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Reseña de I am a hero en Nagasaki, de Kengo Hanazawa destacada - el palomitron
ANIME / MANGA REDACTORES RESEÑAS

BIBLIOTECA: I AM A HERO EN NAGASAKI

Reseña de I am a hero en Nagasaki, de Kengo Hanazawa principal - el palomitron

Desde 1974 contamos en el mundo con una persona que ha sido capaz de derribar un gran muro ante las historias mundanas de zombies, de tumbar un tabú que jamás se creía resuelto y de demoler un cliché muy inculcado en la sociedad; una persona que ha logrado crear una historia de zombies atractiva, potente y ante todo, ha llegado a deconstruir el género. Hablamos de Kengo Hanazawa, autor de obras como RessentimentBoys on the Run pero cuyo éxito llegó con I am a Hero, una particular historia de muertos vivientes de la que también se han creado diversas secuelas como I am a Hero en Osaka o I am a Hero en Nagasaki —obra de la que hablaremos en unas líneas—.

Al igual que ocurre con Shuzo Oshimi (Shino no es capaz de decir su propio nombre) estamos ante un autor capaz de mirar al mundo con otra perspectiva; con unas lentes que tintan su visión con múltiples tonalidades y aterriza sobre el papel con infinitos resultados. Todos admirables. No solo trata con las personas, también trata con sus restos. Las destroza para jugar con ellas, para jugar con su «otro yo». Consigue un nuevo plano sobre el cual observar al ser humano, sus comportamientos y sus personalidades. Un plano devastador pero real. Inhumano.

Kengo Hanazawa pretende contar una historia distinta, una donde las personas son héroes y villanos al unísono. Una historia en la que la victoria no está garantizada y la vida parece tener un precio de ganga. Tal y como hemos comentado antes no vamos a hablar de I am a Hero —aunque es inevitable no pensar en ella—, vamos a presentar un nuevo relato, una nueva perspectiva de Hanazawa centrada en exponer a las personas y a los zombies en otro escenario, concretamente en Nagasaki. Una vez superada esta primera toma de contacto comenzamos la reseña de I am a Hero en Nagasaki. Un análisis donde no destripamos detalles sustanciales de su argumento e intentamos ir más allá de lo que vemos a primera vista.

Reseña de I am a hero en Nagasaki, de Kengo Hanazawa cartel reseña - el palomitron

Mayo de 2018. La fiebre zombi ha cesado, o al menos eso parece. Los muertos vivientes han dejado de ser protagonistas de nuestro cine, aunque no tanto de las series. Algunos cómics los rescatan del abismo, pero pocos son los que llegan a sobrevivir. Enfrentarse a ellos es complicado, una vez te muerden el contagio es inminente. Y su desastre literario, también… Pero parece ser que todavía quedan mentes capaces de rescatar la auténtica esencia zombie, a los auténticos muertos vivientesKengo Hanazawa ha logrado traerlos de vuelta, introducirse de lleno en el universo y, de nuevo, comprenderlo. Sacar lo mejor de él, exponer una realidad atroz, una realidad llena de vida y muerte a partes iguales. Un plano totalmente nuevo, impregnado de la esencia de I am a Hero, pero en una nueva localización, con nuevos personajes y una nueva meta. ¿Será capaz de superar su magnum opus?

Reseña de I am a hero en Nagasaki, de Kengo Hanazawa escena 1 - el palomitron

I am a Hero en Nagasaki nos sitúa entre Yamada y Aya. Dos personajes totalmente diferentes con propósitos en la vida bastante distantes. Por un lado Yamada solo quiere centrarse en la fotografía, ser libre y dejar que el mundo siga mientras que él vive su propia existencia. Por otro lado tenemos a Aya, una chica cuyo objetivo en la vida es ser una heroína ¿Por qué? ¿Para qué? Le importa la vida de las personas y quiere ponerlas a salvo. La cuestión es, ¿de qué? De la noche a la mañana en Nagasaki cunde el pánico, la epidemia de los ZQN llega a la ciudad nipona y la plaga es inminente. Sus caminos al principio se bifurcan, pero llega un momento que ambos tienen una meta común: salir de Nagasaki. Huir del caos, salvar su propia existencia y dejar atrás un virus que parece poder acabar con la existencia humana. Un viaje de transición a la libertad, un viaje que lidiará con su redención.

