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Reseña de Shino no es capaz de decir su propio nombre destacada - el palomitron
ANIME / MANGA REDACTORES RESEÑAS

BIBLIOTECA: SHINO NO ES CAPAZ DE DECIR SU PROPIO NOMBRE

Reseña de Shino no es capaz de decir su propio nombre principal - el palomitron

Hablar de Shuzo Oshimi no es tarea fácil. Estamos ante una persona que es capaz de mirar al mundo con otra perspectiva; con unas lentes que tintan su visión con múltiples tonalidades y aterriza sobre el papel con infinitos resultados. Todos admirables. La pintura de artistas como Goya, Ernst y Redon, siendo este último su artista preferido, han tenido una gran influencia en su obra. Lo mismo ocurre con lectura de clásicos, ya que desde su niñez Shuzo Oshimi ha sido aficionado a los poemas modernistas japoneses. Quizás por esto, su estilo narrativo se caracteriza por presentar protagonistas torpes y extravagantes que desarrollan relaciones a medida que la historia avanza en situaciones un tanto incómodas y perturbadoras durante la pubertad, etapa de la vida que personalmente cree difícil de catalogar.

Sin duda un autor que no duda en contar la realidad, y eso, sinceramente, es lo que lo alza como mangaka distinguido dentro de este sector. Los influjos de diversos artistas han hecho mella en él, y ese rastro es el principal detonante dentro de todas sus obras. En esta ocasión tenemos la oportunidad de hablar de Shino no es capaz de decir su propio nombre, un tomo único que tras un título que pasa un tanto inadvertido en el catálogo de Milky Way Ediciones, esconde temas realmente interesantes y perniciosos. Temas tales como la soledad, la incapacidad comunicativa, el acoso escolar, la marginación social, etc. Una amalgama excitante cuanto menos que pone en tela de juicio una realidad que tinta nuestra sociedad. Un manifiesto que plasma a la perfección el precio de la existencia. Una vez superada esta primera toma de contacto comenzamos la reseña de Shino no es capaz de decir su propio nombre. Un análisis donde no destripamos detalles sustanciales de su argumento e intentamos ir más allá de lo que vemos a primera vista.

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Trastorno comunicativo o social. Partimos de una premisa realmente atractiva, pero desgraciadamente, temiblemente observada. Un tema que ahonda en las personas, que las deja al desnudo ante el lector y que teme por salir al descubierto. Gracias a Shuzo Oshimi consigue emerger de nuevo, a través de un tomo único donde no sólo nos muestra una historia sino que desciende de manera personal en sus propias experiencias y situaciones que se generan en una persona cuando ésta posee uno de los trastornos comentados en las primeras líneas.

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Empieza la transformación. Oshimi por Ôshima. Llegamos a nuestra protagonista principal de la obra, Shino Ôshima, aquella que por una serie de motivos es incapaz de decir su propio nombre —y de hablar en general—. El autor consigue viajar a través de ella y nos muestra su día a día; de manera pausada, dando el espacio necesario al tiempo y sin sobrecogerse a lo que puedan decir. Un ritmo totalmente necesario y que casa perfectamente con todos los personajes expuestos. Un ritmo que hace posible esta historia. Shino Ôshima es una joven que empieza su último periodo en el instituto, un periodo que como en otras ocasiones vuelve a suponer un obstáculo para ella. La ansiedad social y el trastorno comunicativo no le ayudan a encajar, y no poder decir su nombre el primer día tampoco. Una realidad totalmente certera. Un suceso que ocurre. Y Oshimi se atreve a contarlo, a palparlo.

En un alarde de esperanza llega a su vida Okazaki, las primeras vocales de Shino. Gracias a ella empieza a conocer a las personas, a sentirse incluso a gusto. Oshimi sabe jugar con esa relación y demuestra, una vez más, el poder de la música. La nueva amiga de nuestra protagonista tampoco es un gran ejemplo socializador, pero ambas comparten aficiones en común y es gracias a ellas donde se crea esa relación. Esas primeras palabras de Shino. A través de una libreta, con una guitarra o incluso gritando. Un elenco totalmente compacto que hacen única a la obra, esperanzadora y con un aire totalmente renovado por parte de Oshimi. Un aire mucho más luminoso que en sus anteriores entregas, dando nuevas pinceladas a las posibilidades, a las personas.

