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ME CASÉ CON UN BOLUDO

Me casé con un boludo - El Palomitrón

El amor tiende a aparecer de la mano de una cegadora ilusión sobre la otra persona. Todo en ella parece estupendo, mágico, carente de defectos. Pero la ilusión, al igual que las risas en las malas comedias, se va diluyendo. Me casé con un boludo nos habla de esa sensación cuando se pierde el subidón inicial y las imperfecciones afloran. Ya sabéis, no es oro todo lo que reluce. Por suerte o por desgracia, con la película no nos sentiremos engañados al final, porque ya desde el principio sabemos que aquí no encontraremos oro.

Aunque está claro que algo le ha encontrado el público argentino, que la convirtió en la película del año, con más de 11,3 millones de euros y cerca de 2 millones de espectadores. Un éxito que no es nuevo para el equipo de Juan Taratuto, que con los mismos actores y guionista ya conquistó la taquilla en 2008 con Un novio para mi mujer, una comedia estilosa y divertida, muy superior a la película que ahora nos llega.

En esta ocasión, Adrián Suar y Valeria Bertuccelli se conocen rodando una película. Ella es la novia del director y no ha nacido para actuar, mientras que él es una gran estrella que interpreta a un hombre humilde y de gran corazón. Él se enamora de ella. Pero ella, sin saberlo, se enamora del personaje.

Valeria Bertuccelli en Me casé con un boludo - El Palomitrón

La propuesta empieza bien, con la presentación de unos personajes divertidos alrededor del mundo del cine. Las descabelladas citas a grandes estrellas de Hollywood son una broma recurrente y funcionan tan bien como el resto del primer tramo de película, desinhibido y divertido. Pero pronto deja atrás el juego metacinematográfico y empieza el romance, perdiendo el poco atisbo de originalidad que tenía. El desarrollo se acomoda en una línea de confort muy similar a la comedia norteamericana de enredos y pierde por el camino todas las risas.

Opta escena tras escena por las decisiones evidentes, sin margen para la sorpresa o la inclusión de conflictos que cumplan como tal. En el tramo final asoma cierta moraleja sobre el nivel interpretativo que todos añadimos a nuestras relaciones, pero cuando parece que la reflexión empieza a formarse, la película vuelve a activar el piloto automático para cerrar con un final contradictorio a su mensaje.

Donde la película sí se luce es en su reparto. La pareja protagonista formada por Suar y Bertuccelli vuelve a demostrar una química endiablada. El público argentino ya espera una tercera película que cierre la trilogía comenzada con Un novio para mi mujer. Y no es para menos, ya que ciertamente da gusto verlos juntos en escena. Se complementan el uno al otro fortificando la comedia y el romance a partes iguales. Ambos sostienen la película acompañados de unos secundarios donde solo destaca Alan Sabbagh, que protagoniza una de las secuencias más divertidas del filme recuperando el momento psicólogo, marca de la casa para Taratuto.

Me casé con un boludo - El Palomitrón

Es una lástima que Me casé con un boludo se niegue a ser más inteligente de lo que ya nos vende su título, porque demuestra encerrar una reflexión interesante que decide no explotar. Camina por otro rumbo, el de la comedia absurda y el romanticismo barato, rozando el melodrama pero sin atravesarse a ponerse demasiado dramático, acercándose a la crítica de los medios de comunicación pero usándola solo para el gag. Tal vez por miedo a perder risas o público, la película abandona sus buenas ideas y acaba resultando insustancial, quedando un entretenimiento pasajero con las carcajadas contadas.

Así, su buen inicio y el amor que se nota por parte del equipo no sirve de mucho para remontar la película. Porque ya se sabe: como en el amor, a veces en el cine la magia no tarda en diluirse.

LO MEJOR:

  • La pareja protagonista, con carisma y complicidad.
  • La escena del psicólogo y alguna de su primer tramo.

LO PEOR:

  • Es demasiado predecible.
  • La comedia no funciona demasiado a menudo.
  • El recuerdo de su antecesora moral, Un novio para mi mujer, no la deja en buen lugar.

Ignasi Muñoz

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