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Drifting Dragons #1, de Taku Kuwabara destacada - el palomitron
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BIBLIOTECA: DRIFTING DRAGONS #1

Drifting Dragons #1, de Taku Kuwabara Mika Varni principal - el palomitron

La figura del dragón siempre ha sido una rodeada de leyenda y fantasía. Un ser mitológico presente en una pluralidad de culturas del mundo y cuya representación varía en consonancia a ello. Y no solo su representación, sino también su simbología. Simplificando, y mucho, podríamos decir que en Occidente se tiene una imagen del dragón como ente del pecado y del caos, una figura siempre asociada a la lucha y la guerra. Sin embargo, en gran parte de Oriente la connotación es radicalmente opuesta. Su simbología se acerca más a la buena fortuna y la protección, siendo estos entes representantes de las primitivas fuerzas de la naturaleza. Entidades de enorme fuerza y conocimiento venerados y consagrados como partes culturales de según qué países. Es curioso observar cómo el concepto de esta criatura fantástica varía tanto de una cultura a otra, tanto en aspecto como en significado. Pero también resulta curioso cómo distintos autores moldean historias y crean universos tan dispares como excepcionales con la inclusión de estas bestias.  

Así es como Taku Kuwabara confecciona en Drifting Dragons (Kuutei Dragons) un universo donde dragones surcan los cielos a merced del ímpetu de destrucción humano. Una ficción que se cocina a fuego lento y que ofrece un diseño para estas criaturas bastante peculiar. Drifting Dragons es un seinen con una interesante amalgama de géneros que comenzó su serialización en 2016 en las páginas de la revista good! Afternoon, propiedad de Kodansha. Abierta y con un total de cinco volúmenes publicados en Japón, Milky Way Ediciones trae a nuestro territorio una obra que destaca por un fastuoso apartado artístico. Así pues, comenzamos la reseña de Drifting Dragons #1. Un análisis donde no destriparemos detalles sustanciales de su argumento e intentaremos ir más allá de lo que vemos a primera vista.

Drifting Dragons #1, de Taku Kuwabara cartel reseña - el palomitron

Quedan muy pocos, pero existen. Dragones de distinta anatomía continúan surcando los cielos indolentes a las fuerzas de la naturaleza y teniendo que sobrevivir a los ataques de sus acechadores. El buque volador Quin Zaza, uno de los pocos barcos dragoneros que quedan en activo, está compuesto por una variopinta tripulación cuyo objetivo reside en perseguir y cazar a estas bellas criaturas fantásticas. La razón de ello varía según el tripulante; por herencia familiar, por el estilo de vida, por el frenesí del peligro, por mera casualidad del destino o, simplemente, por poder degustar la exquisita carne de las majestuosas criaturas. Este último caso es el de Mika, protagonista de la obra y gran apasionado tanto de las bestias como de su carne, un auténtico manjar de dioses por el que está dispuesto a poner en riesgo su propia vida. El Quin Zaza es el eje sobre el que orbita una pequeña familia de cazadragones en busca de riqueza, aventuras y sueños. Una odisea de altos vuelos.

Drifting Dragons #1, de Taku Kuwabara dragón - el palomitron

Drifting Dragons es un conjunto de géneros que ya puede observarse desde sus primeros compases. Taku Kuwabara pone sobre el tablero los principales elementos de su particular universo, pero no se detiene en ellos en exceso. El autor nipón no busca saturar al lector con grandes dosis de información repentina, prefiere optar por diluir la carga narrativa y que seamos nosotros quienes aprendamos poco a poco a través del día a día de sus protagonistas. Un elenco acostumbrado a vivir entre la frondosidad de las nubes y que, de vez en cuando, toca tierra firme para visitar pequeñas urbes con el fin de buscar aprovisionamiento y vender las preciadas partes de sus presas. Porque el dragón en Drifting Dragons es una criatura de la que se aprovecha absolutamente todo tras darle caza. Desde su carne y huesos, hasta la grasa y el aceite que pueda generar. Y, debido a su condición de animal casi extinto, el precio que se paga por estas partes es sumamente cuantioso.

