El Palomitrón

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EL EDITOR DE LIBROS

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Los biopics corren el riesgo de caer en una narración plana y monótona, donde los hechos se reproducen a modo de documental, olvidando su director por completo su sello cinematográfico. En El editor de libros (torpemente traducida del título original Genius, dicho sea de paso) Michael Grandage tropieza con varias piedras a lo largo del filme, que si no fuera por sus dos protagonistas, Colin Firth y Jude Law, podría pasar por un telefilme perfectamente olvidable. Este género, al ser traspasado al cine, requiere de una cierta conciencia por parte del director, no solo respecto al fondo, sino también en cuanto a la forma, que en muchas ocasiones se mantiene erróneamente al margen.

El editor de libros comienza de manera elegante y ágil, pasando a ser el espectador testigo del primer encuentro del editor Max Perkins, interpretado por Colin Firth, con la obra de Thomas Wolfe; un inicio que hace prever una narración llena de matices necesarios y nada superflua. Qué bien saben engañar los directores a veces para introducirnos en historias que más adelante caerán en algo insulso y que desprenden pereza en el ritmo narrativo.

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Esta película no solo narra la historia de Thomas Wolfe desde el momento de su primera toma de contacto con el mundo editorial, sino que va más allá, cuestionando la dudosa labor del editor a la hora de limitar la obra de los escritores. Acertadamente protesta Wolfe en una de las escenas del filme diciendo que si a León Tolstoi se le hubiera recortado su obra Guerra y paz, solo se hubiera quedado en lo primero, Guerra. Y este aspecto es, probablemente (junto a la labor de los actores del filme), lo mejor de este: cómo se expone esa crítica hacia los editores, ese poder que poseen sobre una obra que verá la luz en una forma distinta a la que originariamente fue creada por su autor. Los editores juegan en ciertas ocasiones a ser Dios. De hecho, al señor Grandage no le hubiera ido nada mal tener un editor a su lado a la hora de filmar esta película.

Colin Firth y Jude Law son los dos pilares de El editor de libros, y su ausencia haría resquebrajar todas las demás piezas de esta película. La narración es plana, aunque muchas escenas se salvan gracias a un maravilloso Jude Law, que algunos catalogarán de histriónico y sobreactuado, aunque preferimos decir que estamos ante uno de los mejores papeles de su carrera; un auténtico monstruo a la hora de enfrentarse a la cámara y dar vida a un personaje tan complejo como lo fue Thomas Wolfe. Colin Firth brilla en cada escena, a pesar de interpretar a un comedido y desapercibido Max Perkins, logrando una actuación impecable y eficaz y que en ningún momento resulta ser eclipsado por un enérgico Jude Law.

La relación entre editor y escritor es lo que realmente hace crecer y avanzar a este biopic, que se entorpece y ralentiza cuando el foco cae en sus relaciones con las mujeres de su vida, interpretadas por Laura Linney, siempre correcta y a la que nada se le puede reprochar, y Nicole Kidman, a la que esta vez vemos sobreactuada y poco creíble. El editor de libros peca justamente de eso: de incluir personajes o historias paralelas que no dejan avanzar la película con la agilidad necesaria, otorgándole de esta manera un aire de telefilme. El director insiste en introducir en la historia a Ernest Hemingway (Dominic West), que aparece con un papel insignificante, así como también a F. Scott Fitzgerald (Guy Pearce), dos escritores cuya historia es de gran interés y merece ser contada, pero no en esta película. Sus inclusiones con calzador se quedan en simples pinceladas, y da la impresión de que Michael Grandage pretendía enriquecer la historia con grandes nombres a modo de engaño.

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El duelo Firth-Law funciona y salva la película, creando en el espectador el deseo de que la cámara no se aparte de estos personajes, que siga profundizando en su relación y, por lo tanto, en sus dos personalidades tan dispares y a la vez tan complementarias entre sí.

El editor de libros se deja ver, aunque podría haber arriesgado más y prescindido de ciertos elementos que poco aportan a la historia. Sin embargo, este filme nos regala momentos apoteósicos a nivel interpretativo de los dos protagonistas y plantea el papel de los editores con respecto a las obras que caen en sus manos. Este biopic, a pesar de tener varios hándicaps, debe ser recomendado, ya sea por el hecho de que siempre se agradece la unión de cine y literatura, aunque en este caso hay que dejar las grandes esperanzas en casa.

LO MEJOR:

  • Colin Firth y Jude Law.
  • La duda que se crea con respecto a la labor del editor.
  • Que el cine apueste por la literatura.

LO PEOR:

  • Sus personajes secundarios, que no aportan demasiado a la película e incluso llegan a entorpecerla.
  • Su falta de ambición.
  • Que en ocasiones recuerde a un telefilme.

Gabriela Rubio

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Abogada defensora de las causas perdidas que nunca ha dejado de soñar. El cine ha sido mi fiel compañero desde que tengo uso de razón, así que toca devolverle todo lo que me ha dado durante todos estos años. Ya no vale ser mera espectadora desde la butaca, ha llegado el momento de actuar, de ir más allá. Ya era hora, ¿no? Luces, cámara y acción.