HABLAMOS CON PABLO FERNÁNDEZ
Pablo Fernández es el protagonista absoluto de Nada (Prime Video, 17 de junio), documental que profundiza en su exitosa trayectoria como nadador y empresario. A lo largo del metraje se enfrenta a un gran desafío: recorrer la mayor distancia en el océano en 48 horas.
El título de este documental hace alusión a nadar, el verbo que ha condicionado su vida. Pero Nada también indica un hueco, un vacío.
El pasado 10 de junio pudimos charlar con Pablo acerca de cómo ha cambiado su vida después del documental.

Te consideras nadador antes que empresario. Hay una relación evidente entre el emprendimiento y el espíritu de aventura casi primitivo que te lleva a lanzarte una y otra vez al agua. ¿Cómo crees que una faceta ayuda a la otra? ¿Existe equilibrio entre ambas?
PABLO FERNÁNDEZ: Son complementarias. Mi faceta deportiva me ayuda en la empresarial. Hay muchos símiles cuando salto al mar y cuando empiezo un proyecto: nunca sé lo que me voy a encontrar. Tienen en común la ilusión, un objetivo que parece lejano o incluso algo loco en un principio. La ilusión hace que te tires al agua, pero luego hay que remar, hay que nadar.
El verdadero motor nace de la fortaleza. Es lo que he tratado de mostrar en el documental, especialmente a la gente joven. No basta con querer. Querer no es poder: querer te lleva a empezar, a ese primer salto. Pero luego hay que ser consistente.
Son valores que actualmente noto que se han perdido un poco. Lo queremos todo de forma inmediata. Yo, por ejemplo, conseguí mi primer récord mundial con 38 años. Sin embargo, llevaba décadas preparándome.
En definitiva, los éxitos vinieron tras muchos fracasos.
Una de las cosas más interesantes del documental es que da voz a tus seres queridos. También a sus miedos. ¿Te ha ayudado el documental a empatizar con ellos?
PABLO: La verdad es que sí. Siempre me han mostrado su preocupación, incluso han llegado a decirme: Pablo, por favor, no nades más. El documental plantea un momento duro en el que tengo una bajada de tensión muy fuerte. Estuve cerca de ir al hospital. Todo esto me ha hecho reflexionar hasta qué punto merece la pena arriesgar la salud, o la vida, por tus objetivos. De ahí, entre otras cosas, que ahora esté en un parón. ¡Llevo dos años sin hacer ningún gran reto!
Estoy en esa fase de qué hacer con mi vida después de haber logrado muchos de mis sueños. ¿Merece la pena arriesgarlo todo una y otra vez? Es parte del mensaje del documental: hay que saber parar. Y tampoco quiero hacer daño a la gente que me quiere, por supuesto.
El documental tiene mucho de cinematográfico. Las escenas en mar abierto parecen una verdadera película de acción… ¿Qué crees que es lo más valioso que captan las cámaras?
PABLO: El viaje a Sudáfrica, nadar con tiburones… Buscaba ese contraste entre la imagen de máquinas asesinas que la gente tiene de ellos y una más real, de animal noble. Por otro lado, me parece valioso todo lo relacionado con la ejecución de los retos. Lo que hay tras las cámaras: problemas de última hora, que se me vea en medio de la nada muerto de hambre y de frío.
La trastienda en la preparación de un reto de estas magnitudes, en resumidas cuentas. Quería mostrar una imagen más humana de los deportistas, que también tenemos momentos de duda y de dolor. Que somos igual de vulnerables que es el resto.
Por las noches podía verse incluso cómo dabas cabezadas mientras nadabas…
PABLO: Me dormía, sí. Llevaba cuatro horas de noche y me quedaban al menos otras tres…

¿No consideras que hay incluso elementos de terror en el documental? Cuando te fallan las fuerzas, cuando cae la noche en mar abierto o se intuye la sombra de un tiburón… ¿Cómo se gestiona el miedo en el agua?
PABLO: El miedo es un tema interesante. La mayor parte de las sombras no existen, sino que están en tu mente. También fue el caso de los tiburones. Hay que saber controlarlo.
Muchos de esos miedos no son reales, sino que vienen de una voz interna. Pero claro, luego hay signos que sí que lo son. Esa fuerte bajada de tensión, por ejemplo.
Es crucial leer tu cuerpo, sobre todo para trazar los propios límites. Ojalá fuera tan fácil.
Todo equilibrio es complicado…
PABLO: Muchas veces no lo sabes hasta que te rompes. Me gusta el símil del entrenamiento: la gran mayoría de deportistas antes de progresar definitivamente suelen romperse algunas fibras musculares.

El vacío que sientes tras superarte es casi inmediato. Eso demuestra tu ambición, pero también choca a los demás. ¿Qué has aprendido de ti mismo desde la distancia que te proporciona ser el espectador?
PABLO: Con el documental he aprendido a valorar más el camino. Todos tenemos sueños e inconscientemente pensamos que solo seremos felices cuando los logremos. Pero muchas veces, cuando al fin lo consigues, te das cuenta de que no ha cambiado tanto la cosa. Después de un gran subidón suele venir un bajón proporcional.
He aprendido también que la felicidad plena no viene de la consecución de una meta. De hecho, hay muchos casos de deportistas que entran en depresión tras una carrera. Es más importante conservar esa ilusión que te hizo ir a entrenar o levantarte cada día.
Dices que en el mar no hay dolor ni sufrimiento, que es como un trance… Tras tantas horas nadando, ¿has llegado a perder el sentido de la realidad? ¿Qué tiene ese estado de trance de hipnótico?
PABLO: Uno de mis sueños de niño era volar. Y solo he podido sentir algo parecido en el agua. Es un estado de ingravidez que me recuerda al espacio: cuando nado, bailo, disfruto de esa ingravidez. Ese estado de trance no es más que dejarse fluir por el agua.
Nadar significa libertad. Me olvido incluso de mis problemas reales. Allí solo me limito a estar.
Estando en Madrid lo echarás de menos
PABLO: Intento viajar mucho al Mediterráneo. Aquí me tengo que conformar con las piscinas.

Desde El Palomitrón queremos agradecer de nuevo al equipo su amabilidad y tiempo.
Nada está disponible en Prime Video.