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Crítica de Sword Art Online Alicization: War of Underworld
ANIME / MANGA CRÍTICAS REDACTORES

SWORD ART ONLINE ALICIZATION: WAR OF UNDERWORLD, UN CAMBIO DE PARADIGMAS

La fantasía, y con ella, el isekai, nos ha acostumbrado a una serie de conceptos. Puntos que el propio género ha normalizado y repetido hasta llevarnos a la más pura recursividad en la que nos encontramos, rodeados de obras clónicas que se limitan a seguir la marcha general en busca de un público más amplio y con escasa necesidad de verse inmerso en un cambio.

Así sorprende que sea, precisamente, Reki Kawahara —uno de los principales aportadores al movimiento del género actual— quien mueva ficha hacia un apartado que brinde diversidad al género. Un hecho que el autor destacaba en un encuentro pasado con Nio Nakatani (autora de Bloom into You), donde aseguraba querer hacer evolucionar su obra y cambiar algunos de sus paradigmas. Ahora, Sword Art Online: Alicization – War of Underworld llega para hacer notable los cambios del autor y ofrecer el giro que la franquicia siempre ha necesitado.

Un cambio de enfoque

No es algo completamente nuevo. Menos, incluso, algo inesperado. Y es que tanto Kawahara como A-1 Pictures nos sorprendían con la apertura de una obra que dista mucho de sus anteriores entregas. Alicization es una entrega dura, oscura, opresiva y con un factor humanizador que no solo aplica sobre sus personajes principales, sino que extiende a sus villanos, haciendo de ellos personajes frágiles y dementes que enmarcan personalidades tan excéntricas y poderosas como la de Quinella.

Ahora el juego de poderes cambia de manos y, narrativamente hablando, pone todo su peso sobre Alice. Si bien es una estrategia que ya se realizaba sobre Mother’s Rosario, Kawahara demuestra saber posicionar a sus personajes aplicar el factor emocional del que nace War of Underworld para dar pie a la versión más madura de su universo. Una donde Kirito no solo queda fuera de juego, sino que da todo el poder a un personaje con una marcada curva de redención, que nace y crece en las propias líneas que enmarca la historia para optar por un papel protagonista que define a esta secuela tanto como lo hacía su propio tono en la anterior.

Una victoria pírrica

Y es que si Alicization podía presumir de convertirse en una obra oscura y retorcida, War of Underworld enmarca su conflicto sobre valores que van más allá de la batalla que enfrenta ambos territorios. Y lo hace así con una clara inversión de roles que demuestra el cambio del autor japonés a lo largo de su propia narrativa, permitiendo descansar a su protagonista principal y cediendo poder al resto del casting de forma notoria.

Es una victoria pírrica la que enmarca la obra. El como Kirito pierde incluso al ganar. No es él quien derrota finalmente a Quinella, sino su propia obsesión en la búsqueda por escapar de un mundo ficticio. Pero incluso así, el ataque terrorista que afecta a las instalaciones de Rath deja al chico en un estado vegetativo, completamente perdido en su autoconsciencia. No pierde el papel del héroe, pero lo pírrico de su victoria se extiende a lo largo de toda la obra. En cómo el sistema eclesiástico que ha ayudado a derrocar sigue amenazando y controlando la sociedad —incluso a la propia Alice, que es rechazada por su familia—, en cómo Eugeo pierde la vida y sus aprendices se ven estancadas en una vida de lamentaciones tras los hechos de Alicization o en la propia ausencia del chico, incapaz de hacer más que sujetar la antigua arma de su compañero entre los brazos, prácticamente inerte.

La obra toma por sentido literal la cita que la representa, «Destroyed at the last stage» y la aplica sobre su mundo y todos sus personajes, creando una continua situación de angustia e inestabilidad que amenaza con llevarlos al límite en cada segundo de la obra. Y lo hace de forma ambilateral. Lo vemos entre las huestes del territorio humano; entre los poblados atacados. Pero también entre los habitantes del territorio enemigo y como la obra se atreve a enmarcar una breve historia de amor para luego romperla y acabar con cualquier esperanza de la forma más cruel posible. War of Underworld no es Sword Art Online. No la obra que se dio a conocer en el auge del isekai.

