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Crítica de Shingeki no Kyojin 3x18 destacada - el palomitron
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SHINGEKI NO KYOJIN: MUERTE Y BAUTISMO

Shingeki no Kyojin hace de «Sol de medianoche» una entrega vital para el devenir de los sucesos de la ficción. Es una entrega post mortem, una breve velada para la fugaz introspección y la siempre —aunque ahora quizá más— ardua tarea de tomar la decisión correcta. El sacrificio siempre ha estado presente en una ficción que nunca se ha atrevido a regalar nada, ni siquiera a poner las cosas fáciles; pero ese cariz se ha visto notablemente potenciado con las últimas actuaciones de Erwin y Armin. Los dos últimos sacrificios de una humanidad a la que le queda poco o nada que ofrecer. Una humanidad exhausta de lidiar con la Muerte. Sin embargo, Isayama muestra benevolencia y ofrece una oportunidad de reversión. Una segunda oportunidad bajo el yugo de una historia que tiene por mantra el exasperante memento mori. Se permite arrojar algo de luz en la intensa oscuridad de la medianoche.

Armin… ¿por qué nunca huyes?

El impacto emocional de Eren por la pérdida de Armin está ahí, pero ni siquiera la producción deja tiempo para el ahogo de la pena. Apenas un par de frases de corte introspectivo es todo lo que se le permite a su protagonista, pues el recipiente del Titán Bestia acude a la escena a lomos del titán inteligente que le privó de una «dulce» muerte a manos de Levi. Es un encuentro fortuito, incómodo por las pérdidas y por el enigmático mensaje que le deja a Eren. Porque le conocía, así como a su padre, Grisha. A quien no duda en echarle la culpa de todo y mostrarse empático con el dolor y la desesperación del joven Jaeger. Curioso de alguien que se deleitaba con la muerte de decenas de soldados a golpe de piedra. Promete volver a por él, postularse como su salvador. Instantes antes de que el plano se centre en un Levi erguido en lo alto de los muros con el semblante de un Shinigami. Un Dios de la muerte colérico cuyo único alimento ahora es el de la venganza. El cumplimiento de una promesa.

Crítica de Shingeki no Kyojin 3x18 Eren - el palomitron

El Ackerman no es más que un amasijo de emociones llevadas al extremo. Un recipiente de odio con el que Wit denota un enorme poderío. El enemigo se ve obligado a marchar, no sin antes abandonar a su suerte a Bertholdt y salvar a un deplorable Reiner de las garras de Hange. Es una victoria, pero hemos de esforzarnos en recordar que en realidad así lo es, que el enemigo ha escapado de una derrota segura y la humanidad ha ganado. Pero no es fácil pensar en eso cuando el panorama es tan desolador. Cuando solo hay lamentos, pérdidas y lloros. Como comentaba la anterior semana, la victoria de Isayama es una que, incluso considerándose victoria, tiene un regusto amargo a derrota. Y esta entrega vuelve a dejar patente esa particular marca de la casa.

Ahora solo quedan ellos. Los supervivientes; los vivos y los muertos. Y se arroja algo de luz entre la frondosa oscuridad que ofrece la crueldad de la guerra. El suero de titán que porta Levi —entregado por Kenny Ackerman— ofrece una vía de escape a la muerte. Un salvoconducto para que Armin se convierta en un titán y, acto seguido, engulla a Bertholdt para adquirir su poder de titán. Levi tiene en sus manos la potestad de dar vida, de vestirse con los hábitos de un cirujano y ejercer de mano salvadora. Sepulturero de la propia Muerte. Poco tiene que implorar Eren para que le dé el suero a Armin, algo totalmente lógico. Pero la lógica inicial se tambalea cuando el único superviviente del ataque suicida contra el Titán Bestia irrumpe en escena con el cuerpo de Erwin con vida, aunque en estado agónico. Y es ahí, en ese preciso instante, cuando la lógica se derrumba. Cuando las emociones personales afloran y ensombrecen a la razón. Cuando Levi debe tomar la que quizá es la decisión más complicada de Shingeki no Kyojin. Salvador, sí, pero también juez y verdugo.

Crítica de Shingeki no Kyojin 3x18 Levi - el palomitron

Elijo a quien salvará a la humanidad

«Sol de medianoche» es una entrega sumamente emocional. Eren desafía a su propio capitán; Mikasa —en estado casi de shock al ver el cuerpo de Armin— furiosa por el trato hacia su hermano, incluso forcejea con Levi para obtener el suero. Es visceral, porque los sentimientos personales inundan el escenario. Vidas están en juego. Elegir salvar la del comandante de la Legión y esperanza de la humanidad, o la de un joven soldado con gran potencial pero poca experiencia, un anónimo para muchos. De nada sirve el discurso de Eren que repasa todos los éxitos logrados gracias a la labor de Armin. Levi parece decantarse por salvaguardar el símbolo, pues sin él puede que el pueblo pierda por completo la esperanza. ¿Es Erwin quién salvará a la humanidad? Dicen que tan solo un demonio es capaz de semejante conquista. Alguien con la competencia necesaria para caminar sobre el fuego, sobre montañas de cadáveres y no perder la compostura. Anfitrión de un particular infierno.  

