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EL CHICO DEL MILLÓN DE DÓLARES

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El cine, aunque muchos quieran empeñarse en lo contrario, siempre presenta un atisbo de realidad, un aspecto que recuerda al espectador que, a pesar de que pueda tratarse de una película de género fantástico, ciencia ficción o ficción a secas, lo real y lo conocido forman parte de la experiencia cinematográfica por muy enrevesada e inusual que pueda llegar a ser la trama. Teniendo en cuenta este hecho, no son pocas las películas que utilizan la extraordinaria baza del basado en hecho reales para llamar la atención del público y para recalcar que la realidad en el cine está presente y que no hay mejor historia que la que ha ocurrido en la vida real. De este modo, películas como HACIA RUTAS SALVAJES (SEAN PENN, 2007), MI NOMBRE ES HARVEY MILK (GUS VAN SANT, 2008) o 127 HORAS (DANNY BOYLE, 2010), entre infinidad de largometrajes, siguen este patrón en el que la característica más importante es el traslado del hecho verdadero a la gran pantalla.

En esta ocasión, y haciendo referencia al fenómeno explicado anteriormente, el director CRAIG GILLESPIE (LARS Y UNA CHICA DE VERDAD, 2007) nos muestra cómo un hecho ocurrido enteramente en la vida real puede llegar a convertirse en una trama cinematográfica que, con los recursos estilísticos adecuados, puede funcionar en pantalla grande. Cierto es que el relato que se nos presenta con EL CHICO DEL MILLÓN DE DÓLARES no recuerda hasta bien avanzado el filme esa realidad que utiliza como filón para el espectador, pero no va desencaminado en sus expectativas e intenciones.

 

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 Uno de los aspectos que caracteriza a EL CHICO DEL MILLÓN DE DÓLARES es la amabilidad, la dulzura que se desgrana del relato en todo momento. Es probablemente la particularidad más relevante que podemos encontrar en esta cinta. Sin embargo, quizá por su pertenencia a la factoría Disney o quizá por tratarse de una historia que intenta conectar con el espectador desde el pedestal imaginario en el que se sitúa la trama, a medida que el largometraje avanza, más dista de esa realidad que promete, convirtiendo el guion en un producto fabricado para agradar, sin llegar a ahondar realmente en el conflicto que se presenta en el argumento. La superficialidad se convierte así en una característica innegable que da lugar a esta barrera que impide que el espectador llegue realmente a identificarse con la historia que se presenta, la de un agente deportivo que desarrolla una estrategia poco convencional para que los jugadores de cricket asiáticos puedan jugar en la mayor liga de béisbol americano.

JON HAMM, quien se ha hecho mundialmente famoso con su interpretación del publicista DON DRAPER en la serie televisiva MAD MEN, nos muestra gracias a EL CHICO DEL MILLÓN DE DÓLARES cómo su registro puede ampliarse más allá del drama sesentero. Lleva de forma bastante acertada el peso de una película cuya trama va perdiendo fuerza según avanza la cinta, dotando a su personaje de un crecimiento exponencial que logra su máxima expresión hacia el final del metraje. Si el personaje principal es el que marca el ritmo de cada secuencia dotándole de infinidad de registros, el resto del equipo actoral no se queda corto. Mención aparte merecen los dos sujetos más jóvenes de EL CHICO DEL MILLÓN DE DÓLARES, magistralmente interpretados por SURAJ SHARMA (LA VIDA DE PI, 2012) y MADHUR MITTAL (SLUMDOG MILLIONAIRE, 2008), quienes dotan de una sensibilidad especial a sus personajes no solo haciéndolos creíbles a ojos del espectador, sino también haciéndolos conectar con el público.

Creando una obra que roza la superficialidad y lo prefabricado, con una trama que se antoja previsible prácticamente desde el inicio de la película y una banda sonora que sí logra captar en más de una ocasión la atención de cualquier espectador despistado, CRAIG GILLESPIE ofrece a los espectadores la posibilidad de un entretenimiento seguro, que huye de la incomodidad que producen en algunas ocasiones las grandes pretensiones cinematográficas.

 

 

LO MEJOR:

  • El retrato de la India, así como la fotografía que enmarca las secuencias rodadas en este país.
  • Las interpretaciones de ALAN ARKIN, SURAJ SHARMA y MADHUR MITTAL son brillantes.

 

LO PEOR:

  • El público español puede no llegar a conectar realmente con un guion que parece estar pensado para un público mayoritariamente norteamericano.
  • La ligereza con la que se tratan ciertos temas se palpa prácticamente en cada secuencia.

 

Sheyla López

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