Más allá de la figura del héroe

Bajo estos pretextos, la obra vuelve a abrazar el carácter humanitario que presentaba en la primera parte de la misma. No solo nos recuerda constantemente que estos seres virtuales van mucho más allá de ser un conjunto de datos —tienen alma propia—, sino que trata de justificar sus causas a lo largo de todo su extensión.

Alice deshaciéndose de su venda es una muestra de la autodeterminación que gana la chica durante el transcurso de los episodios finales de Alicization. Pero también tenemos a Fanatio abrazando el feminismo y dándose la importancia que merece como mujer o Tiese y Ronye, que tienen un pequeño espacio para demostrar su evolución como personajes tras el intento de violación que sufren a manos de aquellos depravados que ostentan el poder hasta perder todo atisbo de humanidad.

Con todo, todas estas escenas no dejan de ser una forma de empoderar a una única persona. Porque tras cada cambio siempre está Kirito. El héroe. Y, sin embargo, esta vez su papel como héroe no se limita a ser el más fuerte, sino el más humano. No es él quien logra todos los hitos que se acontecen en la obra, pero si quien ayuda a que sea posible. Por una vez el lobo solitario es uno más de la manada. El más destacable, quizás, pero la cesión de poder es importante, no solo para el resto de personajes, sino para sí mismo también.

Porque da pie a Asuna, al otro lado del cristal —y del mundo— deseando adentrarse en Underworld solo para poder quitarle peso y hacerle llegar palabras tan necesarias como son un simple «lo has hecho bien». La ternura que se entremezcla con la crueldad de de sus líneas da pie a una entrega más madura y sentida. Una en la que la tensiones generales rompen el romanticismo, aunque imposible de por sí, entre Eldrie y Alice ofreciendo un trasfondo que no se mide en blancos y negros y que no se centra en el protagonista y su harén.

Pero que también nos permite la introducción de un villano que sobrepasa los intereses personales de Quinella y se identifica con otro viejo conocido de la serie. Y es que Gabriel se entiende como una referencia a Oberon que va más allá de los intereses carnales o de poder y lo sitúa como un verdadero sociópata que, simplemente, disfruta con la muerte. Un punto del que Kawahara siempre ha partido y que nunca ha conseguido dominar, explorando la mente de Akihiko Kayaba o los motivos que llevaban a Laughing Coffin a matar.

Un cambio de enfoque y de paradigmas que nos aleja enormemente de lo que Sword Art Online ha supuesto hasta ahora para ofrecernos una nueva versión de la obra. Más cruel, más oscura, también más pausada. Pero, especialmente, más consciente de sí misma y el mundo que le rodea, optando por dividir el protagonismo y realizar una cesión de poder que humaniza a sus personajes y constituye dramas y tensiones mucho más reales que las que nos han llevado a acompañar a Kirito antes. Porque si el miedo a la muerte y la desesperación ante la pérdida han estado presentes alguna vez es, sin duda, en la evolución de Alicization.

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Óscar Martínez

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3 COMENTARIOS

  1. Antes estaba un poco distante del anime sword art online, por la serie de cambios ocasionados en este gran anime, no comprendí lo sucedido en la serie de alicization, pero gracias a estas explicaciones sobre el cambio de escenarios y comportamientos de los personajes pude comprender más a este anime, seguiré viendo hasta el final, y espero grandes capítulos de _War of underworld

  2. Que excelente «synthesis» de la saga, le das el crédito q merece Reki en una crítica q merece todo el respeto, no solo x lo realista si no x el análisis en retrospectiva de un obra q si bien siempre fue buena, especialmente en esta temporada se desentendio un poco de sus orígenes aspirando a ser algo mas q un simple extra de la primera temporada de Aincrad. Muchas gracias x la reflexion y la crítica, fue real.

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Escribo más que duermo. Ávido lector de manga y entusiasta de la animación japonesa. Hablo sobre ello en mi tiempo libre.