El Palomitrón

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LA LLAMADA

Como entrar a visitar una iglesia y encontrarte a Whoopi Goldberg oficiando la misa. Como ir a santiguarte y encontrarte no agua, sino vodka bendito. Como abrir la Biblia por una página al azar y encontrarte con unos versículos escritos a cuatro manos por Raffaella Carrà y la niña del exorcista metida de M hasta las cejas. Como subirle la sotana a un cura y encontrar bajo ella unas luces de neón con las palabras «Dios estuvo aquí». Como Jesucristo el Día del Juicio Final despachando a la gente con un «Sashay Away». Así es, más o menos, La llamada.

Javier Ambrossi y Javier Calvo, los chicos de moda del panorama audiovisual español (y si no lo son aún, al tiempo), han adaptado al cine su propia obra de teatro musical. Dentro de lo inclasificable de la propuesta, podemos echarle imaginación y describirla como un cruce entre Sister Act, 8 Mujeres y la comedia almodovariana, todo ello empapado en litros de garrafón y aderezado con sustancias alucinógenas cuyo uso El Palomitrón desaconseja con la boca pequeña. La llamada cuenta la historia de Susana y María, dos chicas jóvenes con ambiciones musicales que durante su estancia en un campamento religioso ven sus vidas alteradas por la irrupción de un Dios que se aparece a ritmo de Whitney Houston. Como veis, todo de lo más normal.

Los Javis ya lo hicieron con Paquita Salas, la mejor comedia española del año pasado (no lo decimos nosotros, que también; lo dicen los Premios Feroz). En ella combinaban un humor castizo con uno puramente moderno, dando alas a Brays Efe para lucirse como la representante de actores Paquita. En esta ocasión, los directores vuelven a demostrar su don para sacar lo mejor de sus intérpretes y las cuatro actrices principales responden con un derroche de entrega y una vitalidad contagiosa. Ellas son Macarena García, Belén Cuesta, Gracia Olayo y Anna Castillo. Anna Castillo. Anna Castillo. Lo decimos varias veces por si alguien no lo ha leído bien: Anna Castillo. La ganadora de un Goya por El olivo es un imán para la vista y demuestra talento de sobra para comerse el mundo. ¿Lo habéis apuntado ya? Anna Castillo.

Ambrossi y Calvo son la juventud y frescura que el cine español necesita ahora mismo. Poco importa que recientemente hayan firmado para participar como profesores de interpretación en la nueva edición de Operación Triunfo. Si Obama pudo aparecer en El último superviviente (Man vs. Wild) y Lady Gaga pudo enseñar cómo ser una diva a los concursantes de RuPaul’s Drag Race, los Javis también pueden permitirse hacer lo que les venga en gana. Porque tal vez lo que nuestra cinematografía necesita es arrancarse el corsé de la asfixiante sobriedad y acercar el oído a las nuevas generaciones para conectar con ellas.

Selfie demostró a principios de año que la comedia desacomplejada era posible en este país y estos tiempos, tendencia que los directores de La llamada (¿podemos adoptar ya Calvrossi como abreviatura?) llevan más lejos entregando una película que es un deleite y una fuente constante de diversión. Sus diálogos rezuman naturalidad porque las protagonistas hablan como hablan los jóvenes, no como ciertos guionistas piensan que hablan los jóvenes. Y los momentos musicales son sencillamente gloria bendita: no necesitan de grandes despliegues visuales para activar como un resorte los pies de los espectadores en el patio de butacas, que se mueven enloquecidos al ritmo de la música. Todo es, en definitiva, fresco, juguetón y libre.

Añadid a la ecuación a Esty Quesada, de Soy una pringada, y voilà, habemus comedia del año en España.

LO MEJOR:

  • Las actrices, maravillosas todas, en especial Anna Castillo.
  • La energía y el pulso narrativo de Ambrossi y Calvo.
  • Que esta película haya podido hacerse es un milagro.

LO PEOR:

  • Que haya espectadores que prefieran contemplar la fiesta en la distancia en vez de unirse a ella.

Alex Merino 

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