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Ehhh…Ehh…Eh… ¿Sabes ante qué estamos? La tartamudez es un trastorno del habla, permanente o circunstancial, que se caracteriza por las repeticiones e interrupciones involuntarias en la emisión de palabras y puede ir acompañado de diversos movimientos del rostro y alteraciones respiratorias. Un trastorno que no sólo te impide hablar correctamente, sino que te impide tener una vida «normal». Y esa «anormalidad» es que la consigue tratar perfectamente Oshimi en su obra, convirtiendo este extraño pero curioso fallo en la voz humana en un aspecto más de una persona. En un aspecto capaz de ser normalizado, porque si de algo habla esta obra es de normalizar. No le da la espalda, ni tampoco lo ridiculiza. Lo trata con el más profundo respeto y acierta en ello. Consigue que Shino supere barreras que son consideradas ordinarias, pero que para ella suponen un imposible. Nos enseña a salir de un problema generado por tu propio cuerpo, un problema que la sociedad observa con una mirada profana y que Oshimi le otorga una dosis de victoria.

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La solución fácil a este tipo de problemas, ya sean comunicativos o sociales, es el silencio. Un elemento totalmente necesario en nuestras vidas pero que no debe ser el principal protagonista de ellas. El autor plasma cómo hay que concebirlo, cómo hay que dosificarlo. Ni mucho ni poco. Equilibrado. Actualmente se peca de no saber estar en silencio, y justamente eso es lo que critica Oshimi en su obra. ¿Cómo? A través de la propia afasia. Una doble visión que es capaz de mostrar a través de sus personajes, ya sean humanos o tengan forma de nota musical. Una representación sólida y real de cómo saber nivelar el sonido en nuestras vidas. Hay personas que exceden su vibración, otras que no se atreven ni a susurrar. Oshimi nos las muestra a todas, nos enseña todas las caras de la moneda —que son más de dos— y nos golpea en la cara con la realidad.

Pero el mayor golpe de todos llega al final de la obra. Un final donde no sólo llegas a los últimos compases de la historia, sino que empiezas una nueva: la vida de Shuzo Oshimi. A través de un pequeño epílogo final nos relata su propia experiencia y su analogía frente a Shino. Una analogía donde la música se convierte en arte —en este caso el dibujo y las palabras—. Crea a su propio alter ego, a su sombra en papel. Un acercamiento muy humano que nos hace entender mucho mejor al autor, y una vez leído el tomo, la verdadera historia. Es posible que tras ese epílogo tus ojos vuelvan a caer en la tentación de releer todo otra vez, una relectura —personalmente obligatoria— para entender todo desde otra perspectiva, desde otra visión. La visión de Shuzo Oshimi. Pequeñas pinceladas de realidad que poco a poco van reluciendo en la obra a través del uso de la primera persona y una estructura totalmente ordenada y sincronizada. Una estructura donde no hay espacio para las prisas y donde la realidad prima por encima de todo. Las verdades afloran, los obstáculos se van superando, los miedos pasan incluso a ser virtudes y los personajes evolucionan. Un orden cronológico de los acontecimientos donde el devenir de la vida tiene su propio papel en la obra. Oshimi consigue acompasar todo bajo un mismo tempo y el resultado es gratamente satisfactorio.

