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CRÍTICAS

EL OTRO CINE: DESPUÉS DE MAYO

 

 

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DESPUÉS DE MAYO centra toda su trama en el movimiento de protesta que tuvo lugar en Mayo y Junio del 68. Históricamente sin precedentes, este movimiento fue iniciado por los estudiantes franceses de izquierdas, a los que luego se unirían los obreros industriales, los sindicatos, y en menor medida, el partido comunista francés.  Muchos son los acontecimientos geopolíticos (triunfo de políticas de izquierdas en Sudamérica, descolonización…) que empezaron a servir de abono para gestar el movimiento, pero los factores claves que en Francia desencadenaron las protestas fueron unas políticas económicas asfixiantes con la clase obrera y un uso desmedido de la fuerza, por parte del estado, para combatir las manifestaciones. Tal fue la presión de estas protestas que el propio De Gaulle se vio forzado a anticipar elecciones anticipadas para no perder el control total de la situación.

 

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Los primeros pasos de esta revolución, dados por los estudiantes franceses, es el contexto que OLIVIER ASSAYAS, uno de los directores más emblemáticos del cine francés moderno, elige como punto de partida para contarnos la historia de Gilles, un joven estudiante de 18 años que sueña con ser cineasta y al que no le quedará más remedio que madurar, tomar conciencia de todo lo que está pasando, y elegir, tomar decisiones que muchas veces serán dolorosas. Gilles verá como esta revolución le roba el amor hasta en dos ocasiones, un amor a veces tentativo y otras caprichoso, pero amores de juventud al fin y al cabo.  Sólo una meta vital será más fuerte que el amor o las convicciones políticas, su deseo de hacer cine, lo que le salvará de perder el norte como peón de una revolución de valores que rápidamente se extenderá como la pólvora por todo el globo, universalizando la protesta estudiantil.

 

APRES MAI (c) Carole Bethuel 311

 

DESPUÉS DE MAYO cuenta con una fuerte carga política, inevitable cuando se abordan las revoluciones en cualquiera de sus planos, pero ASSAYAS sabe dominar este aspecto y convierte al espectador en eso, en un mero testigo imparcial de los hechos que acontecen en pantalla, sin animarle a tomar parte de uno u otro bando. El espectador sólo se implica, sin remedio, con Gilles, al que seguirá en este comprimido y excesivo periplo vital. Tampoco le tiembla el pulso a ASSAYAS a la hora de retratar no sólo a los actores activos de esta revolución, sino también a todos aquellos jóvenes que bajo el amparo del movimiento claudicaron ante el mundo de las nuevas drogas de diseño y la anarquía de valores más absoluta.

 

La fotografía de OLIVIER ASSAYAS desprende una sensación de cercanía tan reconfortante que muchas veces da la sensación de que estamos siendo testigos directos de las vivencias de los personajes. Esto ayuda mucho a disfrutar del fantástico trabajo interpretativo de todo el reparto, que en muchas ocasiones nos hacen olvidar que son actores. El guion se sacrifica en pro de las miradas, los gestos, los besos… todo perfectamente orquestado para que entendamos a los personajes y no juzguemos.

 

Cine cuyo visionado, por transferencia de espíritu y valores, debería ser obligados en cualquier facultad.

 

 

LO MEJOR:

  • El arranque del filme, con dos secuencias (la protesta callejera y el asalto nocturno a la facultad) rodadas con un pulso, una planificación y un ritmo sorprendentes.  Retrata muy bien la gran planificación de las actuaciones de protesta, pero también la contundente respuesta de las fuerzas del orden.
  • El trabajo de todos los actores, y en especial LOLA CRETON.
  • Su neutralidad.

LO PEOR:

  • Le sobran 10 minutos.
  • Que, previsiblemente,  pasará muy desapercibida por nuestras salas.

 

 

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Alfonso Caro Sánchez (Mánager) Enamorado del cine y de la comunicación. Devorador de cine y firme defensor de este como vehículo de transmisión cultural, paraíso para la introspección e instrumento inmejorable para evadirse de la realidad. Poniendo un poco de orden en este tinglado.