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crítica de TONIKAWA
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TONIKAWA, ¿QUÉ HAY TRAS UNA RELACIÓN?

Nunca he creído en el amor a primera vista. Es una fantasía preciosa para el romance pero plantea algunas cuestiones dudosas. Y, sin embargo, no olvidaré cómo me quedé prendado de cierta persona en 2013, sin mucho más que un vistazo de por medio. Pero incluso así, reconozco que el amor a primera vista no es más que fruto del capricho, algo espontáneo y que puede crecer hasta convertirse en algo latente.

Tampoco olvidaré nuestra primera noche juntos (¡ahora llevamos muchas!) y lo complicado de dormir por primera vez con esa persona en una cama individual. Supongo que la idea, al final, resulta graciosa. Pero mataría a mí yo de aquél entonces sin dudarlo un segundo. A torpe no me gana nadie. Me gusta pensar que TONIKAWA, la última producción original de Crunchyroll, parte de esa misma torpeza. De cómo empezamos una relación. Del momento en que “todo es la primera vez”.

La idea del romanticismo

No lo voy a negar, mi primera impresión de la adaptación de la obra de Kenjiro Hata no fue tan especial como podría parecer. La idea del enamoramiento de Nasa es sumamente superficial y muestra una imagen del romance que roza lo obsesivo, con un chico en prácticamente su lecho de muerte persiguiendo a una chica a la que solo ha visto una vez en su vida. Alguien capaz de lanzar su vida por la borda con la idea de volver a encontrarse con esa persona especial. Eso no es romántico. 

Supongo que así es la comedia y, al final, en la exageración reside la misma, pero es un inicio un tanto peculiar para una romcom como esta. El caso es que Tonikaku Kawaii inicia con una idea demasiado agresiva del amor pero consigue contenerse rápidamente y su curva se suaviza notablemente en sus siguientes dos capítulos, dando como resultado una comedia romántica resultona que consigue introducirse en las referencias personales quizás un punto más de lo esperado.

Su historia es la de Nasa y Tsukasa, una pareja que nace del suceso más extraño —tras ser él atropellado por un camión— y tras cumplir con una promesa igual de peculiar acaban por casarse de forma repentina con la idea de iniciar una vida juntos. Una idea tan original como atrevida que, con toda sorpresa de por medio, consigue resultar en algo tan cálido como divertido. 

Compartiendo algo más que una habitación

Es en este punto —recordemos que esta crítica abarca sus tres primeros episodios— donde la obra comienza a brillar con luz propia y las preguntas sobre su inicio y sobre esa exagerada apología al romanticismo del matrimonio comienzan a perder fuelle para dar paso a su concepto real. Uno en el que la obra nos habla de torpezas, de lo que supone comenzar a dar nuestros primeros pasos junto a alguien a quien amamos. De la primera vez que nos cogemos de la mano. De la primera vez que apagamos la luz con esa persona a nuestro lado

Es una presentación esencialmente tierna, que mantiene a Tsukasa en cierto punto frío para permitir que se abra poco a poco hacia Nasa, formando una relación de complicidades lentas, que derriten poco a poco el espacio que existe entre ellos para comenzar a conformar una pareja, no por su condición de marido y mujer, sino por las conexiones que comparten entre ambos.

Así, con las ideas claras, TONIKAWA, de nuevo, resulta ser especialmente absorbente. Sus primeras escenas ya hablan de sus dificultades para dormir, siendo imposible hacerlo en la misma cama o la incapacidad de ambos para desnudarse delante del otro. Incluso tenemos una escena igual de cálida en la que Tsukasa acaba por robar el edredón a Nasa en medio de la noche. Simple, ¿verdad? Pero es esa narrativa de estar por casa la que le da forma a la serie, la que te consigue sacar una sonrisa y recordar este o ese otro momento. Es, al fin y al cabo, una serie que parece estar escrita con todo el cariño de su autor.

Por supuesto, la idea del matrimonio y la boda siempre se intuye como telón de fondo, pero nunca se entiende como protagonista en sus escenas, sino que sirve de atrezzo para plantear la forma de su comedia romántica y esa constante que habla de la torpeza de sus protagonistas en un entorno tan tierno como juvenil.

Es pronto para hablar en profundidad de la obra pero, si bien, todo apunta a que Tonikaku Kawaii: Fly Me to the Moon no se plantea como un sprint, sino como una carrera de fondo. Una ventana a la vida de Nasa y Tsukasa, que nos permite ver cómo crecen el uno junto al otro, aprendiendo a convivir y a entenderse. Una relación de la que misma obra nos hace cómplices, capítulo a capítulo, para hacer que estos días tan fríos lo sean un poco menos.

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Óscar Martínez

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Escribo más que duermo. Ávido lector de manga y entusiasta de la animación japonesa. Hablo sobre ello en mi tiempo libre.