Y es la propia redención la que ejerce de eje principal en la obra de Hanazawa. Una liberación del ser humano que brinda grandes oportunidades para conocerlo más si cabe, mostrarnos sus defectos y virtudes y dejar atrás la idea «angelical de éstos». Su autor se presenta y nos representa a través de todos y cada uno de sus personajes, sean zombies o humanos. Porque ahí reside la magia de la obra, en la exaltación del propio muerto viviente, en su capacidad de llegar a un plano y causarte una emoción. Kengo Hanazawa consigue deconstruir el género, darle otra perspectiva, invitarnos a una nueva experiencia. Ya lo hizo tiempo atrás con I am a Hero, pero esta vez vuelve a lanzarse de lleno y, objetivamente, lo consigue. Rompe otra vez esa barrera del absurdo, deja atrás el sentimentalismo por lo natural y se atreve a plasmar una realidad distópica llegando a crear una utopía palpable, accesible. Juega con la realidad y lo irracional, lo transporta todo a un mismo plano y crea ese universo de zombies en los que los humanos son sus víctimas, unas víctimas capaces de convertirse en héroes.

Reseña de I am a hero en Nagasaki, de Kengo Hanazawa escena 3 - el palomitron

«El verdadero héroe es siempre un héroe por error, su sueño era ser un cobarde honesto como todos los demás» Tal y como decía el maestro y escritor Umberto Eco, aquellos que se consideran héroes o incluso lo son, llegan a ello por error. Bajo esa premisa Hanazawa crea su propio concepto de titán, de héroe. Lo personifica a través de Aya, la protagonista femenina de la obra, una chica que cree totalmente en su convicción de heroína para suplir una carencia interna. Una carencia que se revela a través del desarrollo de la obra, acompasado entre las líneas y trazos. Un desarrollo que desvela el lado oculto del ser humano: la verdad. El autor juega con un concepto tan explotado como el de «héroe» para darle un nuevo enfoque, una nueva meta. En un primer momento lo muestra tal y como es, pero al mismo tiempo que deconstruye el universo zombie, deconstruye este mismo concepto; e incluso lo traslada a otros personajes. Conforma otro de los elementos cruciales de su obra, consiguió plasmarlo en I am a Hero y de nuevo lo trae con nosotros. Transforma a las personas, bucea en ellas y saca a la superficie todos los «tesoros» escondidos —aunque no brillen o huelan mal—. Hanazawa dio un paso adelante, y parece que su deseo de continuar no le frena ni un segundo. 

Reseña de I am a hero en Nagasaki, de Kengo Hanazawa escena 5 - el palomitron

Y aunque su deseo de continuar sea realmente tenaz todavía le queda tiempo para poner un stop. Un stop necesario para hablar de la vida, reflexionar sobre ella y cómo los humanos y no tan humanos llegamos a concebirla. Un pensamiento realmente crítico pero cierto, donde expone a las personas como unas marionetas atadas de otras en las que en ocasiones los hilos van al unísono y en otras consiguen enrollarse llegando a causar conflicto. Un conflicto llamado orgullo. Hanazawa no duda en contar la realidad a través de sus personajes, humanizarlos y reflejar una crítica social realmente arrolladora. Un aspecto que consigue representar a través del orgullo y su papel en la vida de las personas. Un sentimiento que te puede convertir —o no— en el héroe o villano de tu propia existencia. El autor no le teme a nada, y por ello consigue incluso luchar contra la soberbia humana y apiadarse de ella a través de las lágrimas, a través de la redención. I am a Hero en Nagasaki es un viaje a través del interior del ser humano, una exploración absoluta que llega hasta los confines más desconocidos y que, de un modo u otro, te invita a recapacitar acerca de tu propia existencia —sin insultarte ni gritarte—. En definitiva, un posible espejo de nosotros mismos.

