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LA HISTORIA INTERMINABLE: LA LECTURA COMO INICIO DE AVENTURAS

«Al principio, todo estaba oscuro».

Emperatriz en La historia interminable

Sentarse en una butaca para ver como, 32 años después, la generación criada en los años 80 baila y canta al ritmo de Never Ending Story de Limahl es un espectáculo prodigioso. Esto ha sido posible por el reestreno en salas de La historia interminable (Wolfgang Petersen), famosa adaptación del libro homónimo de Michael Ende que estos días podéis disfrutar en pantalla grande (en la cuenta de Twitter de 39 Escalones Films podéis consultar las salas que la proyectan). Personajes como Atreyu, Artax y Fújur acompañaron muchas infancias, pero, sobre todo, las marcaron. Y echando una mirada atrás, nos preguntamos: ¿qué nos dice hoy La historia interminable?

El mensaje de Michael Ende

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La historia interminable es mucho más que una película de fantasía, con monstruos acartonados y vistosos. La historia interminable es un rechazo a la Nada, a la falta de imaginación, a la oscuridad producida cuando se cierra un libro. Bastián es un chico solitario que llena el vacío de la ausencia de amigos y la reciente pérdida de su madre leyendo cualquier cosa que llega a sus manos. «Por casualidad», encuentra un libro titulado La historia interminable junto a un símbolo formado por dos serpientes que se entrelazan, en un curioso intento de reflejar el infinito (es lo que ya todos conocemos como ÁURYN). El título, para cualquier amante de los libros, es más que sugerente. 

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Michael Ende pretendía, a través de diversas metáforas, incitar a los chicos a fortalecer su imaginación, a no dejarse arrastrar por esa Nada densa y profunda que consume a los adultos cuando dejan de soñar. ¿Pero qué ocurre cuando esa Nada afecta también a los niños? Hoy en día las cosas se dan hechas: la luz y el color de un videojuego no se puede comparar con el aspecto mate de las hojas de un libro. La facilidad y la rapidez con la que todo se consigue (Internet y el mundo a un solo clic) hace que los libros sean cada vez menos atractivos.

Existe una estrecha relación con el tratamiento que el cine tiene de los niños y los libros. Y sí, pensamos en Disney, una factoría de dibujos casi tan antigua como el mismo cine y modelada pensando en los espectadores más pequeños. Enseña valores (a pesar de que muchos de ellos se encuentran cosificados, pero ese es otro debate). De hecho, la mayoría de las historias de Disney proceden de cuentos, es decir, de libros. Sin embargo, rara vez vemos a un personaje con un libro entre las manos. El ejemplo que podemos destacar es Bella, de La bella y la bestia, siempre con un libro entre las manos y que enmudece cuando Bestia le regala una inmensa biblioteca para ella sola.

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La historia interminable: ¿leen los niños menos que ayer?

Existe una etapa en los niños a la que hoy en día el cine y la tele no presta demasiada atención: la edad comprendida entre los 8 y los 14 años. Una edad en la que no eres un bebé, pero tampoco eres adulto, y que resulta difícil manejar porque comienzas a tener un pensamiento propio de tu alrededor. ¿Por qué no se incita a la lectura a través de estos canales? Básicamente, porque ni siquiera hay una filmografía al respecto.

En los 80 proliferaron una serie de títulos que ensalzaban las aventuras de los niños de estas edades: Los Goonies, E.T., Gremlins… Algunas de ellas incluso basadas en libros, como El club de los cinco; aventuras en las que sus protagonistas aprendían valores además de divertirse, o incluso pasar algo de miedo. Películas icónicas que actúan como espejos de ese afán universal, sea cual sea la generación, por enriquecer el mundo real usando la imaginación, y que tuvieron en la reciente Super8 (JJ Abrams, 2011) y en la actual serie de Netflix Stranger Things sus más notables homenajes.

goonies

Hubo un tiempo en que los libros, cuando la accesibilidad a la tele y a los videojuegos estaba limitada e Internet se entendía como ciencia ficción, eran las únicas fuentes de aventuras, puertas a otras dimensiones. Y de ese poder habla Michael Ende cuando sentencia que Fantasía, ese todo repleto de seres extravagantes al que pertenece Atreyu, no tiene límites. Eso es la lectura: un folio en blanco donde reflejar lo que tu mente crea al leer determinadas palabras. Cuanto menos creas en la veracidad de esa imaginación, más poder darás a la Nada y menos importancia darás a los libros.

batian y emperatriz

Leer como necesidad vital

Santiago Alba Rico en su libro Leer con niños (Penguin Random House, 2007) nos dice que «la lectura no tiene fin porque se compone de muchos comienzos y solo podemos comenzar algunos de ellos antes de que nuestra vida termine. No es un proceso, como la reproducción de la vida o la acumulación de riqueza, sino una sucesión, sí, de paradas y comienzos. (…) Se dirá que no tenemos tiempo para la lectura. Pero esto es como decir que no tenemos tiempo para el tiempo«. 

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La idea todopoderosa que Ende refleja en los libros va más allá de la nostalgia que hoy nos produce la película. En nuestro pasado más reciente, quizás J. K. Rowling merece una mención especial por conseguir que toda una generación creciese con un libro en las manos, creando así apasionados lectores  (y seguramente también varios centenares de blogs literarias por todo el mundo dedicados a la difusión de la pasión por la lectura) que ahora son adultos con el fiel recuerdo de ser felices sosteniendo un libro. Esos serán los hábitos que transmitirán a sus hijos. y quizás consigamos crear de nuevo Fantasía y vencer a la Nada, una y otra vez, en esta suerte de historia interminable.

Lorena Rodríguez

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Una tarde, con siete añitos, entré en el salón cuando mi madre veía El Padrino. La escena en cuestión era la del caballo y mi madre me gritó que no mirase, pero miré. Desde aquel entonces no pude dejar de mirar, de observar y soñar. Lo más cerquita que pude quedarme del cine fue haciéndome historiadora del arte. El cine es mi Tardis, un Delorean que me hace la vida real más fácil. Mi primera serie fue Urgencias, siempre fiel, a pesar de lo mal que la trató la tele. No sé decirle que no a una serie.