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nivel artístico Shino no es capaz de decir su propio nombre presenta un dibujo magnífico, con diseños muy marcados por sus líneas, atractivos y ante todo con unas escenas muy elaboradas donde los personajes son los auténticos protagonistas. Cada una de sus páginas demuestran la valentía y la apuesta del autor, demostrando así una fuerza distintiva que te hará disfrutar cada una de sus viñetas. Gozamos de unos primeros planos sensacionales donde no solo podemos apreciar el sumo cuidado que tiene el autor con los rasgos faciales, sino que también podemos percibir el mimo que antepone a todos los elementos de cada escena, pues el detalle es uno de los grandes protagonistas de la obra.Reseña de Shino no es capaz de decir su propio nombre imagen 9 - el palomitron Shuzo Oshimi consigue transmitir con su dibujo y hace que tanto el terreno que conocemos como aquel que desconocemos llegue a nuestros ojos, dejando las confusiones de lado y mostrando la realidad tal y como es. Sin prejuicios ni temores. Ya sea a través de los gestos, las onomatopeyas o incluso la propia música, Oshimi consigue hacernos llegar todo su ser. Unas expresiones fuertes, marcadas y claras son las auténticas protagonistas. Unas expresiones que dejan hueco a las palabras pero que realmente consiguen hablar por sí mismas. En definitiva, estamos ante una obra que consigue relatar con total seguridad y sinceridad temas tan temidos como necesarios, temas como la fobia social o los trastornos comunicativos. Temas que no muchas obras exponen, pero al igual que ocurre en A Silent Voice, Shino no es capaz de decir su propio nombre tiene un resultado diez. Oshimi no se acongoja, no se esconde. Usa su propia experiencia personal y nos pone ante Shino Ôshima, su sombra de papel. Llegamos a conocerle, conocemos a Shino y —por atrevido que suene— nos conocemos a nosotros mismos. Como decía Miguel de Unamuno «a veces, el silencio es la peor mentira», todos callamos ante nosotros —no hay duda de ello— pero Oshimi nos lanza la posibilidad de hablar, de hablarnos, de hablarle al mundo; da igual cómo.

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Reseña de Shino no es capaz de decir su propio nombre portada - el palomitronHace apenas unos meses la editorial asturiana Milky Way Ediciones anunció cuatro nuevas licencias para 2018. Entre ellas encontramos Shino no es capaz de decir su propio nombre, de Shuzo Oshimi. Un tomo único muy alejado de su tónica habitual, y que a la vez resulta muy especial por ser una obra autobiográfica. Shino no es capaz de decir su propio nombre está compuesto por un total de 216 páginas en blanco y negro. Estamos ante una edición con formato B6 rústica con sobrecubierta (tapa blanda) y cuya dimensión es de 13 x 18 cms.

La calidad de los materiales que conforman este tomo es indiscutible, en la línea de este tipo de obras de la editorial. La portada logra un gran impacto visual tanto por su diseño como por sus tonalidades grisáceas y cobalto que aportan sosiego y ternura a partes iguales. En esta ocasión la editorial ha decidido apostar incluso por una calidad todavía mayor en la sobrecubierta, una calidad cuyo sello distintivo se localiza en los acabados con tinta metálica que impregnan todo el diseño. Unos acabados que copan a este tomo único a ser una de las mejores ediciones expuestas hasta el momento de la editorial. A diferencia del diseño japonés, que se respeta en su totalidad, este aspecto es el único que cambia, emplazando así el blanco existente por un tono más llamativo y embaucador. Añadir que al igual que ocurre con el tomo original, la portada principal está protagonizada por Shino Ôshima mientras que en la contraportada encontramos a Kayo Okazaki. Un juego totalmente acertado que encaja a la perfección con el diseño que encontraremos bajo la sobrecubierta. Un diseño tintado de color añil.

Shino no es capaz de decir su propio nombre salió a la venta el pasado abril a un precio de 8,50€. Este tomo consta de un total de once capítulos y un epílogo en los que reside la totalidad de la historia de Shino Ôshima. Además, como sello exclusivo de la editorial también nos encontraremos dentro de cada tomo un marcapáginas con un diseño basado en la portada, algo que tan sólo conseguirás si haces el pedido de manera directa a Milky Way Ediciones. En cuanto a errores de impresión o diseño no hemos encontrado ninguno. Tanto el entintado, como el sangrado y las viñetas gozan de una perfecta armonía en el tomo y además está perfectamente traducido a nuestro idioma, cortesía de Marc Bernabé (DARUMA Serveis Lingüístics).

Marisol Navarro

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Publicista aficionada de las películas, las series y el cómic en general. No tengo un género preferido, pero todo lo gore me apasiona. Adoro viajar, y si algún día consigo ir a Japón, sin duda para el trayecto tendré preparada toda la obra de Sui Ishida.