El Palomitrón

Tu espacio de cine y series españolas

La relación de amor entre los protagonistas de Banana Fish destacada - el palomitron
ANIME / MANGA CRÍTICAS OPINIÓN REDACTORES

BANANA FISH: UN PERIPLO EMOCIONAL

La relación de amor entre los protagonistas de Banana Fish Ash Eiji 2 - el palomitron

Banana Fish pone punto final a su historia con su vigésimo cuarto episodio. La adaptación de la emblemática obra de Akimi Yoshida ha sido una de las protagonistas de un año 2018 que poco a poco va desvaneciéndose, esfumándose, y dando paso a una nueva ración anual de prometedores estrenos. Muy probablemente Banana Fish figure en la gran mayoría de listados a mejores títulos del año. De hecho, ocupa un preciado espacio en nuestra propia “gala” anual. Y es que la serie de MAPPA acierta con holgura en muchas de sus facetas para consagrarse como una ficción altamente disfrutable y memorable; aunque no exenta de fallos, claro. Podría hablar de su habitual maniobra para hilvanar un giro de guion tras otro, de los retazos de drama bélico de su propuesta o la señalización de la corrupción de los sistemas gubernamentales. Sin embargo, prefiero analizar el porqué —para mí— Banana Fish es un auténtico éxito. Porque es una obra capaz de acabar con las etiquetas. De ponerse por encima de las mismas. De fraguar y desarrollar una relación de amor natural entre dos hombres. El éxito de Banana Fish se traduce, por extensión, en un éxito de representación LGBT en el medio.

Nunca me han gustado las etiquetas o los estereotipos. Creo que es un grave error tratar de homogeneizar lo que, de manera natural, es heterogéneo —salvo contadas excepciones—. Aunque entiendo los fines comerciales de la categorización y, ciñéndonos a la industria del cómic japonés, también comprendo la finalidad de las demografías. Pero claro, una cosa es que lo entienda y otra muy distinta que me muestre a favor de ello. Porque en incontables ocasiones suponen más un obstáculo que un impulso positivo. Son ese árbol que impide ver la frondosidad del bosque. Abrazando a su demografía, Banana Fish es un shōjo debido a las características de la revista donde se publicó. Ergo, la audiencia a la que se dirige está compuesta por un público femenino adolescente. Sin embargo, la ficción que presenta queda lejos de la rigurosa solidez de ese concepto. Su trama y desarrollo se acercan a una tonalidad más adulta, y el romance gay entre sus protagonistas no tiene —ni pretende tener— ese peso o foco de atención que sí tiene en un amplio abanico de obras de dicha demografía.

La relación de amor entre los protagonistas de Banana Fish Ash Eiji - el palomitron

El término “shōjo” que acompaña Banana Fish supone el primer punto de discordia. El primer prejuicio. Porque una historia “para chicas adolescentes” tal vez puede herir la vigorosa masculinidad de muchos hombres. Tal vez puede hacer peligrar su nivel de testosterona con el paso de unas pocas páginas o un par de capítulos. Cuando en realidad, la obra de Akimi Yoshida ofrece una historia capaz de seducir a cualquier género y cualquier edad. Una obra que con más de 30 años a sus espaldas es capaz de sentirse actual, de trascender en el tiempo. Por otro lado tenemos el romance entre los protagonistas de la serie. Un prejuicio que, sobre todo, tiene que ver con el tratamiento que se le da a las relaciones entre hombres en muchas otras obras. Historias erigidas bajo la construcción de situaciones inverosímiles, una pasmosa celeridad en los tiempos y fases de la relación, cierto grado de toxicidad o presencia de tropos absurdos y la sobreexplotación de recursos como el del abuso sexual. Sí, sé que en Banana Fish se ilustra con cierta frecuencia el abuso o la pedofilia, pero en ningún momento se tangibiliza en la relación entre Ash y Eiji.

