ROSALIE BLUM
Rosalie Blum recuerda que la vida está llena de misterios. A veces, como humanos, sentimos una predisposición a encontrar un porqué en todo lo que hacemos, pero lo cierto es que casi siempre la realidad es fruto del azar, de algo incontrolable que escapa a nuestra comprensión. Si uno piensa demasiado en ello se obsesiona. ¿Hay un destino que rige las leyes humanas o es todo una mera casualidad? Si lo primero es cierto… ¿por qué no se nos revela? Y si por el contrario no hay nada, ¿qué sentido tiene vivir?
Los personajes de Rosalie Blum se encuentran en una tesitura similar. El protagonista, Vincent Machot (Kyan Khojandi), un peluquero que vive con su madre, baja una tarde a hacer la compra y se encuentra con una mujer, Rosalie Blum (Noémie Lvovsky), a la que cree reconocer. Algo se activa en su cabeza. Un mecanismo biológico incontrolable: el subconsciente. ¿Quién es esa mujer? ¿Por qué le suena su cara? ¿Será un amor del pasado? Todo es posible mientras el cerebro no acceda al recuerdo y lo materialice.
Vincent se obsesiona con Rosalie y decide perseguirla, observar sus actos, profundizar en su vida. Se convierte en una paranoia. Mientras tanto, Rosalie, que se ha dado cuenta de que Vincent la persigue, pide a su sobrina Aude (Alice Isaaz) que espíe al espía. Unos y otros acaban cruzando sus vidas, se conocen, explican los motivos que mueven sus actos, sienten fascinación mutua y se aman.
Son historias que se cruzan gracias al azar. O a los mecanismos metafísicos que muevan las vidas humanas, si es que los hay. El caso es que las vidas de los personajes confluyen. Existencias aparentemente inconexas que se enmarañan en el juego de las relaciones interpersonales: Vincent se enamora de Aude. Rosalie utiliza esta situación para acercarse a su sobrina y pasar menos tiempo sola. También siente fascinación por los motivos que mueven a Mathieu. Este último, un niño de casi 40 años que juega con cometas y que sueña con ser libre de su madre (el complejo de Edipo es una constante en toda la película, hasta el propio Mathieu bromea con ello), decide liberarse de sus ataduras y se atreve a vivir.
Rosalie Blum es una película humana que trata de cómo los seres humanos acaban conociéndose. Julien Rappeneau, hijo del actor Jean-Paul Rappeneau, elabora esta fábula a través de la comedia y el drama (más la primera que la segunda). Sin embargo, cae en algunos clichés y chistes sin gracia; también utiliza personajes histriónicos (las dos amigas y el compañero de piso de Aude) que a veces desentonan con la seriedad del tema de fondo: la necesidad de Vincent de enfrentarse a su madre; el ansia de Aude de encontrar motivos para vivir; la búsqueda desesperada de Rosalie por sentirse querida en un mundo al que parece darle igual.
Nos surge un debate interno con esta cinta. Es una película sencilla, que no destaca por nada en particular. Tiene buenas interpretaciones. Una iluminación simple. Una dirección equilibrada. Una historia corriente. ¿Qué hay tan atrayente en todo ello? Probablemente que a los humanos nos acaban gustando siempre las historias más convencionales, aquellas que nos recuerdan a nosotros mismos. A que no podemos escapar de la rutina. A que nos miramos en el espejo y estamos gordos. O que nos quedamos calvos. O que envejecemos. Ya no somos los mismos de antes, pero tenemos que seguir adelante. Aunque nunca es tarde para enamorarse: siempre hay esperanza. Rosalie Blum también habla sobre cómo no debemos perderla, porque nunca es tarde para vivir.
En resumen: se trata de una obra clara y concisa que atrae por la sencillez de su argumento. Además, la comedia le da un toque divertido que la hace más liviana. La recomendaríamos a todo el mundo, igual que recomendaríamos una película de domingo por la tarde después de comer: para entretenerse y desconectar de la vida e involucrarse en la de otros. No esperen algo increíble o digno de recordar; solo un trocito de vida, un pequeño pedazo de existencia. La historia de varios humanos que se conocen a través de circunstancias inesperadas. ¿Son personas interesantes? Si le interesa conocer la vida de su peluquero, o de aquella mujer que vende fruta, o de la hermosa sobrina que viene a visitarla de vez en cuando y a la que nunca se atreve a hablar, sí.
Al final, una metáfora sobre los momentos que nos marcan. Sobre los sueños rotos. Y Freud siempre presente.
LO MEJOR:
- Es una historia sencilla, falta de pretensiones y muy humana.
- Las interpretaciones de los tres protagonistas.
- Cómo la psicología está presente durante toda la cinta.
LO PEOR:
- No es una cinta que vaya a trascender.
- Sus clichés y chistes, un tanto insípidos.
- El histrionismo de algunos personajes.
David G. Maciejewski