CINE ESPAÑOL DIRIGIDO POR MUJERES V: LA ACTUALIDAD
Si anteriormente en esta serie de artículos hablamos sobre el cine dirigido por mujeres ubicado en lo rural, el cine de mujeres referente a la sexualidad femenina y todo lo que la envuelve y el cine de mujeres en torno a la familia y la maternidad, en este artículo nos centraremos en el cine español dirigido por mujeres que pone su foco en temas de actualidad que atraviesan la realidad política española de los últimos años.
Como dijimos en el artículo inicial, la película que pone la importancia en resaltar el cine dirigido por mujeres en España y la que podríamos decir que da inicio a toda la ola de cine actual es Estiu 1993, de Carla Simón, estrenada en 2017. Es importante tener este hecho presente, pues gran parte de las películas de las que hablaremos en este artículo son dirigidas por catalanas con una mirada puesta en problemas globales a nivel español. Esta tendencia nos habla no sólo de cómo el foco de las tramas se puede escribir desde la periferia para narrar temas que atañen a todo un país, sino de un cine que, como vimos en el artículo del mundo rural, cada vez está más deslocalizado de Madrid y se atreve a caminar por zonas periféricas para narrar nuevas historias.
Ese año en la cartelera compartirían presencia la ganadora del futuro Oso de oro en Berlín con otra película dirigida por una directora que poco a poco se ha ido haciendo un hueco en una industria tradicionalmente masculina. Hablamos de Julia Ist, dirigida por Elena Martín y estrenada el mismo año 2017. Inserta en el retorno de tantos españoles que marcharon del país durante la crisis económica que partió el país antes de 2017, Julia Ist narra la historia de Júlia, una catalana que marcha a Berlín durante un año de erasmus y que, aunque en principio la estancia en esa ciudad gélida se le hace difícil, es capaz de levantar una vida plena en su nueva ciudad de acogida. Elena Martín construye una primera película en torno a las experiencias de una chica en un espacio extraño, patrón que se repetirá tanto en su dirección como en su interpretación a lo largo de una carrera que daba inicio en la dirección con esta película, siendo los lugares extraños que sus personajes han de vivir tanto físicos como mentales. Por cierto, hablando de mujeres en lugares extraños, no hemos de olvidar que fue Elena Martín quien codirigió el videoclip de Perra, la famosa canción de Rigoberta Bandini.

Dos años más tarde es Belén Funes quien se pone a los mandos de la dirección para narrar La hija de un ladrón, una historia que pone el foco en aquellos que están más debajo de la pirámide social. Greta Fernández y Eduard Fernández como hija y padre, respectivamente, acompañados de un Àlex Monner como pareja de esta, narran la historia de Sara, una chica de 22 años que vive en la parte más quebrada de la sociedad, esa de la que ningún discurso político se acuerda, acostumbrada a lidiar con la precariedad, lejos de un futuro que pueda imaginar con un hijo a cuestas cuando tiene que gestionar la sombra de un padre que ha regresado de la cárcel y que pretende entrar de nuevo en su vida. Funes no hace un retrato alegre de la vida, sino un duro retrato de todos aquellos abandonados por un sistema triturador, en este caso en los ambientes periféricos de Barcelona.
De precariedad hablaba también Chavalas, dirigida por Carol Rodríguez en 2021. Ubicada, igual que la anterior película, en la periferia de Barcelona, Rodríguez se acerca a la precariedad desde un punto de vista más inocente y simpático al narrar la historia de Marta, en la piel de Vicky Luengo, una chica de barrio que conoce la gran vida de la ciudad y debe regresar al barrio con sus pisos pequeños, su monotonía y su sencillez para darse cuenta de que quizás había demasiadas cosas que había olvidado en ese ambiente que tanto había llegado a odiar durante años. Chavalas es barrio, es calle, es bar y es vida en común de la que muchas veces huimos y a la que Carol Rodríguez es capaz de dignificar.
Sin movernos de la periferia de Barcelona ni de ese mismo año 2021, Neús Ballús estrena una película preciosa en su sencillez, alegre, espontánea y enamoradiza que nos retrata los seis días corrientes de tres trabajadores de una empresa con sus correspondientes visitas por distintos lugares de la ciudad condal y las pequeñas desavenencias entre ellos. Hablamos de Sis dies corrents, una película que narra las diferentes formas de vida que puede haber en un pequeño barrio, todas ellas dignas y merecedoras de ser contadas, y de lo difícil que es a veces el entendimiento humano y la necesidad de acercarnos al otro. Esta película no podría haber sido tan bien narrada si no hubiera contado con tres protagonistas masculinos que se interpretan a sí mismos: Mohamed Mellali en el papel de Moha, Valero Escolar en la piel de Valero y Pep Sarrà en la piel de Pep. Humilde, sincera y simpática, la película es una de esas joyas que mejor define el nuevo cine de mujeres que ha desembarcado en el audiovisual español los últimos años.

