Con el paso de los años, la euforia inicial que domina las primeras entrevistas de los que ponemos en marcha blogs de cine al encontrarnos ante actores y directores que habitan las alfombras rojas de los estrenos, y que, en cierto modo, se alimentan de su glamour para mantener vivas sus carreras, termina tristemente por disiparse de manera gradual. A todo nos acostumbramos en esta vida y, con el tiempo, uno encaja con cierta frialdad estos acontecimientos porque, al fin y al cabo, y más allá de las lecturas mitómanas o fetichistas que de estos se pueda desprender, se trata de una labor más en la que el periodista se asegura un contenido interesante para el lector y el entrevistado facilita visibilidad a su último proyecto, contribuyendo con ello al buen devenir comercial de esta.
Por eso, es de agradecer que algunas entrevistas consigan remover a uno, que a estas alturas ha hecho ya unas cuantas, volviendo a experimentar sensaciones y emociones propias de los inicios. Tiempos en los que estos encuentros se encaraban con unos nervios y una expectación que, tristemente, se van moderando con el paso de los años. Y puestos a aislar factores, uno apuesta por dos condiciones básicas para que una entrevista suponga una experiencia que trasciende la pura profesionalidad o no deje de ser una actividad rutinaria: una cinta potente y claramente diferente a lo visto últimamente y un brillo especial en los ojos del entrevistado. El brillo de la pasión por lo que hace y sus ganas de compartirlo con el mundo.
Así es LA NOVIA, y así es PAULA ORTIZ. La sonrisa de la directora, su mirada, su manera de hablar sobre su última película y su indiscutible cercanía y modestia conquistan y terminan por convertir la entrevista en una suerte de experiencia que le devuelve a uno la fe y confirma que estos nuevos cineastas están llamados a trazar las líneas maestras de lo que será nuestra industria en las próximas décadas. Experiencias cada vez más puntuales, y por tanto cada vez más valorables.
LA NOVIA se estrena este viernes 11 de diciembre, tras cosechar justos elogios en los festivales por los que se ha paseado esta libre adaptación de Bodas de sangre de Lorca, y por tanto es momento de compartir con vosotros nuestra entrevista con su directora, realizada el pasado 25 de septiembre en el marco del 63 Festival de Cine de San Sebastián.
Tras ver LA NOVIA resulta obligado, PAULA, preguntarte por la génesis de la película.
Paula Ortiz: La génesis responde a un texto (Bodas de sangre) que para mí es casi fundacional, que leí cuando era muy cría, con 14 o 15 años, antes de estudiar en el instituto. Para mí fue muy impactante, me marcó muchísimo y creo que es uno de esos textos esenciales que, más allá de que lo entiendas o no, lo hayas vivido o no, te revuelve, porque tiene unas resonancias universales. Siempre ha estado ahí. Además, he estudiado Filología Hispánica y mi cercanía con él ha sido constante. Al acabar mi primera película (DE TU VENTANA A LA MÍA) mi propuesta de intentar adaptar Bodas de sangre fue escuchada y acabamos lanzándonos con cierta inconsciencia (risas) a hacerlo. Y digo inconsciencia porque hablamos de un texto complicado por sus muchas connotaciones e hiperlecturas por parte de todo el mundo al ser un clásico y también porque en sí mismo es muy delicado.
LA NOVIA no es una película al uso. ¿Tuvisteis muchos problemas para sacar adelante el proyecto?
P.O.: Desde el principio hemos tenido el apoyo incondicional de los Lorca, de su comunidad de herederos, lo que ha supuesto un soporte decisivo tanto para otorgar autoridad al proyecto como de permisos. Otro de los factores clave para contar con la financiación que necesitábamos es que LA NOVIA está planteada como una coproducción, lo que no significa que, en términos económicos, necesariamente hablemos de gran producción, con Alemania y Turquía, porque la voz de Lorca goza de un gran reconocimiento fuera de nuestras fronteras. Quizá de alguna manera los textos de Lorca en España despiertan un respeto tremendo que casi roza el miedo; despiertan un poco de reticencia en el sentido de»¿dónde vas?, ¿estás segura de lo que estás haciendo?», mientras que en el extranjero hay muchas ganas de adaptarlo porque se conoce su mundo y su universo y existe una gran atracción por ver su obra llevada al cine.