Kuwabara sumerge al lector en un universo de fantasía y una ambientación que lleva a pensar en un hipotético siglo XIX de corte ficticio en el que el oficio de cazadragones podría verse amparado en el de los balleneros que se dedicaban a la caza de dicho animal. Todo ello bajo un estilismo con cierto deje steampunk, particularmente en el diseño de las armas, indumentarias y buques voladores. Como comentaba ligeramente líneas atrás, el autor no construye un foco argumental ni ningún gran objetivo a seguir o problema a solventar. Incluso a pesar del claro protagonismo de Mika, ni siquiera deja entrever facetas de su pasado o su obsesión por los dragones. La narrativa de la obra se cimenta en los pequeños detalles y en los diálogos entre sus personajes. El desarrollo de Drifting Dragons se cuece a fuego lento, con la cantidad justa y necesaria de ingredientes y condimentos para que el resultado resulte exótico para muchos. Siendo este uno de los puntos que más puede echar para atrás a algunos lectores; la ausencia de una meta clara o un desarrollo algo más intenso.

Drifting Dragons #1, de Taku Kuwabara dragón 3 - el palomitron

Teniendo en cuenta las particularidades de la narrativa de Taku Kuwabara, es más que obvio señalar el peso que recae sobre sus personajes. Está claro que los dragones son importantes como elemento de la diégesis de la obra, pero el núcleo de la misma reside en el factor humano. En las motivaciones, sueños y relaciones interpersonales de los pasajeros del Quin Zaza. Y, pese a que este primer volumen incide sobre todo en tres o cuatro de ellos, se aprecia ese esfuerzo e interés por parte del autor en querer humanizarlos, en hacer que transmitan un mayor grado de cercanía. Y es algo que consigue perfectamente. No solo centrándose en el protagonista, sino en algunos de sus acompañantes. A través de la mirada de Takita, la “novata”, hace partícipe al lector del estilo de vida que se respira en el barco, así como de las nociones básicas del oficio. Mika y el joven Giro son los representantes del entusiasmo y la efusividad por descubrir y cazar dragones. Drifting Dragons #1, de Taku Kuwabara dragón 2 - el palomitronY, en Varni, se pueden observar las dudas de alguien que no vislumbra con claridad el por qué de sus actos, que se plantea su lugar en el mundo. Pese a contar con una tripulación compuesta en su casi totalidad por hombres, Taku Kuwabara consigue crear a dos personajes femeninos bien construidos, con margen para desarrollarse y con un carisma suficiente para copar el protagonismo perfectamente. Algo totalmente necesario.

El primer volumen de Drifting Dragons supone el punto de entrada a un universo fantástico y a una historia que no pretende encorsetarse en un solo género. Taku Kuwabara confecciona un título con dosis de slife of life, acción, aventura, humor y un gran componente gastronómico. Al igual que ocurre con Golden Kamuy (Satoru Noda) o Tragones y Mazmorras (Ryôko Kui), Milky Way Ediciones se agencia una obra más donde se explota una faceta por la que los nipones parecen tener una gran predilección. Como mencionaba anteriormente, la narrativa de Drifting Dragons se aleja de cualquier convencionalismo para sustentarse en las acciones de sus personajes, sin contar con un leitmotiv al uso. La aparición de dragones es recurrente, pero no hay pretensión de épica en el choque contra las bestias. El ejemplo más claro es la enorme incidencia en el aspecto culinario. Diferentes recetas de platos explicadas con sumo detalle y multitud de puntualizaciones sobre este aspecto copa gran parte del desarrollo de la obra de Kuwabara. Un punto a favor para algunos y un obstáculo para los más arraigados a desarrollos más clásicos y predilección por una mayor acción.