En cierto modo, la relación entre ambos jóvenes es una de pureza. Libre de cualquier nocividad. Ash es un personaje moldeado a base de golpes, con un pasado que ha condicionado su comportamiento y su forma de ser actuales. Pero, de repente irrumpe en su vida Eiji, alguien diametralmente distinto a él. Una persona en la que poder depositar total confianza sin temor a perjuicios. Un oasis de sosiego. Un faro cuya luz sirve de guía. Ambos son como la noche y el día, pero el magnetismo entre ellos es instantáneo. La chispa inicial poco a poco va prendiendo, convirtiéndose en una candente llama incapaz de extinguirse. Lo que comienza siendo mera curiosidad y especial atractivo por la vida del otro se transforma poco a poco.

La relación de amor entre los protagonistas de Banana Fish Ash - el palomitron

El sentimiento de camaradería, de hermandad, es palpable durante todo el desarrollo. Pero ese sentimiento permite entrever otro más pasional, el del amor. El de ser capaz de sacrificarse uno mismo por el bienestar del otro. Esta evolución no es fortuita, no sucede de un momento a otro. Es como una melodía cuya fuerza va in crescendo, alcanzando cotas máximas al final de la partitura. Y si antes he mencionado la pureza de su relación, también es por esto mismo. Por lo natural e increíblemente orgánico de su unión. Por la sutileza y los pequeños detalles. Porque la única escena donde se muestra “algo más” entre ellos de manera explícita sucede en el tercer capítulo, y no es más que un beso con fundamento argumental. El sentimiento se demuestra a través de actos, ya sean minúsculos o extraordinarios. Una cómplice mirada, un cálido abrazo, el esbozo de planes de futuro.

Banana Fish rompe con los tropos de un género y realiza una encomiable labor de representación. En una sociedad de prejuicios y etiquetas, hay una tendencia tóxica y retrógrada a crear y asociar roles de género. Se distingue y se prefabrican comportamientos y personalidades masculinas y femeninas. Cuando en una relación se sale del binomio hombre-mujer, existe cierta propensión a encajar dichos estereotipos en, por ejemplo y siguiendo el caso de la serie, la relación entre dos hombres. Se tiende a hacer una distinción, en esclarecer qué rol ocupa cada uno de los agentes de la relación. Jugar a un absurdo quién es quién carente de significación alguna. Akimi Yoshida rompe con ello al construir una relación y unos personajes capaces de revertir esto.

La relación de amor entre los protagonistas de Banana Fish Ash y Eiji 3 - el palomitron

Por su personalidad y actuación, Ash Lynx ostentaría el rol de personaje rudo, fuerte, de cierta incapacidad emocional. Sería, dicho de manera banal, el agente más masculino de la relación. Por el contrario, Eiji Okumura sería un personaje más débil, frágil, pero con una capacidad emocional muy superior. Sin embargo, la autora reniega de cualquier concepción arcaica y patriarcal e iguala a sus personajes. Les otorga una gran dimensión y espacio para complementarse. Ofrece una visión natural y humana de ambos, sin prejuicios. Porque tal vez Ash tenga una habilidad portentosa para moverse en entornos hostiles y utilizar armas de fuego, pero es un personaje extremadamente frágil en lo emocional. En cambio, pese a esa impresión de fragilidad física de Eiji, se encuentra un joven con una convicción y confianza en sí mismo inamovible, así como una sólida gestión emocional.

Ambos personajes tienen carencias, miedos, pero se retroalimentan entre ellos y barren los tópicos. El hito de Yoshida es el de construir una relación en total sintonía. Una balanza en completo equilibrio. Donde sus protagonistas aprenden uno del otro y son mejores cuando están juntos. Que, a fin de cuentas, de eso tratan las relaciones de verdad. Y lo consigue a través de una trama de violencia explícita, trifulcas entre distintas bandas del crimen organizado y un complot a gran escala. Pese a algunos de sus evidentes fallos, Banana Fish es capaz de hacer sumergir a cualquiera en un viaje emocional y de autodescubrimiento. De esperar con anhelo ese final feliz que tal vez nunca llegue. De ver más allá de una simple demografía. De normalizar una bonita amistad entre dos hombres, una relación libre de ataduras que deje fluir con total libertad sentimientos tan pasionales como el del amor.

Edu Allepuz

¿Te gusta nuestro contenido? Apóyanos de la forma que prefieras y ayúdanos a seguir creciendo.