Has firmado una película con un apartado visual soberbio cuya mera contemplación por parte del espectador basta para compensar el dinero invertido en la entrada. ¿Tenías claro desde un principio el tratamiento que le ibas a dar a la cinta?
P.O.: Sí. Hay que tener en cuenta que el texto es muy esencial. Su argumento es muy simple y universal. El motor es básico dentro de los esenciales humanos. Y dentro de este relato tan sencillo, lo que plantea el texto es esa voluntad trágica de provocarte una catarsis, llevarte a ese extremo que los griegos llamaban «la limpieza del alma». Traducir eso a una experiencia cinematográfica, en nuestro caso, fue apostar por intentar hacerlo de manera catártica, de manera extrema, de una manera en la que todos los lenguajes provocasen un viaje emocional, sensorial, afectivo, épico… Y es por esto que hemos intentado que todas las capas sean muy intensas en ese sentido.
El trabajo del reparto es impresionante. ¿Costó mucho que se hiciesen con los personajes?
P.O.: Bueno, creo que sí. Creo que, efectivamente, fue muy duro para ellos por las exigencias del propio texto. Hablamos de las exigencias del verso, de la palabra poética y de la propia musicalidad que hace el texto muy hermoso, pero a la vez también muy artificial. El cine tiene el imperativo de la intimidad, de esa cercanía del voyeur en los primeros planos que obliga al actor a ser consciente de esa presencia, pero también a no traicionar la musicalidad del texto. Hay que tener en cuenta también que todos han dado vida a personajes icónicos, muy simbólicos, que ni siquiera tienen nombre y son identificados por sus roles: la novia, el novio, la madre…, y esto último exige una presencia física y unas características determinadas para que puedan proyectar lo que son, sin perder de vista ese umbral que existe donde el espectador puede dejar de creerse el texto, donde este se puede caer.
Llama mucho la atención, de la misma manera, la labor de los secundarios, que también ha sido formidable…
P.O.: Los actores secundarios, si te soy sincera, creo que estaban en un umbral mucho más complicado, porque necesitaban reforzar mucho más esa tragedia. Todos por suerte tenían conocimiento de los textos clásicos muy fuerte. Ha sido una gran suerte trabajar con ellos. Un lujo.
La mendiga… la mendiga y su significado…
P.O.: (Risas) Esta tragedia habla en particular del deseo, del deber y del dolor, pero también de esas fuerzas que no sabemos si nos empujan de alguna manera o somos nosotros mismos y nuestras decisiones quienes realmente forjamos esas fuerzas: La mendiga es ese fatum, y en ella se cristalizan varios personajes que existen en la obra original, y que son la propia mendiga, la muerte y la luna, que funciona en la obra Lorca como una metáfora de la muerte y del destino y funciona como ese ojo que te absorbe, te observa, te hipnotiza y finalmente te empuja. Sin duda es el personaje más difícil por las fuerzas que sostiene. Creo que solo MARÍA ALFONSA ROSSO podría haberle dado vida de una manera tan maravillosa y enigmática.
¿Os han sacado de la sección Oficial de San Sebastián para repartir los premios?
P.O.: (Risas) Pues creo que a eso no puedo contestarte. Me temo que deberás preguntárselo a otras personas…
En cualquier caso, mucha suerte con la película, e id haciendo sitio en las estanterías para todos los premios que están por venir…
P.O.: ¡Muchas gracias! ¡Qué bien! (Risas)
LA NOVIA se estrena este viernes, y nuestra recomendación es más que firme. Hablamos de una de las mejores películas del año, y con seguridad también de una de las triunfadoras en la ya inmediata temporada de premios que reconocerá lo mejor de 2015.