Drifting Dragons #1, de Taku Kuwabara Quin Zaza - el palomitron

Pero, sin duda, la parte más llamativa de este título recae en su apartado artístico. Drifting Dragons es todo un ejercicio de poderío estético. Un trabajo exquisito con claras reminiscencias a grandes obras del celuloide como Nausicaä del Valle del Viento (Hayao Miyazaki). Kuwabara logra a través de su arte transmitir ese halo de fantasía que impregna la obra, así como ilustrar los sentimientos y emociones de sus personajes a través de un conjunto de expresiones sumamente detalladas. La melancolía, la preocupación, la pasión o el humor más distendido fluyen con facilidad a través del trazado del mangaka. Uno que brilla en las páginas dobles y en las escenas donde las mitológicas criaturas copan el protagonismo. Detallados escenarios aéreos son el escaparate en el que el autor nipón expone una notoria variedad de criaturas aladas. Un diseño que bebe más de la corriente oriental y que plantea un bestiario conformado por seres con una clara evocación por la fauna marítima. Un imaginario que se aleja de la imagen usual del dragón.

«No tenía un lugar propio en tierra firme; eso es todo. Y como no lo tenía… aprendí a volar»

Drifting Dragons #1, de Taku Kuwabara cartel edición - el palomitron

Drifting Dragons #1, de Taku Kuwabara portada - el palomitron

Hace apenas unos meses la editorial asturiana Milky Way Ediciones anunció tres nuevas licencias para 2018. Entre ellas encontramos Drifting Dragons, de Taku Kuwabara. Una obra tintada de fantasía, de gran belleza artística y narrativa poco convencional. Drifting Dragons #1 está compuesto por un total de 208 páginas en blanco y negro y, desgraciadamente, ninguna a color. Presenta un formato B6, rústica con sobrecubierta y una dimensión de 13×18 cm. Un tamaño óptimo para poder disfrutar como es debido del arte del que hace gala la obra. La calidad de los materiales de la edición es indiscutible, en la línea de otras tantas obras de la editorial. La portada logra un gran impacto visual por el diseño y por su gama cromática; tonalidades muy vivas que consiguen captar la atención con cierta soltura. El diseño de la misma respeta al máximo el original japonés; quedando la ubicación del título y el nombre del autor sin alterar y únicamente cambiando de posición la numeración del tomo. La portada está protagonizada por varios miembros del Quin Zaza, estando el foco sobre el personaje de Mika y uno de los dragones de la obra. Para complementar el panel, la contraportada ofrece la otra parte de la ilustración, convirtiendo así la cubierta y la contracubierta en un desplegable que muestra una escena de caza cualquiera. Como añadido, la cubierta y la contracubierta interiores muestran los diseños de los dragones que hacen acto de presencia a lo largo del volumen. Todo un bestiario draconiano.   

Drifting Dragons #1 se puso a la venta el pasado 25 de octubre a un precio de 8,50 €. Este primer tomo cuenta con un total de cinco capítulos que narran los primeros acontecimientos de la obra, permiten empatizar con los principales personajes y avivar la llama de la curiosidad y el interés por saber cómo continúa esta peculiar historia de dragones y bucaneros aéreos. Como extra, se incluye un marcapáginas exclusivo que solo se puede obtener si se realiza el pedido de manera directa a Milky Way Ediciones. A nivel de diseño e impresión del volumen no hemos encontrado ningún inconveniente o errata. Tanto el entintado, como el sangrado y las viñetas gozan de una perfecta armonía en el tomo. Además, la traducción a nuestro idioma está perfectamente lograda gracias a la labor de Marc Bernabé (DARUMA Serveis Lingüístics, SL).

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1 COMENTARIO

  1. Bien, normalmente leeo una obra y sí está no me atrapa desde el inicio, le doy mas oportunidades, ya que hay historias lentas por asi decirlo, leyendo los primeros capítulos de esta obra, me ha parecido que está bien realizada gráficamente, la historia sigue el molde tradicional de un héroe fuerte del cual todos dependen, por otro lado los dragones son más bien ballenas, lo que me recordó que la caza de ballenas es parte de la cultura de Japón, en fin tal cual veo una caceria de ballenas, espero que los próximos capítulos llamen más mi atención, de lo contrario abandonare está historia.

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Intento de muchas cosas y una de las piezas que hacen funcionar la sección manganime. Ávido lector de manga, enamorado de la tinta y de la tragedia de Sui Ishida. Firme defensor de la industria como arte y la abolición de estúpidas etiquetas.