En el nuevo capítulo de The Walking Dead, la acción se ha reducido a un par de escenas, muy excitantes, eso sí. Y el resto han sido diálogo, cuestiones morales y más de lo mismo. Lo bueno, que parece que avanzamos al final de la guerra, o así lo deseamos. A continuación, el análisis de la última entrega de la serie.

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Este capítulo vuelve a dividirse en varias tramas protagonizadas por distintos personajes. Por un lado, Rick, que llega hasta el basurero para tratar de convencer a Jadis (a la que por lo visto gusta de practicar manualidades nudistas) para retomar su acuerdo de colaboración. La mujer le pregunta que por qué quiere una alianza a pesar de haber sido traicionado (y haber recibido un disparo de ella), y el expolicía insiste en la necesidad de la unión para acabar con Negan. La líder de los Carroñeros obvia la conversación y Rick terminará desnudo en un contenedor (no es una sorpresa, la verdad).

Pasamos a Hilltop, donde Maggie reprocha a Jesus su decisión de hacer prisioneros, y medita sobre qué debería hacer con ellos. Mientras, Gregory no se separa de ella, intentando justificar su comportamiento y animándola para que acabe con los cautivos. Finalmente, y tras una conversación catárquica con Aaron y Enid sobre sus respectivas pérdidas, sale a hablar con Jesus: los prisioneros van a ser encerrados en una especie de corral dentro de los muros de Hilltop y tendrán como compañero de cautiverio a Gregory.

En el Reino están de luto por los amigos perdidos, y Ezekiel se ha encerrado en su castillo con una terrible crisis. Carol deberá ir sola al encuentro que habían planeado con Rick, pero tiene que volver porque Henry la ha seguido para vengar la muerte de su hermano Benjamin. La mujer irá a hablar con el Rey para hacerle salir de su sopor, y tras una conversación sobre el deber y la identidad, puede que le haya hecho reaccionar.

Nos encontramos con Carl, que ha ido a buscar al misterioso hombre de la gasolinera, Siddiq. El tipo se dedica a matar a cuanto caminante encuentra, como una especie de promesa hacia su madre, que creía que así se liberarían sus almas. El chico le dice que quiere que vaya con él a su comunidad y hablarán sobre las relaciones con los padres y sobre que las acciones de estos no deben marcar el destino de sus hijos. Carl no quiere ser como Rick, por eso ayuda a ese hombre, e incluso colaborará con él en «liberar almas», algo que casi le cuesta la vida cuando un par de mordedores le ponen en un aprieto.

Por último, tenemos a Michonne, que quiere comprobar cómo está el cuartel general de los Salvadores, y Rosita decide acompañarla. De camino al lugar, oyen sonidos extraños y se acercan hasta un almacén en el que encuentran a una pareja preparando una furgoneta con altavoces para intentar ayudar a Negan y los suyos. Al ser descubiertas, habrá un rifirrafe, en el que Rosita acabará con el hombre usando una bazuca. La mujer escapa con el vehículo tuneado y una ópera a todo trapo cuando… un camión se estrella contra ella. De él bajan Tara y Daryl (en una escena anterior conspiraban para acabar con Dwight), que rematan a la conductora y llevan a sus compañeras a su destino.

Faltan dos capítulos para que llegue el parón navideño, y tal y como se está desarrollando la ficción en las últimas entregas, podemos pensar que la guerra acabará justo entonces. Lo que nos traería, a partir de febrero, un nuevo argumento, y aquí paz y después gloria. La serie necesita aire fresco, dejar de enrocarse en sí misma para presentarnos situaciones realmente inéditas, o la deserción de espectadores va a ser imparable. Sea lo que sea, quizá los productores deberían plantearse un final de serie medianamente digno; no nos gustaría ser testigos de una cancelación que deje sin cerrar la ficción. Rick, ¿tu cara de disgusto perpetuo es por el hedor a rancio de tu serie?

Rocío Alarcos