Reseña de I am a hero en Nagasaki, de Kengo Hanazawa escena 4 - el palomitron

nivel artístico I am a Hero en Nagasaki presenta un dibujo magnífico, con diseños muy marcados por sus líneas, atractivos y ante todo con unas escenas muy elaboradas donde los personajes son los auténticos protagonistas. Un dibujo que, a diferencia del guion de la obra, lo lleva a cabo Kensuke Nishida. Cada una de sus páginas demuestran la valentía y la apuesta de la obra, demostrando así una fuerza distintiva que te hará disfrutar cada una de sus viñetas. Gozamos de unos primeros planos sensacionales donde no solo podemos apreciar el sumo cuidado que tiene el ilustrador con los rasgos faciales, sino que también podemos percibir el mimo que antepone a todos los elementos de cada escena, pues el detalle es uno de los grandes protagonistas de la obra junto a la exaltación de emociones. Kensuke Nishida consigue transmitir con su dibujo y hace que tanto el terreno que conocemos como aquel que desconocemos llegue a nuestros ojos, dejando las confusiones de lado y mostrando la realidad tal y como es. Una realidad construida con humanos y muertos vivientes, donde los segundos incluso tienen un mayor predominio en cada una de las viñetas.Reseña de I am a hero en Nagasaki, de Kengo Hanazawa escena 9 - el palomitron A través del dibujo —sin ni siquiera estar presente— Hanazawa consigue hablarnos, decirnos qué sienten sus personajes —vivos o muertos, da igual. Un aspecto que define totalmente a la obra y que, gracias a los recursos empleados en los bocadillos, en el propio entintado prácticamente perfecto o en las miradas desoladoras hace que todavía esté más viva, más próxima a nosotros. Hay momentos incluso que el dibujo te puede recordar a los titanes que protagonizan Shingeki no Kyojin, pero esa exaltación de los rasgos es la que hace latente a la obra, le otorga un pulso propio. En ocasiones el arte de una obra consigue contarnos mucho más que sus propias palabras, y en esta ocasión puede que el dibujo venza a la narrativa, o quizá queden empate. Pero lo que está claro es que la fusión Hanazawa/Nishida sienta de lujo a I am a Hero en Nagasaki, una obra que se enfrenta sin tapujos a uno de los elementos más complejos en la historia: la propia existencia humana.

Reseña de I am a hero en Nagasaki, de Kengo Hanazawa cartel edicion - el palomitron

Reseña de I am a hero en Nagasaki, de Kengo Hanazawa portada - el palomitron

Hace unos meses Norma Editorial anunció la licencia de I am a Hero en Nagasaki durante el XXIII Salón del Manga de Barcelona. Tras haber licenciado previamente la obra original y conseguir una buena acogida por el público, era el momento de traer una de las historias que complementan toda la obra y que sin duda alberga un aura denominada Kengo Hanazawa. I am a Hero en Nagasaki es un tomo único que está compuesto por un total de 224 páginas páginas en blanco y negro. Estamos ante una edición con formato B6 rústica con sobrecubierta (tapa blanda) y cuya dimensión es de 13 x 18,2 cms.

La calidad de los materiales que conforman este tomo es indiscutible, en la línea de este tipo de obras de la editorial —aunque en esta ocasión el gramaje del papel que conforma la sobrecubierta es algo menor, algo que hace que la edición en general pierda un poco de «forma»—. A pesar de este pequeño percance que esperamos que arreglen en futuras reimpresiones, si nos ceñimos al diseño como tal cabe decir que la portada logra un gran impacto visual tanto por su diseño, como por su composición. El diseño de la cubierta respeta al máximo al original japonés, respetando la ubicación horizontal del título y optando por traducirlo a nuestro idioma. En la misma podemos observar al dúo protagonista haciendo frente a unos zombies que logran imperar en la portada y cuyos colores acompasan totalmente la escena. Unos colores cálidos que impregnan el tomo de bermejo y esmeralda. A su vez destacar también el diseño de la portada y contraportada, que conforman una viñeta que encontramos en el interior de la obra pero que se intensifica con el uso de los materiales empleados y el entintado usado. Un acierto por parte de la editorial que no dejará indiferente a nadie.

I am a Hero en Nagasaki salió a la venta el pasado 25 de mayo de 2018 a un precio de 8,50 €. Este tomo cuenta con un total de siete capítulos y un «último capítulo» que narran al completo la historia de Yamada y Aya. En cuanto a errores de impresión o diseño no hemos encontrado ninguno. Tanto el entintado, como el sangrado y las viñetas gozan de una perfecta armonía en el tomo y además la localización a nuestro idioma está perfectamente lograda gracias a la labor de Marc Bernabé.

Marisol Navarro

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Publicista aficionada de las películas, las series y el cómic en general. No tengo un género preferido, pero todo lo gore me apasiona. Adoro viajar, y si algún día consigo ir a Japón, sin duda para el trayecto tendré preparada toda la obra de Sui Ishida.