Cuando Levi levanta la inyección con el suero es como si ya hubiera dictado sentencia. De poco sirve el lloro y las súplicas de Eren, tampoco los de Mikasa, a quien tiene que sujetar Hange para que no cometa acto de traición. Lo que tendrán que soportar es jodido, pero deben lidiar con ello. Con el sentimiento de pérdida, pero también con la amarga sensación de no poder hacer nada, incluso cuando se tiene la oportunidad. Porque, por lógica, es Erwin quien debe vivir. Él tiene el liderazgo y la experiencia. Es el estandarte de la rebelión. Deben abandonar el escenario mientras se despiden por última vez. Una última vez fraguada a golpe de vivencias del pasado, ilusiones y promesas ahora rotas. Es también Levi quien recuerda la última charla con su comandante mientras se dispone a inyectarle el suero. Aquel momento de intimismo privado de cualquier imagen que mantener. El extinto anhelo de un hombre gritándole a su propia muerte. Pero ocurre algo. Como si un último resquicio de vida se manifestara para cometer un acto tan trivial como última voluntad. Una acción de negación interconectada a una vivencia de su pasado. A la inocente y curiosa pregunta lanzada a su padre: «Profesor… ¿Cómo sabe que no hay gente al otro lado de las murallas?»

Crítica de Shingeki no Kyojin 3x18 Armin - el palomitron

Ese último gesto y esas últimas palabras son la razón que necesitaba Levi para dejar morir a su comandante. Para que, finalmente, sea Armin quien regrese de entre los muertos. Erwin tenía que ser un demonio, no tenía otra opción. La propia humanidad se lo impuso. Muere como un demonio, pero por fin se le brinda la opción del descanso eterno. De abandonar las brasas de su particular infierno. Poco tiempo después, un titán anormal de aspecto familiar se aproxima a un desesperado Bertholdt que instantes después es fugazmente devorado. Un espectáculo improbable para la atónita mirada de Eren, Mikasa, Jean y Conny, quienes acuden a un escenario caníbal para extraer a su fiel amigo de las entrañas de cuerpo del titán. En cuestión de minutos llantos de impotencia, ira y desolación se transforman en unos de sorpresa y alegría. Un tenaz contraste con la escena de Levi. Quien reafirma el cumplimiento de su promesa a un Erwin cuyo último aliento de vida ya fue exhalado. Levi ha tomado la decisión más importante de Shingeki no Kyojin, y a partir de ahora deberá lidiar con ese peso como juez. Es un punto de inflexión en la trama, una acción que trasciende ya no solo por su efecto directo, sino por la actuación del personaje que la lleva a cabo. La producción hace en «Sol de medianoche» de guía en un páramo de auténtica desolación y pérdida. Un ejercicio de corte intimista y tono emotivo que funciona como entierro y bautismo a su vez. Brinda un merecido descanso al demonio para arrojar una nueva luz sobre la larga noche. Ha llegado la hora de desenterrar viejos fantasmas.  

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Edu Allepuz

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3 COMENTARIOS

  1. ¡Puff! Menudo episodio, el anterior fue muy bueno pero creo que este le supera, por poco al menos. Lo que en el otro era tensión aquí es un torrente de emociones, a pesar de saber lo que iba a pasar por haber leído el manga me ha impactado igualmente todo lo vivido.

    Lo he terminado de ver y me he quedado con «hambre», y he venido aquí a devorar este artículo, todavía caliente por su reciente confección. Y como siempre, es un gusto ver como Edu le saca punta a este capítulo, destacando los puntos fuertes con su análisis y facilitándonos a los demás asimilar lo que hemos visto.

    Menuda temporada estamos teniendo, ya me da pena pensar que se va a terminar.

    Muchas gracias por el artículo y me quedo a la espera del siguiente episodio, y ojalá que con vuestro correspondiente texto sobre el mismo.

    • Totalmente, si el capítulo de la semana pasada estuvo marcado por ciertos momentos de brillantez técnica y la tensión de la batalla, el de esta es un auténtico despliegue emocional que juega con los giros de guion como quiere.

      Teniendo en cuenta lo que va a suceder en el próximo capítulo es muy probable que vuelva a repetir una semana más, así que esperaré tu lectura con gusto :). ¡Muchas gracias a ti por pasarte y comentar, Rafa!

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Intento de muchas cosas y una de las piezas que hacen funcionar la sección manganime. Ávido lector de manga, enamorado de la tinta y de la tragedia de Sui Ishida. Firme defensor de la industria como arte y la abolición de estúpidas etiquetas.