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THE EQUALIZER

Si hay algún género que esté padeciendo de manera directa la falta de originalidad de los grandes estudios, ese es el género de acción en su vertiente más thriller. Parece que el género está condenado a depender de la solvencia de sus directores y el carisma de sus protagonistas. Y es que parece que a falta de guiones novedosos en este universo, el reclamo para arrastrar al público a las salas pasa por contar con cabezas de cartel como DENZEL WASHINGTON, LIAM NEESON, GERARD BUTLER o RUSSEL CROWE, por nombrar algunas de las estrellas de la acción del siglo XXI. Y si de ellos depende que al público le atraiga el producto, de los directores depende que este púlico salga más o menos satisfecho de las salas. Algo que muchas veces resulta muy complicado para el cineasta porque con un libreto en el que se ha invertido muy poquito tiempo, las cabriolas están aseguradas. Así, directores como PAUL HAGGIS (LOS PRÓXIMOS TRES DÍAS, 2010), el fallecido TONY SCOTT (IMPARABLE, 2010), PAUL GREENGRASS (CAPITÁN PHILLIPS, 2013) o los españoles JAUME COLLET SERRA (NON STOP, 2014) y PACO CABEZAS (TOKAREV, 2014), ambos muy asentados dentro de la industria americana, están obligados a recurrir a todo su oficio para construir climas y atmósferas que diferencien sus productos.

THE EQUALIZER no nos cuenta nada nuevo, pero sí cuenta con DENZEL WASHINGTON como rey indiscutile de la función y con ANTOINE FUQUA tas la cámara, esta vez más cercano a sus mejores versiones (TRAINNING DAY, 2001) que a esos subproductos que son capaces de firmar, inexplicablemente, directores con un sobrado talento para esto de la acción (OBJETIVO: LA CASA BLANCA, 2013). Esto no es poco.

DENZEL WASHINGTON da vida a un empleado de un gran almacén de bricolaje en Boston. Su carisma y sentido del humor, además de su constante preocupación por los problemas de sus compañeros, contrastan con una vida privada my rutinaria y dominada por el insomnio crónico. Anverso y reverso para una moneda que no tarda en llamar la atención del espectador, que enseguida adivina que Robert McCall esconde un pasado bastante jugoso. Hombre de costumbres, nuestro protagonista entabla una relación bastante paternal con Teri, una joven prostituta sometida por la mafia rusa. Una paliza a la joven por parte de su proxeneta será el desencadenante para que Robert McCall enseñe las cartas y reparta justicia sin pestañear.

ANTOINE FUQUA acierta a la hora de enfocar la película y se decide por tomarse su tiempo para desencadenar la acción. Más de veinte minutos dedicados a que conozcamos al personaje central de la trama, a Robert. Un prólogo que sirve para que empaticemos con él y nos unamos a su causa sin vacilar. Ahora sí, cuando toca desatar la violencia, FUQUA no se anda con bagatelas y filma secuencias con una dosis muy alta de violencia. Todo el filme gira en torno a la figura de Robert, justiciero en la sombra, y los intentos de la mafia rusa por averiguar quién es en realidad y darle caza, y todo ello cuidando mucho la fotografía, plagada de planos detalle y de transicción realmente potentes, por su atractivo en el plano estético y por su capacidad para involucrar al espectador en la historia, en el plano más funcional, durante algo más de dos horas que dura la cinta. Sólo en los últimos minutos pueden aparecer los primeros síntomas de agotamiento, en ese asalto a los grandes almacenes por parte de los malos, que irán cayendo uno por uno a manos de Robert y su ingenio, que ha rediseñado la superficie en una letal ratonera de trampas. Es de alabar en este sentido como THE EQUALIZER nos atrapa durante todo el metraje, pese a no contar nada nuevo. FUQUA tampoco capitula ante giros de guion imposibles o ya muy trillados, y opta por dirigir como dios manda lo que tiene entre manos.

Teri (CHLOE GRACE MORETZ) at the diner in Columbia Pictures’ THE EQUALIZER.

La verdadera sorpresa del reparto no es WASHINGTON, que ya sabemos cómo respira y que la pantalla es toda suya, sino CHLOË GRACE MORETZ, que se lleva de calle un papel que en un principio estaba pensado para un personaje de más edad. La queda mucho por delante a la joven actriz si sigue este camino. Como curiosidad, nos queda también disfrutar de MELISSA LEO, que participó también en la serie ochentera original en la que se basa el filme: EL JUSTICIERO. El resto, todos muy malos y malvados y todos muy tatuados, como buenos mafiosos rusos. El papel más inquietante recae sobre MARTON CSOKAS (sí, Celeborn en la famosa saga del anillo), que da vida a Teddy, un solucionador que la mafia rusa envía a poner orden tras el que se esconde un sociópata de primera división que merecía otro final y que podría haber sido interpretado sin mucho problema por KEVIN SPACEY.

Dos horas de entretenimiento más que asegurado, con un DENZEL WASHINGTON haciendo lo que mejor sabe hacer: actuar y convencer. No espereis nada nuevo, pero prepararos para disfrutar y evadiros si sois fans del género, especialmente del actor afroamericano.

LO MEJOR:

  • El personaje de Robert McCall. Muy bien presentado y definido.
  • Volver a reencontrarnos con el ANTOINE FUQUA que más nos gusta.
  • Su ritmo. Casi 130 minutos en los que el espectador difícilmente pedirá la hora.

LO PEOR:

  • Su falta de originalidad. ¿Tan difícil es que nos topemos con historias nuevas?
  • Algunas escenas pueden resultar demasiado violentas para algunos espectador/es. (Ay ese abrecorchos…)

Alfonso Caro 

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Alfonso Caro Sánchez (Mánager) Enamorado del cine y de la comunicación. Devorador de cine y firme defensor de este como vehículo de transmisión cultural, paraíso para la introspección e instrumento inmejorable para evadirse de la realidad. Poniendo un poco de orden en este tinglado.