les hará dudar, sentirse alejados de sí mismos, temer de su propia sombra, no saber qué pieza mover; en definitiva, les hará perder el juicio habiéndolo perdido tiempo atrás.

Porque además de crear una situación agónica e intensa en la que el maltrato físico y psicológico serán una constante, hará que las personalidades ya asentadas de sus personajes jueguen en su contra para crear unos momentos realmente crueles que rozan lo inmoral pero también lo infausto. De esta forma, estamos ante un relato que nos presenta todos y cada uno de los puntos que podrían definir una relación tóxica. Es cierto que el corazón puede jugar en multitud de ocasiones en tu contra, pero debe ser tu mente la que ponga freno a aquello que va más allá de lo moral. Killing Stalking no es una crítica frente a todos estos temas, no calumniemos a la obra; su historia actúa como un escenario lleno de probabilidades y realidades que conviven con nosotros día a día. Un escenario que, visto desde esta perspectiva, duele y mucho; pero es gracias a este tipo de atrevimientos cómo una ficción puede ayudar a una historia real y puede abrirnos los ojos frente a aquello que no nos beneficia. 

Reseña de Killing Stalking, de Koogi Bum Yoon 2 - El Palomitrón

Strumming my pain with his fingers
Singing my life with his words
Killing me softly with his song

De esta forma, Killing Stalking se convierte en un relato reivindicativo con múltiples lecturas que además de dejarnos con una de las historias más cruentas y viscerales del mercado español, nos plantea una realidad que, a pesar de estar un tanto adulterada y exagerada en determinados aspectos, puede llegar a ser el sótano de muchas personas. Podemos querer, en cierta medida, como Bum Yoon, pero no podemos dejar que nos idolatren como lo haría Sangwoo. La autora de la obra ha sido capaz de plantear una historia única que pocas veces conseguiría luz verde en muchas editoriales, pero la necesidad de contar hasta dónde puede llegar una obsesión y la cruenta realidad que nos rodea día a día han hecho posible no sólo que exista Killing Stalking, sino que llegue hasta nuestro país. 

Además, cabe destacar que Killing Stalking se ha convertido en un fenómeno en RRSS e Internet por aspectos tales como su historia y su propia visceralidad, pero también por cómo Koogi consigue narrar aquello que tiene guardado en su interior. La autora hace uso de una orientación occidental propia del manhwa que compagina a la perfección con una historia a todo color que no hace más que intensificar aquello que el blanco y negro podría reducir. Un coloreado que puede dejar perplejo a múltiples ojos y cuyo trazo y tono escogido no podría haber sido mejor. Por otro lado, la definición que tiene para con los personajes y el propio entorno consiguen hacer destacar aquello que realmente importa; por no hablar de la disposición que tienen las propias viñetas en cada una de sus páginas y el uso que hace del blanco y el negro como colores que ejercen de telón. Tonos que indican la libertad o la sumisión. Tonos que, junto al dibujo y los detalles que previamente hemos comentado, hacen de la narrativa visual de la obra una pieza realmente necesaria para entender la complejidad de la historia y hacer de esta el producto deseado desde un primer momento por Koogi. Por lo tanto, Killing Stalking se convierte en un producto que no teme por su crudeza, pero tampoco por su realidad expuesta; un relato que debemos saber leer y entender, pero ante todo, un relato que nos muestra una historia de la que jamás deberíamos ser su protagonista.

Cómo es la edición de Killing Stalking #1


Reseña de Killing Stalking, de Koogi portada - El Palomitrón

El pasado mes de septiembre, la editorial asturiana Milky Way Ediciones anunció un total de cinco nuevas licencias. Entre ellas encontramos Killing Stalking. Un relato de auténtico terror repleto de suspense y drama que desemboca en una inusual relación de dependencia mutua entre dos tipos absolutamente tóxicos. Killing Stalking #1 está compuesto por un total de 240 páginas totalmente a color. Estamos ante una edición con formato A5 rústica con sobrecubierta (tapa blanda) y cuya dimensión es de 15 x 21 cms.

La calidad de los materiales que conforman este tomo es indiscutible, en la línea de otras obras de la editorial. Aunque en esta ocasión hay que destacar la labor encomiable de traslación de material, ya que es exactamente igual al original surcoreano. Es la primera vez que Milky Way Ediciones edita completamente a color, y es totalmente lícito que vuelven a contar con un sello de calidad; uno que todavía se incrementa más si cabe teniendo en cuenta el tipo de edición que tenemos ante nosotros. De esta forma, podemos disfrutar de la obra como si de la original se tratase y cuyo sentido de lectura también respeta el creado por su autora. Por otro lado, dejando de lado lo más destacable de la edición, podemos observar que la portada también respeta al completo el material original venerando incluso el título de la obra, manteniendo así Killing Stalking como precedente en nuestro mercado. De esta forma, en la portada se puede observar cómo, de manera sutil aunque efectiva, la autora nos presenta a los dos protagonistas de la historia y diversos sellos que marcarán, de una forma u otra, su ficción. Sellos que se pueden apreciar tanto en la tipografía como en las ilustraciones que copan la portada y la contraportada.

Killing Stalking #1 salió a la venta el pasado mes de octubre a un precio de 10,00€. Este primer tomo consta de un total de cuatro capítulos, en los que reside el inicio de esta historia de amor y desamor entre Bum Yoon Sangwoo que dará inicio a una intensa primera temporada desenfrenada a la par que terrorífica. Como sello exclusivo de la editorial también nos encontraremos dentro de cada tomo un marcapáginas con un diseño basado en la portada, algo que tan sólo conseguirás si haces el pedido de manera directa a Milky Way Ediciones. En cuanto a errores de impresión o diseño no hemos encontrado ninguno. Tanto el entintado, como el sangrado y las viñetas gozan de una perfecta armonía en el tomo y además está perfectamente traducido a nuestro idioma, cortesía de Inés Castillo Muñoz.

Marisol Navarro

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1 COMENTARIO

  1. super buena historia aunque el final no es lo que me imagine pero es una historia muy buena mis felicitaciónes a koogi por hacer semejante obra de arte

Responder a sebastiánCancelar respuesta

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Publicista aficionada de las películas, las series y el cómic en general. No tengo un género preferido, pero todo lo gore me apasiona. Adoro viajar, y si algún día consigo ir a Japón, sin duda para el trayecto tendré preparada toda la obra de Sui Ishida.