Banner de Patreon para las entradas - el palomitronBanner de KoFi para las entradas - el palomitron

18 COMENTARIOS

  1. Hermoso análisis, con una redacción casi poética y el resumen de lo que significa esa relación, de más que amigos y tal vez más que amantes sin caer en clichés ni estereotipos. Gracias por ponerlo en palabras.

  2. Excelente análisis. Me ha servido como consuelo, acabo de terminar el anime y no he podido dejar de llorar! Leer esto me ha tranquilizado. Espero poder leer más análisis como estos!

  3. Qué bello análisis, esos pensamientos son justo lo que Akimi quería crear. Pensar que todo iba tan natural y puro hizo que me doliera aún más que le dieran ese final a Ash, jamás lo superaré.

  4. Bonito análisis. Hace una semana que acabé la serie y sigue en mis pensamientos. No creo que sea por el final porque, en lo personal, yo no le veía otro final (siendo coherente con el trasfondo de la serie). Creo que he empatizado demasiado con varios personajes e incluso con algunos que me caían mal, es lo mejor de esta serie, el abanico de emociones que puedes experimentar. Ojala más productoras animándose a traer historias tan rompedoras con las etiquetas y demografías, demostrando que el amor no se mueve por géneros sino por sentimientos. Espero más series «yaoi/shonen-ai» que demuestren más relaciones sanas y con consistencia argumental.

  5. Actualmente estoy viendo la serie ¡¡y me encanta!! Cada vez que veía la tan bien hilvanado argumento y la excelente documentación para el trasfondo de la historia en la que la mangaka se apoyó, no dejaba de decir: «¡Es una genio!» Mi admiración para Akimi Yoshida, a partir de ahora mi mangaka mujer favorita

  6. Me gustó mucho el análisis, creo que es así, una historia que rompe con los estereotipos y el pasar del tiempo. Descubrí recientemente esta obra y por fin puder terminarla, aún cuando sentía no que quería que llegase el final. Una obra tragica y dulce al mismo tiemo. Gracias por este post que muestra lo mejor de este trabajo.

  7. Qué bonito análisis. Aún no me he terminado de ver la serie, pero estoy a dos capítulos de hacerlo. Comencé a verla hace poco y me tiene en un vaivén de emociones. Cuando veo a Ash y a Eiji juntos, por muy loco que pueda sonar siento como una paz, como una alegría, como algo muy agradable, porque ciertamente su relación es así como tú describes en tu análisis, muy pura y humana, pero cuando veo lo que hay afuera de esa relación, todo ese mundo lleno de corrupción, de injusticia, de tristeza, se me parte el alma. Es una historia que estoy disfrutando mucho por la relación tan humana y desinteresada de los protagonistas, pero al mismo tiempo es una historia que me hace reflexionar sobre todo este mundo tan horrible en el que, desafortunadamente, se encuentran muchas personas desde una edad muy temprana.

  8. Simplemente esto es hermoso y bien echo es de lo mejor que e visto en mi vida y rompe estereotipos absurdos que la gente puede llegar a creer sobre una pareja homosexual y la historia es sin duda de lo mejor que visto y pues el final……realmente me partió el alma y aun más después de leer Garden of Light.
    Banana Fish es de las mejores historias que e podido ver en toda mi vida y la serie no solo se trata principalmente sobre la relación entre Eiji o Ash, sino que también nos hace viajar hacia una historia muuy realista sobre la humanidad transportándonos al los bajos mundo de New York y tratando sobre la mafia, pandillas, traumas, drogas, abusos, violencia, prostitución infantil, armas, violaciones, abuso de poder y otras cosas más, pero sin duda lo más bonito de toda la historia es la relación que hay entre Ash y Eiji que es pura y de alma….. realmente amé Banana Fish y si dudas si verlo o no por el formato, la historia, la pareja principal o la trama cometes un grave error porque te pierdes de algo simplemente maravilloso UwU

Responder a NataliaCancelar respuesta

Este sitio usa Akismet para reducir el spam. Aprende cómo se procesan los datos de tus comentarios.

Intento de muchas cosas y una de las piezas que hacen funcionar la sección manganime. Ávido lector de manga, enamorado de la tinta y de la tragedia de Sui Ishida. Firme defensor de la industria como arte y la abolición de estúpidas etiquetas.