El mismo año 2019 que Belén Funes estrenó La hija de un ladrón se estrena una película dirigida a partes iguales por Ànnia Gabarró i Alberto Dexeus, Les Perseides. Pese a su corta duración de poco más de una hora, esta película condensa en poco tiempo uno de los grandes temas de nuestra sociedad como país, la gestión de la memoria histórica y cómo la transmitimos de generación en generación como losa que acaba pesando en todas nuestras vidas, como herencia de padres a hijos de la que imposible es deshacernos y con la que habremos de lidiar irremediablemente.
Cuatro años más tarde volvemos a encontrar una película que se sumerge de lleno en la memoria histórica y su gestión, que es El mestre que va prometre el mar, dirigida por Patricia Font y protagonizada por Laia Costa y Enric Auquer. La película narra la herencia del pasado en la actualidad, pero no desde el coming of age de una adolescente que descubre un mundo oscuro enterrado en el pasado de una familia catalanoaragonesa como en la película anterior, sino desde el punto de vista de otra mujer catalana, en la piel de Laia Costa, que descubre en su pasado una forma de entender su presente y, al hacerlo, descubre la misteriosa figura de un maestro, con el rostro de Enric Auquer, que se desprende de toda capa de hermetismo para hacerse carne en nuestra actualidad porque, al fin y al cabo, esos rostros del pasado que perecieron con el huracán de la guerra, fueron seres sintientes con sus vidas y sus ilusiones segadas que Patricia Font vuelve a revivir.

Y de la memoria histórica de la Guerra Civil Española nos alejamos para internarnos en otro tipo de memoria como es la del humo que dejaron las bombas de ETA. Es curioso cómo la banda terrorista, temida y odiada a partes iguales durante décadas, ya polvo de la historia, es reflejada ahora en la pantalla como el fantasma que fue. Desde el documental de Prime El desafío ETA (Hugo Stuven, 2020) hasta la primera serie de HBO en España, Patria (Aitor Gabilondo, 2020), pasando por Maixabel (Icíar Bollaín, 2021), ya no narramos en España la presencia de ETA, sino el recuerdo de dicha presencia y cómo la sociedad tendrá que lidiar y aprender a vivir con este.
Basada en hechos reales y protagonizada por Blanca Portillo en el papel de Maixabel Lasa, viuda de un asesinado por la banda terrorista, la historia narra cómo fueron esos primeros encuentros entre las víctimas a las que les segaron sus vidas y los victimarios que un día, envejecidos y olvidados en prisiones repartidas por todo el estado español, se dieron cuenta del horror que habían plantado durante años. Sangrante y dolorosa hasta decir basta, Bollaín vuelve a los grandes temas de actualidad que siempre ha retratado en su cine tales como el colonialismo, la violencia de género, el extractivismo y el mundo cambiante que nos ha tocado vivir para narrar la memoria histórica, pero la relativa al reguero de dolor que dejó el terrorismo independentista vasco en toda España.
Sin movernos de Euskadi, en 2024 Arantxa Echevarría se atrevió con una historia no contada con anterioridad, la de la infiltrada en la banda terrorista ETA que logró compartir piso con dos miembros de la banda y logró desarticular el comando de Donosti cuando la banda estaba en tregua. Carolina Yuste firma una interpretación que excede toda su anterior trayectoria y con la que logró levantar el Goya a la Mejor Actriz en la gala de los premios de 2025, pero también lo hizo la propia directora con el premio Goya a Mejor Película. La infiltrada es un thriller que regresa a los últimos tiempos de la banda, pero barniza toda su historia de una pátina de denuncia del machismo que anidaba tanto en la policía nacional como en la banda terrorista supuestamente de izquierdas. Frente a las películas de infiltrados y de policía donde el machismo pasa de puntillas, Echevarría es capaz de retratar no sólo un momento de nuestra historia y de la vida particular de alguien que dio su vida para acabar con ETA, sino retratar la misoginia estructural e inherente tanto en el terrorismo como los cuerpos policiales.
Avelina Prat recoge el testigo de esta visión periférica de las narraciones y lo traslada a Valencia en Vasil, estrenada en 2022. Alfredo, interpretado por Karra Elejalde, es un jubilado al que una conocida le pide una noche un favor: acoger a Vasil, en el rostro de Ivan Barnev, inmigrante búlgaro sin papeles que necesita de un techo donde dormir. Aunque al principio la convivencia entre ambos es extraña, poco a poco el acogido y el acogedor encuentran más puntos en común de los que inicialmente ambos pensaban y, entre partidas al mus, visitas de Alfredo a su hija y partidas de ajedrez, la película deshilará la riqueza que nos puede aportar el otro si sabemos escuchar. Avelina Prat filma una obra no sólo sobre la inmigración y nuevamente lo difícil que puede llegar a ser entendernos, sino que recoge los frutos de lo que ese entendimiento puede aportar.
No podemos abandonar este repaso a los largometrajes definidos por mujeres sin pasar por Soy Nevenka, dirigido también por Icíar Bollaín y estrenado en 2024. Es de sobras conocida la historia de Nevenka Fernández, la primera mujer en la historia de España en denunciar y ganar un juicio por acoso sexual cuando trabajaba en la alcaldía de Ponferrada. Mireia Oriol le pone rostro a una frágil, pero decidida, Nevenka que supone un hito feminista al plantar una semilla de lucha contra el acoso sexual que muchas mujeres sufrían en su entorno laboral.
Para el final nos hemos reservado el documental de apenas 18 minutos de Mabel Lozano, Biografía del cadáver de una mujer, estrenado en 2020. Poniendo fin a todos estos temas que tan bien hilados han sido en las distintas películas dirigidas por mujeres en España, Biografía del cadáver de una mujer vuelve a recuperar dos temas eternamente candentes como son la migración y la prostitución y enarbola la necesidad de reparación de un nombre manchado poniendo el foco en un hijo huérfano. Mabel Lozano levanta un relato directo, nada sutil y crítico con un sistema triturador como es la prostitución que se alimenta de carne migrante para seguir haciendo girar la rueda capitalista. Con este final, podemos dar fin a este artículo que nos ilumina un cine que demuestra no necesitar de firmas masculinas para ocuparse de temas como la prostitución, la precariedad, el desarraigo, la memoria histórica y la migración, temas constantemente candentes en la palestra pública.
Javier Alpáñez