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RELATOS SALVAJES

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Hay un día en que hasta la más pequeña de las gotas acaba por colmar el vaso. Los instintos animales afloran, y la única respuesta posible es el grito, la violencia, la excitación. La razón se sustituye por el sentimiento, y se avanza a máxima velocidad y sin frenos hacia el estallido de la furia más descontrolada. ¿O acaso tenemos que dejar que particulares, empresas privadas y hasta el Gobierno nos vapuleen de derecha a izquierda y de arriba a abajo mientras miramos al suelo y asentimos? ¿Debemos callar mientras la cultura de la injusticia (disfrazada de civismo) amenaza con acabar con nuestra paciencia? No, eso es inadmisible. Además, los argentinos (pueblo retratado concretamente, pese al carácter global de RELATOS SALVAJES) son latinos, gente de sangre caliente, temperamento fuerte, sentimientos a flor de piel, seres humanos apasionados. ¡Y aunque no lo fueran! En los tiempos que corren, parece que el único camino a seguir es el enloquecimiento colectivo de todo aquél a quien alguien ha hinchado los coj***s alguna vez.

 

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Así, mientras RICARDO DARÍN reacciona de forma violenta y algo desmesurada ante la burocracia del departamento de tráfico argentino (en lo que podría ser un homenaje latino a UN DÍA DE FURIA), mientras LEONARDO SBARAGLIA se tira de los pelos porque tanto un conductor como el destino parecen tener metido entre ceja y ceja que llegue tarde a su cita, mientras la alegría eufórica que provoca una boda enmascara la doble moral que FINCHER trataba en la recientemente estrenada PERDIDA, o mientras una persona llamada PASTERNAK busca a quién culpar por los errores y desaciertos de su vida (en una escena que en cualquier otra película se podría haber atribuido al azar), el espectador se ve reflejado, ríe de forma cómplice y se asombra porque DAMIÁN SZIFRÓN consigue retratar de forma (evidentemente) exagerada las pequeñas crisis del día a día de un habitante medio como nosotros.

 

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Cada una de las historias en las que se divide RELATOS SALVAJES presentan situaciones sustancialmente diferentes entre ellas que, a priori, corrían el riesgo de resultar discontinuas, pero que en conjunto ofrecen un mosaico de seis texturas diferentes sobre la violencia latente en la sociedad. Mosaico con el que nos identificamos cómicamente con nuestro lado más simiesco y salvaje: el liberador impulso de dar un golpe en la mesa (a veces literal) y pegar un grito al aire. El único problema que encontramos a RELATOS SALVAJES es que, como en todas las películas de carácter episódico (lo mismo le ocurría a FOUR ROOMS, por ejemplo), «un capítulo es mejor que el anterior y otro peor que el siguiente», y al contrario que con PULP FICTION o CHUNKING EXPRESS (en las que uno no se puede decidir por qué secuencia es la mejor), la comparación entre unos y otros es inevitable.
Por suerte (y al contrario que las recientes antologías del terror V/H/S o ABC’S OF DEATH, o la deleznable MOVIE 43), en esta película producida por los hermanos ALMODÓVAR todos los capítulos son muy buenos (aunque no excelentes), y la sensación que deja el conjunto es de satisfacción absoluta y complicidad con un alto grado de culpa: todos queremos reivindicarnos ante las afrentas y ofensas que soportamos (en menor o mayor medida) con silencios y asentimientos esclavos cada vez que ponemos un pie en la calle.

 

 

LO MEJOR:

  • El capítulo de RICARDO DARÍN (y su actuación)
  • El carácter crítico-satírico del guión de SZIFRÓN
  • La sonrisa culpable que aparece al principio de la película y no desaparece ni cuando salen los títulos de crédito

LO PEOR:

  • Pese a ser muy buena en conjunto, la narración por capítulos trae consigo la comparación entre unos y otros, y el resultado es de desequilibrio

 

 

Pol Llongueras

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